En Sudáfrica, Ramaphosa resucita mientras Lonmin expira

17/01/2018 | Opinión


Trabajadores, mujeres y comunidades se preparan para luchar, no para llorar.

La elección presidencial interna del Congreso Nacional Africano (ANC) de Cyril Ramaphosa, con una escasa mayoría del 51% de los casi 4800 delegados, desplazó pero no resolvió la pelea entre dos facciones enconadamente opuestas. Por un lado, hay elementos poderosos amistosos con el llamado «Capital del Monopolio Blanco», y por el otro, los aliados del presidente saliente de ANC, Jacob Zuma, dirigidos por Nkosazana Dlamini-Zuma, su exesposa y expresidenta de la Unión Africana. Esta última facción incluye mafias como la de los notorios hermanos Gupta, que por eso recibe el sobrenombre de «Zupta» (Zuma todavía tiene previsto servir como presidente nacional hasta mediados de 2019).

La moneda de Sudáfrica subió rápidamente de valor después de la victoria de Ramaphosa, ya que es celebrado por las grandes empresas y los principales medios de comunicación. También ha ganado el respaldo, debido a extravagantes alineamientos políticos locales, del Partido Comunista de Sudafrica, los sindicatos alineados de ANC y la mayoría de los centristas y liberales que desprecian a los Zupta. Con esta base y algunos enjuiciamientos nominales de corrupción, Ramaphosa probablemente volverá a legitimar al ANC, que va perdiendo fuerza rapidamente, a tiempo para una victoria electoral en 2019. Sin embargo, dada la estrechez de su victoria, no podrá probablemente diseñar la pronta partida de Zuma como muchos esperaban, en la forma en que Zuma había destituido a Thabo Mbeki nueve meses antes de que expirara su mandato en 2009.

Además, el muy anticipado intento de Ramaphosa de limpiar el estiércol Zupta de los establos corruptos de varias organizaciones paraestatales y departamentos gubernamentales fracasará. Demasiados sistemas de mecenazgo ANC se han consolidado. Y otros tres líderes elegidos en el congreso son Zuptas de alto perfil con reputaciones plagadas de corrupción, incluido el secretario general Ace Magashule y su adjunto Jessie Duarte, así como el vicepresidente del ANC, David Mabuza. Un nuevo insulto, «Ramazupta», puede surgir como el epíteto del próximo régimen.

Ramaphosa fue un heroico líder minero durante la década de 1980, un astuto secretario general del ANC bajo Nelson Mandela durante los primeros años de la década de 1990, cuando lideró negociaciones sobre muchos acuerdos semidemocráticos cruciales con el régimen saliente del apartheid, principal redactor de la constitución liberal del país en 1996, y luego, después de perder el puesto de vicepresidente con Mbeki en 1994, un poderosos millonario negro gracias a empresas conjuntas en las franquicias mineras, bancarias y franquicias de ‘alimentos’ McDonalds y CocaCola. Se convirtió en vicepresidente del ANC en 2012 y en el gobierno llego a ser diputado nacional de Zuma en 2014.

En la década de 2000, Ramaphosa se había ganado la reputación de buscar ganancias a cualquier costo. El peor incidente tuvo lugar en las minas de platino Lonmin, en Marikana, a dos horas de coche al noroeste de Johannesburgo. El 15 de agosto de 2012, Ramaphosa envió por correo electrónico una solicitud a la policía, por la cual se disculpó débilmente hace unos pocos meses, exigiendo una «acción» contra los «delincuentes cobardes», contra quienes la policía debería «actuar de manera más directa».

Se refería a 4000 mineros desesperadamente mal pagados que habían estado en huelga salvaje la semana anterior, durante la cual seis trabajadores, dos guardias de seguridad y dos policías habían muerto en escaramuzas. Ni los funcionarios de Lonmin ni Ramaphosa querían negociar. Al día siguiente, cuando los huelguistas se marchaban pacíficamente de los terrenos de la huelga para sus casas en barrios marginales cercanos, 34 hombres murieron por disparos de la policía y 78 resultaron heridos.

