En solidaridad con todas las mujeres que se atreven a hablar alto y claro

29/04/2016 | Opinión

Lo primero que he hecho esta mañana al levantarme ha sido entrar en Facebook. La primera noticia que me ha aparecido era la publicación de una lista de nombres que había hecho una amiga, y al parecerse a una lista bibliográfica, inocente de mí, he pensado que había publicado la bibliografía de su tesis doctoral. Algo ha empezado a olerme mal cuando la siguiente noticia era otra publicación con la misma lista de nombres y el siguiente texto: “¡#RUReferenceList es real! ¡Mirad en Twitter! Como alumna, digo que esta basura debe caer sobre la Rhodes University. ¡El patriarcado debe caer! Conozco demasiadas supervivientes de violaciones en Rhodes. Se ha asumido que la violación es algo normal y habitual en esta universidad de Sudáfrica y la propia institución no hace nada para remediarlo. Desde los alumnos de primer año hasta la alta dirección de la universidad, todos hemos asumido que la violación es algo frecuente en el centro. He visto chicas vejadas y humilladas delante de todo el mundo en el comedor y en las clases. He visto chicas que se drogan para olvidar lo que tienen que hacer para aprobar algunas asignaturas. He visto chicos que se satisfacen con los cuerpos de las alumnas con total impunidad. #RUReferenceList”.

Con la indignación recorriendo mi cuerpo, abrí el Twitter para comprobar la avalancha que se había estado gestando desde la noche anterior sobre la universidad. Por suerte, Activate, el periódico estudiantil de la Rhodes University, ha ido contando la historia en sus recientes números y he podido averiguar de qué se trataba todo esto. A partir de aquí, no voy a reescrbir los hechos ocurridos sino lo que se desprende de los mismos, que a mi parecer es mucho más interesante. Ante todo y por encima de todo, debo decir que yo sí creo a todas esas mujeres que se han atrevido a escribir la lista de hombres que las han violado y asaltado sexualmente en la Rhodes University.

En estos casos en que se expone una agresión sexual públicamente, siempre son las mujeres quienes tienen más que perder, y más, si son las propias supervivientes de una violación quienes la relatan. De hecho, esto no es nada nuevo en Suráfrica. La violencia sexual ha pasado a formar parte de nuestra cultura y prueba de ello es que el primer instinto ante un caso semejante es el de proteger al “presunto” perpetrador (porque hay leyes que lo amparan hasta que no se demuestre su culpabilidad). Y viceversa, instintivamente dudamos de la mujer que dice haber sido violada hasta que no sea capaz de demostrarlo. Irónica y tristemente, se protege al violador y se persigue a la víctima.

Las mujeres de la Rhodes University han dicho basta. ¿Cómo es posible que en un campus donde se han cometido 22 violaciones desde el pasado enero no se haya tomado ninguna medida? Como espectadora de lo que ocurre en la Rhodes, debo decir que la mayoría de la violencia sexual acontecida ha sido por parte de las propias parejas de las víctimas o de hombres de su círculo cercano. La universidad dispone actualmente de un funcionario que reporta los casos de acoso sexual, pero claramente no es suficiente.

Rhodes_University.jpgOtro secreto a voces es el sistema legal surafricano, que se lo pone muy difícil a aquellas mujeres que quieran denunciar una violación. Para empezar, la mayoría de las víctimas son acosadas y culpabilizadas por el propio cuerpo policial. Tal y como está hecha la ley, es la mujer quien tiene que probar la violación mediante su cuerpo, con lo que ella se convierte en el foco de atención y no el violador. También lo deja claro la política de la Rhodes University, “las víctimas deberán probar mediante sus cuerpos el intento de violación y/o forcejeo”. La culpabilización recae en los hombros de las mujeres que son quienes deben probar los hechos y no en el hombre que tiene que probar que no tuvo la intención de herirla, ultrajarla ni asaltarla en el momento de la relación. Hasta que la carga de inculpación por violación y asalto sexual siga recayendo en la mujer, la violencia machista seguirá siendo endémica.

Mi preocupación es que estos acontecimientos se queden en un simple hashtag de Twitter y siga sin haber ningún cambio efectivo a favor de las víctimas sexuales. Preocupación porque todo quede, como siempre, en el histerismo y exageración de las mujeres y se alegue que la Rhodes University ya dispone de mecanismos para lidiar con estas situaciones. No me gustaría que este hashtag, #RUReferenceList, quede olvidado junto con el hashtag del caso Pistorius. Esta semana ha hecho un año desde que Jayde Panayiotou fuera secuestrada, violada y asesinada. Todas estas historias, y otras muchas que ni se denuncian, forman parte de una gran cantidad de casos en los que las mujeres son víctimas de su círculo más cercano –maridos, familiares, amigos-, hombres que quieren y forman parte de su vida.

La cuestión aquí es que el sistema institucional, legal, educativo, comunitario ha fallado y seguirá fallando con las mujeres. Esta cultura del acoso sexual se extiende por todo el país y se ha aceptado como parte del sistema patriarcal que ve al cuerpo de la mujer como un simple objeto que el hombre puede tomar cuando le plazca y que trata las protestas feministas como un ruido de fondo fácil de ignorar.

A modo de reflexión, vivimos en un estado donde nuestro actual presidente fue absuelto de cargos por violación. Como mujeres no debemos permitir ser ignoradas. Debemos pelear hasta que los hombres que nos rodean se piensen las cosas dos veces antes de hacerlas. Debemos pelear hasta reemplazar aquellas estructuras que nos oprimen sistemáticamente por estructuras creadas por nosotras que nos protejan. Debemos pelear contra el estado que ha convertido la violación y el acoso sexual en algo aceptable.

*El título de este artículo ha sido extraído de One in 9 Campaign, establecido en 2006 en apoyo a Khwezi durante el juicio por violación de Jacob Zuma.

Athambile Masola

Thought Lider

*Profesora en Johannesburgo. Interesada en la educación, el feminismo y, a veces, en política.

[Traducción, Tiziana Parra]

[Fundación Sur]

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