El 48% de todos los proyectos que financia la Obra Pontificia de la Infancia Misionera (OMP) son educativos. Es decir, los 113 países que reciben ayudas de las aportaciones de todos los niños de Infancia Misionera del mundo tienen, cada uno, algún proyecto educativo.
En unos casos se trata de reconstruir escuelas o colegios que destruyó la guerra. Así ha ocurrido en la misión de Tchipeyo en Angola. Se abandonó durante la guerra civil tanto la misión como el colegio. Ahora con 20.000 dólares y mucho esfuerzo de los misioneros vuelve a estar operativa para los 120 niños que han comenzado el curso en ella. Lo mismo ocurrió en el Congo, en Opala. Los 17.000 dólares enviados han permitido la reconstrucción de la escuela, donde no había quedado absolutamente nada… hasta las ventanas de madera se utilizaron como leña durante la guerra. Ahora los 300 niños aprovechan esta escuela reconstruida que data de hace más de un siglo, cuando llegaron los primeros misioneros.
En otros casos el problema son los libros, los bolígrafos, los lápices, elementos tan necesarios para una escuela, y que para tantos niños del mundo son un verdadero lujo. Se han enviado 6.000 euros para adquirir este material didáctico para 585 niños de Moba, también en el Congo. Son los niños de una escuela de ladrillo rojo que dirige la hermana Euphrasye Béya a orillas del gran Lago Tanganica. También hay que comprar bancos, sillas… para los que se han enviado 15.000 dólares al Lycée St Joseph, en Madagascar, a una misión de una aldea con uno de esos largos nombre tan habituales en este país: Ambohimandroso.
Otras veces, hay que comenzar de cero. En la parroquia de Songe, en Tanzania, con 25.000 dólares, se ha construido un colegio, que servirá de centro educativo cristiano para todo el distrito donde está la parroquia. Ya hay 200 niños en él, pero el número aumentará cada año. En Nigeria, en Idah, se ha construido otro colegio, puesto que no había ni siquiera escuela primaria. El proyecto de 20.000 dólares, financiado por Infancia Misionera, ya ha permitido escolarizar a 100 niños este curso. En Onitsha, también en Nigeria, se han construido 16 aulas, gracias a otro subsidio de 20.000 dólares. Como explica la hermana Martha Bravo, ya había escuela primaria, pero no había ningún colegio católico de secundaria en la zona. Ahora ya sí, y nada menos que con 400 niños. La educación hace que estos niños, el futuro de sus continentes, puedan ser literalmente “alguien” cuando sean adultos.
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