El papel de Ramaphosa fue especialmente inadmisible dada su historia de lucha. En la película ganadora del premio Emmy” Miners Shot Down” (desde el minuto 13′), el director Rehad Desai revela el cambio de rumbo de lealtad de clase. En 1987, en medio de una huelga legendaria, Ramaphosa acusó a la «burguesía liberal» de usar métodos «fascistas». Treinta años después, Ramaphosa se había convertido en el principal inversor local en Lonmin, y en cinco años, según activistas locales, era un «monstruo», desempeñando un papel familiar descrito por el abogado de los trabajadores, Dali Mpofu:

«En el corazón de esto estaba la colusión tóxica entre la policía de Sudáfrica y Lonmin a nivel directo. A un nivel mucho más amplio, se le puede llamar una conspiración entre el Estado y el capital… en la sórdida historia de la industria minera en este país. Parte de esa historia incluyó la colaboración de los llamados jefes tribales, que eran corruptos y fueron utilizados por esos gobiernos opresivos para convertir a agricultores negros africanos autosuficientes en trabajadores esclavos. Hoy tenemos una situación en la que esos jefes han sido reemplazados por los llamados socios “Black Económic Empowerment” de estas minas y llevando adelante esa antorcha de conspiración».

Lonmin no es llorada

La semana pasada, inversionistas de Londres y Johannesburgo presenciaron lo que parece ser la muerte de Lonmin, una firma nacida como London and Rhodesian Mining and Land Company Limited en 1909. Lonrho había languidecido durante la década de 1950, pero luego se convirtió en una de las corporaciones más degeneradas del mundo gracias a acuerdos corruptos del director gerente Tiny Rowland a lo largo del África postcolonial. En 1973, incluso el Primer Ministro conservador británico Edward Heath calificó a Lonrho como «la cara desagradable e inaceptable del capitalismo».

Una razón de la muerte de la compañía fue la reacción violenta contra la masacre de Marikana. La Asociación de Trabajadores Mineros y el Sindicato de la Construcción (Amcu) fueron lo suficientemente fuertes como para llevar a cabo una huelga de cinco meses en 2014. La Masacre también humilló a un adepto de alto perfil de Lonmin, el Banco Mundial. Su 2007-12 infantil tratamiento de la llamada «Inversión Estratégica Comunitaria» de Lonmin atrajo quejas persistentes de un grupo comunitario de Marikana, Sikhala Sonke. Estas feministas de base habían rechazado varios intentos falsos de «resolución de disputas» desde Washington, y su hiriente crítica legal del Banco fue considerada válida por un ombudsman interno a principios de este mes.

Pero a menos que objeciones de tales grupos y sindicatos resulten abrumadoras ante la reunión general anual de Lonmin en Londres el 25 de enero, la tercera corporación de platino más grande del mundo será tragada por la joven (cinco años) minería Sibanye-Stillwater con sede en Johannesburgo. El precio es de un mísero 383 millones de dolares, que es el valor de las acciónes actuales de Sibanye que corresponde a 1/7% y una pequeña fracción (1,4%) del valor máximo de Lonmin de 28,6 mil millones de dólares de hace una década.

La complicada autopsia de la compañía tendrá dos capítulos:

  • Suicidio parcial: por una malvada administración instigada por el Banco y al menos un aliado político , Ramaphosa; y
  • Asesinato parcial: por las leyes de hierro de la crisis capitalista en forma de tendencias de sobreproducción, combinado con la estafa de emisiones de gases de efecto invernadero de Volkswagen, que conjuntamente elevaron demasiado el precio del platino y en 2015 colapsaron demasiado rápido.

Maldiciones de recursos recargadas

Considere la rápida reacción a la nueva toma de posesión de Sibanye por el principal líder sindical que representa a los trabajadores de Lonmin, Joseph Mathunjwa de Amcu: «Estamos preparados para unir fuerzas con las comunidades de Lonmin para garantizar que sean defendidos los intereses de los trabajadores de las minas y comunidades afectadas por las minas. Queremos advertir a los nuevos propietarios y accionistas actuales que lucharemos y no nos quedaremos sentados en silencio mientras se destruye el futuro de nuestros miembros».

No sólo el 38% de los 33.000 empleados de Lonmin serán despedidos en los próximos tres años, según el plan de adquisición de Sibanye. Y no sólo, Neil Froneman, su CEO, advirtió de inmediato a los críticos que dejaran de atacar a Lonmin por repetidas violaciones de su Plan Social y Laboral ordenado por el estado: «Las comunidades que no están contentas, el Departamento de Recursos Minerales que no está contento, deben detenerse y permitirnos completar esto para que a largo plazo podamos hacer más».

