Recientemente ha estallado una dura disputa por el poder público en Senegal entre el presidente, Bassirou Diomaye Faye, y su primer ministro, Ousmane Sonko. El estallido se debió a que Faye anunció de forma unilateral la destitución de una aliada clave de Sonko, Aïssatou Mbodj, quien fue la jefa de la coalición “Diomaye Président” que aseguró su victoria en 2024. En su lugar, ha nombrado a Aminata Touré, su antigua coordinadora de campaña y ex primera ministra de Senegal.
Este movimiento ha supuesto un cuestionamiento público y directo de la influencia del primer ministro, Sonko, pues días antes él había declarado públicamente que no habría “cambios al frente de la coalición”. La destitución llevada a cabo por Faye ha sido interpretada como un movimiento premeditado y desafiante, que ha llevado al primer ministro a convocar a su partido Pastef, emitiendo un comunicado que ha calificado la destitución de ilegal y afirmó que el presidente no cuenta con la autoridad para remover a Mbodj. Sonko ha declarado que no comparte “ni los mismos valores ni los mismos principios” con el recientemente nombrado presidente. Esta confrontación pública se ha convertido en un enfrentamiento político donde se cuestionan no solo los cargos, sino también la dirección ideológica y los fundamentos que deben guiar al gobierno.
Este conflicto interno surge mientras Senegal negocia con el Fondo Monetario Internacional (FMI) un nuevo programa de préstamos, tras haberles congelado el año pasado un paquete de 1.800 millones de dólares de apoyo financiero. Esta medida se dio después de descubrir los 11.000 millones de dólares de deuda oculta revelados por el gobierno senegalés entrante, de la que se culpa al anterior gobierno.
Fuente: Qiraat Africa
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