La inestabilidad económica de Lesoto sigue afectando de forma negativa a los consumidores, instituciones financieras y a la industria en general, una situación que podría traducirse en mayores restricciones en un contexto de alto desempleo. La tensión social ha aumentado tras el anuncio del Ministro de Economía de que el presupuesto público para el curso 2019/2020 no contempla la subida de los salarios de los trabajadores públicos. Mientras la inflación crece de forma abrupta los sueldos continúan estancados, lo que se traduce en una falta generalizada de poder adquisitivo.
Las críticas por parte del funcionariado han sido recogidas por el responsable de relaciones públicas de la Asociación de trabajadores públicos de Lesoto, Seakhi Rankalele, que señaló que existe una decepción generalizada con la decisión del ministro, ya que la mejora de las condiciones de los trabajadores es una petición prioritaria dentro de este sector. La falta de explicaciones por parte del gobierno no ha contribuido tampoco a calmar los ánimos de un grupo que se considera olvidado.
El comité del Banco Central de Lesoto (CBL) encargado de la política monetaria anunció que según el modelo del índice de precios al consumidor, el pasado abril la inflación alcanzó los 5.6 puntos en comparación con los 5.2 de marzo. El problema es que los salarios se han visto estancados, lo que implica que no se han ajustado a la creciente inflación. Los expertos económicos avisan de que los sueldos deberían crecer para rebajar el ‘sufrimiento’ de la población, que ve cómo su capacidad de gasto se ve más y más recortada.
El director general del Lesotho Post Bank, Molefi Leqhaoe, explica que como resultado de esta situación los ahorros están disminuyendo a un ritmo terriblemente rápido. Los trabajadores públicos superan los 45.000 en el país, y el empeoramiento de su condición ha tenido un fuerte impacto en el sector financiero, afectando en última instancia al crecimiento económico. A diferencia de años anteriores en los que los ahorros crecían tras el ajuste de los salarios y la confianza en los bancos a la hora de firmar préstamos era alta, el contexto actual ha conllevado fuertes reticencias a la hora de depender de estas instituciones.
Analizando los registros de préstamos, Leqhaoe señala que existe un deterioro muy claro, hasta el punto de que muchos ciudadanos no son capaces de hacer frente al abono de las cuotas. Conforme el gasto de la población general disminuye, la rentabilidad de los bancos cae, por lo que muchos se verán obligados a llevar a cabo recortes. Esto se verá también reflejado en una caída de la recaudación de impuestos.
Fuente: The Post
[Traducción y edición, Álvaro García López]
[Fundación Sur]
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