Igualmente importante es que la toma de control de Froneman no hace nada para resolver al menos media docena de “Maldiciones de Recursos” subyacentes reveladas en Marikana, aunque también fueron observadas en menor medida a través del «Minerals-Energy Complex» del país:

  • Político: la obediencia de políticos como Ramaphosa y el aparato de seguridad del estado a las exigencias del capital minero multinacional.
  • Económico: la tendencia a la sobreproducción, intrínseca al sistema capitalista, especialmente en tiempos de un súper ciclo de materias primas (2002-11), cuyo colapso posterior dejó a Lonmin ampliamente sobreexpuesto;
  • Financiero: Usureros microfinanciadores prestaron a mineros, llevándoles a la deseperación a los mineros en el momento de las huelgas de agosto de 2012, y 150 millones de dólares en la inversión de ‘financiamiento para el desarrollo’ del Banco Mundial.
  • Género: especialmente la estresada reproducción de trabajo y comunidad por parte de mujeres en los asentamientos de cabañas en Nkaneng y Wonderkop;
  • Ambiental: degradación extrema dentro de los rápidamente crecientes barrios marginales, cerca de los cuales se extraen y funden minerales mediante procesos de alto contenido de carbono que también contaminan el agua, el suelo y el aire locales.
  • Laboral:

– Salarios inadecuados de operadores de perforación de platino y deplorables condiciones laborales y residenciales, especialmente en comparación con la escandalosa generosa remuneración de los ejecutivos de la industria minera,

– La durabilidad de la emigración de la era del apartheid, en sí misma una condición que separa a trabajadores de areas tradicionales a nivel de líneas de clase familiares, étnicas y relacionadas con la propiedad,

– Batallas entre sindicatos que separan a los trabajadores y generan parte de la violencia inicial de 2012, seguida de más violencia en 2017, incluida dentro de Amcu.

– Reducciones masivas continúas debido a una estrategia de automatización (fallida) y saturación de platino.

A menos que haya un cambio radical, el futuro de la industria es sombrío. Como reconoció Mining Review Africa en noviembre, «la demanda de platino, utilizada principalmente en vehículos con combustible diésel, sigue teniendo un impacto por las repercusiones del escándalo de emisiones de diesel de Volkswagen». Con el mercado de platino saturado, la razón principal de Froneman para comprar Lonmin es consolidar la sobrecapacidad de fundición relativamente más barata de la empresa para el uso de otras empresas. El cierre de pozos mineros de Lonmin se acelerará.

Estos factores contribuyeron a huelgas masivas en 2012 (un mes) y 2014 (cinco meses), a levantamientos sociales periódicos y a un continuo descontento. La mayoría podría haberse evitado si la Carta de Libertad de 1955 que llamaba a la socialización de la riqueza minera hubiera sido atendida por el Congreso Nacional Africano gobernante (ANC) después de la liberación en 1994. La Carta Social demócratica fue, después de todo, la biblia ideológica del ANC, y siempre vigorosamente opuesta por capitalistas.

Pero cuando el líder de la Liga Juvenil de ANC, Julius Malema, planteó nuevamente la demanda de la nacionalización minera en una conferencia de 2011, un comité disciplinario del partido liderado por Ramaphosa lo expulsó a él y a sus camaradas. Posteriormente fundaron el partido” the Economic Freedom Fighters” y ganaron una gran parte del voto del cinturón de platino en las elecciones posteriores.

La masacre cambió para siempre la política sudafricana. Lo que se hizo mal fue investigado por la Comisión Farlam 2012-15 establecida por Zuma, pero el resultado fue débil y sesgado. Es tentador enfatizar la negligencia o la malevolencia de las personalidades. El juez Ian Farlam culpó al liderazgo policial maníaco. Pero recuérdese también que el salario del jefe ejecutivo de Lonmin, Ian Farmer, era 236 veces más alto que el del operador típico de perforación de roca y que su principal sustituto ejecutivo, Barnard Mokwena, fue presentado más tarde como agente de la Agencia de Seguridad del Estado y que la ética financiera de Ramaphosa estaba ausente en sus actividades.

Ramaphosa estuvo implicado en un escándalo de evasión de impuestos de Lonmin a través del control de su firma Shanduka del socio Black Empowerment Incwala. Según el abogado de Lonmin, «Incwala se negó, durante muchos años a aceptar la nueva estructura» para detener una salida de 100 millones dólares al paraíso fiscal de Bermudas justificada como gastos de comercialización. Como revelaron recientemente los Paradise Papers, la firma de Ramaphosa también retuvo cuentas en Mauricio con fines perversos y como presidente del mayor operador de telefonía móvil de África, MTN, sufrió críticas en todo el continente por la fuga ilícita de capitales.

Crece también la resistencia

Contra el capital minero y la posición de los políticos de Amcu, Sikhala Sonke, la Fundación Bench Marks (que a principios de este año comenzó a hacer campañas para la desinversión de Lonmin), la Maricana Support Campain, los Economic Freedom Fighters de malema y activistas de solidaridad en Gran Bretaña y Alemania. Además de mejores salarios e inversión comunitaria, sus cuatro demandas posteriores a la masacre son que Lonmin y el gobierno pidan disculpas públicamente, paguen reparaciones a sobrevivientes y viudas (han sido presentadas demandas civiles de más de 75 millones de dólares) y declaren fiesta nacional el 16 de agosto con un monumento en el lugar de la masacre.

