A las 6 de la mañana, el 15 de mayo de este año, la autoproclamada República Soberana de Somalilandia prohibió a todos los vuelos de Naciones Unidas aterrizar en su polvoriento aeropuerto que mira al golfo de Adén, desencadenando un incidente internacional del que se ha informado muy poco, que fue desactivado el 15 de julio.
El día 16 de julio, Reuters desvelaba extractos de un informe confidencial de Naciones Unidas advirtiendo que las compañías petroleras occidentales que tienen prospecciones a lo largo de la disputada frontera entre Somalia y Somalilandia, podrían provocar aún más conflictos en esta tensa región. En un caso, Somalilandia y la adyacente región autónoma de Puntland han adjudicado solapadamente licencias para bloques de prospección a la compañía noruega DNO y a la sueca Africa Oil Corp. Esto ha elevado las sospechas de dos países, profundamente implicados en la construcción de la paz en Somalia, compitiendo por contratos para explotar sus recursos en uno de los lugares más inestables del mundo.
La suspensión de la ONU en la región separatista de Somalilandia, y el informe secreto filtrado, han reducido el entusiasmo sobre la supuesta vuelta de Somalia a la estabilidad, y sugieren que los donantes podrían ser a la vez quienes crean y resuelven los conflictos en la región.
La historia de la pista de aterrizaje de Berbera ilustra los diversos motives internacionales en Somalia. La pista de cuatro kilómetros asfaltada con estrías de caucho fue construida por la URSS en los años 60, reservada como pista de aterrizaje para los servicios aéreos americanos en los años 80, cuando cambiaron los tiempos, y saqueada por diferentes atacantes en las guerras civiles de los años 90, cuando la dictadura militar de Siad Barré se derrumbó tras 22 años en el poder.
En 1991, la región norteña de Somalilandia se separó de la unión y se auto declaró estado independiente con su capital en Hargeisa. Desde entonces, mientras el resto de Somalia explotaba, Somalilandia adquiría de forma gradual estabilidad y seguridad, infraestructuras civiles, elecciones regulares e incluso un rudimentario sistema de impuestos, pero no reconocimiento internacional.
“Es una pena que los logros de Somalilandia hayan caído víctimas del problema de Somalia”, dice el doctor Mohamed Omar, el ministro de Exteriores de Somalilandia, “Cada cinco años se renueva el interés en Somalia por parte de la comunidad internacional y… se implanta una nueva administración que obtiene el apoyo internacional”. Cada vez que hay una relativa estabilidad en Somalia, dice el doctor Omar, las posibilidades de reconocimiento internacional por parte de Somalilandia retroceden.
El gobierno de Somalia no responde a las solicitudes de entrevista. “Por el momento reconocemos Somalia como un país. No ha habido discusión sobre la independencia de Somalilandia dentro de la Unión Africana”, explica Nkosazana Dlamini-Zuma, presidenta de la Unión Africana, el mes pasado, “Lo que es importante para todos nosotros es que deberíamos devolver a Somalia a un punto en que sea estable”. La UA ha desalentado los movimientos secesionistas, pidiendo a los estados que respeten las fronteras establecidas al término del colonialismo. El gobierno de Somalilandia señala que el ex protectorado británico obtuvo su independencia cuatro días antes que la colonia italiana de Somalia.
“Después de alcanzar la independencia, decidimos voluntariamente unirnos a Somalia”, dice el doctor Omar, “En 1991 nos desprendimos de ella. Por lo tanto no se trata de secesión, sino que es una disolución de una unión voluntaria”.
“Somalilandia lo ha hecho extraordinariamente bien durante los últimos 22 años, y su escepticismo sobre el unirse al caótico centro sur es comprensible”, señala Abdi Aynte, director del Instituto de Patrimonio cultural para Estudios Políticos de Mogadiscio, “Sin embargo, la cruzada de Somalilandia por su independencia cada vez es más insostenible, en gran parte por la geopolítica. La Unión Africana ve la secesión como una cuestión dinamita, y siempre ha apoyado consistentemente la “integridad territorial”, al igual que la ONU y el resto del mundo.
La disputa sobre los vuelos de la ONU sugiere que los donantes han tenido problemas caminando en la cuerda floja entre Hargeisa y Mogadiscio. Cuando cayó el régimen de Siad Barre en 1991, la UNDP tomó el control del espacio aéreo de Somalia, y gestionó un servicio de aviación fuera de Nairobi, que estaba financiado por las cuotas que pagaba Somalia por los vuelos. En abril de este año, la organización cedió el control total del espacio aéreo y los ingresos por vuelos a Mogadiscio, como un reconocimiento de la mejora en la situación de seguridad en el Sur. Somalilandia acusó a la UNDP de connivencia con Mogadiscio y prohibió todos los vuelos.
La prohibición no fue levantada hasta que Somalia y Somalilandia no se han puesto de acuerdo en un panel para controlar el espacio aéreo desde Hargeisa, en unas negociaciones celebradas en Ankara la pasada semana. La prensa de Somalilandia dice que Hargeisa está presionando para que Somalia cumpla los contratos comerciales de Somalilandia, como los mencionados con las compañías petroleras en el informe de Reuters, pero no se menciona una clausula al respecto en el acuerdo final. Las conversaciones se reiniciarán en octubre.
Aman Sethi
(The Hindu, 17-07-13)