Malaria y desnutrición se ceban con la población de un país que vive anclado en una situación de emergencia crónica
Si bien es cierto que la República Centroafricana lleva décadas sumida en un profundo caos político y militar, en los últimos años sus problemas se han agravado hasta un punto que resulta completamente crítico. A día de hoy el país se encuentra anclado en una situación de emergencia humanitaria crónica que ha tocado su techo con el golpe de Estado del marzo pasado. Desde entonces, y a pesar del tiempo transcurrido, el escenario en el que vive la gran mayoría de centroafricanos no ha hecho más que empeorar.
En un momento en el que el número de casos de malaria toca su pico anual, y haciendo frente a una importante escasez de equipos médicos y de personal sanitario, el sistema de salud, ya debilitado por los largos años de crisis, es incapaz de satisfacer las cada vez más acuciantes necesidades médicas de la población. Como prueba de ello, las campañas de vacunación y el suministro de medicamentos, en especial todos aquellos destinados a tratar a los pacientes con tuberculosis y VIH/SIDA, se han interrumpido ante el aumento de la violencia y la inseguridad.
Editado para la Fundación Sur