Pero ahora se presenta una oportunidad mucho mayor para curar las enfermedades que afectaron a Lonmin, especialmente si se rechaza la oferta de Sibanye. Después de todo, la nacionalización de Lonmin a tal precio de venta en descubierto es eminentemente razonable y asequible. El estado también debería hacer pagar a los accionistas de la empresa los costos, responsabilidades legales y multas, de décadas de mala conducta abusando de la economía, la sociedad y el medio ambiente. Además, para disminuir la vulnerabilidad a los volátiles mercados capitalistas mundiales, hace mucho tiempo que Sudáfrica (con 88% de las reservas mundiales) debe unirse a las autoridades rusas y zimbabuenses en un cártel mundial de platino, sobre el cual se iniciaron discusiones formales hace casi cinco años.

En el proceso, una estrategia genuinamente verde para la región debería alejar la economía de la dependencia excesiva de exportaciones tradicionales de carbón, mineral de hierro, manganeso, oro y diamantes, y garantizar una «Transición Justa» a actividades económicas «postextractivistas» acordes con imperativos crecientes de mitigación y adaptación climática de Sudáfrica. Como señalan Sikhala Sonke y sus aliados, estos últimos deberían ser especialmente favorables a las necesidades de las mujeres, no solo en la esfera de la producción, sino también en la reproducción de la sociedad. Como ejemplo, la campaña «Million Climate Jobs», con sede en Ciudad del Cabo, produjo recientemente otro folleto que explica el proceso de Just Transition.

Este tipo de demandas visionarias contrasta con la ideología de denominador común más baja del ANC, de nacionalismo neoliberal, ahora que las peores tendencias de WMC y Zupta se muestran dentro del liderazgo del partido. Además de la brecha del “Fees Must Fall”, cuando Zuma promovía la educación terciaria gratuita el sábado pasado justo cuando comenzaba el congreso de ANC, es probable que el 2018 comience con austeridad presupuestaria y un aumento en el impuesto al valor añadido (IVA). Mientras tanto, los líderes del ANC continuarán hablando como la izquierda y actuando como la derecha, con renovada preparación para un estado de emergencia si las protestas socio-económicas continúan aumentando.

Pero en medio de un sesgo mediático evidente proRamaphosa (por ejemplo, el popular Daily Maverick), incluso sus patrocinadores corporativos están genuinamente nerviosos sobre el «cáliz envenenado» del lunes. Como ahora se están dando cuenta, «los mercados lo entendieron mal, y estaban cotizando en una victoria de Cyril, «sin darse cuenta de nuevos peligros dentro de la fusión del partido gobernante de WMC y Zupta». Las constantes preocupaciones liberal-burguesas sobre el nuevo líder se han expresado también en críticas acerbas del «Grand Consensus» «nothing man» por el columnista del Business Day Gareth van Onselen. Una vez ,hace varios años, debatí con otro comentarista liberal, Richard Calland, que estaba a favor de Ramaphosa por razones todas ellas equivocadas.

Ni el ANC ni Lonmin van a salir de sus respectivas crisis en el futuro inmediato. La noción de crisis ha implicado siempre destrucción y oportunidad. Los magnates mineros y las élites políticas han, generalmente, evitado (excepto en 2015) a lo primero y ahora se están agarrando a lo último. Entonces, incluso si el estado sudafricano bajo el liderazgo de Ramaphosa nunca puede convertirse en un aliado de la izquierda, la resistencia desde abajo ampliará, sin duda, los horizontes activistas, cuanto más daño hace Lonmin- incluso ahora en su desastrosa agonía.

El mensaje que queda es la misma amenaza que «Cyrilina Ramaposer» ofreció en su inquietante Makarena on Marikana: «This shit ain´t over”(Esta mierda no ha terminado).

Patrick Bond

Fuente: Pambazuka News

[Traducción, Jesús Esteibarlanda]

[Fundación Sur]


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Autor

  • Patrick Bond

    Nació en Belfast, Irlanda del Norte, en 1961, creció en los estados de Alabama y Maryland y desde 1989 es residente en Sudáfrica. Es profesor de economía política en la Universidad de Witwatersrand Wits School of Governance. Anteriormente estuvo en la Universidad de KwaZulu-Natal, donde dirigió el Centro para la Sociedad Civil entre 2004 y 2016. Sus intereses de investigación incluyen la economía política, el medio ambiente, la política social y la geopolítica.

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