El 1 de diciembre hemos celebrado el día mundial contra el Sida. El tema de la campaña: Luchar contra las discriminaciones hacia las personas portadoras del virus VIH. La campaña de ONUSIDA ha tenido gran eco en muchos países de África, que han lanzado nuevas campañas de sensibilización. En todas ellas las mujeres se han implicado de modo especial.
Me alegran las noticias que me llegan de Burkina sobre las asociaciones femeninas cada vez más implicadas, los logros obtenidos en el combate contra el sida y la discriminación producida por él.
Es verdad, que todas las noticias no son buenas. La crisis económica ha disminuido las ayudas y es muy posible que, nuevos enfermos no puedan entrar en los programas de tratamiento para portadores del virus, con las especialidades que retrasan la enfermedad. El costo de estos fármacos es altísimo y está fuera del alcance de la bolsa del gobierno y del bolsillo de los ciudadanos.
Es lamentable, pero podemos alegrarnos del trabajo hecho para que, allí donde no lleguen los antirretrovirales, se busquen otras alternativas que ayuden a paliar los efectos de la enfermedad.
Se está intensificando el cultivo y el empleo de la espirulina, un alga rica en proteínas, con gran valor energético que refuerza el sistema inmunitario. Aunque no cure el sida, tiene muchas virtudes terapéuticas. Desde hace años se cultiva y se emplea en Burkina Faso y en otros países de África.
Estas fechas han sido motivo para recordar a tantas personas encobradas en Burkina Faso, víctimas de la pandemia. Muchos no están, algunos siguen luchando contra ella y para que no se propague Entre ellos, amigos inolvidables, como Amadou y Martine. Fueron los primeros que pudieron cara al sida y fundaron una asociación para combatir la enfermedad y la discriminación que provoca. El nombre de la asociación: “REVES+”. Es todo un programa: para responsabilizar, ayudar y dar esperanza.
En este día, también he pensado en los esfuerzos de las personas por ayudar a los más pobres cuando se carece de todo, por encontrar alternativas en la medicina verde, como sor Celestina, hermana de la Anunciación de Bobo-Diualso en Burkina y mi compañera Gloria Sedes en Chad.
Para terminar no me resisto a contaros una bonita historia que, hace unos años, otra compañera escribió en la revista “Africana”.
Termino con este testimonio de Mari-Carmen Ocón sobre Kuzvipira, asociación ecuménica de lucha contre el sida.
“En Espungabera, pueblo de unos 5000 habitantes, en la provincia de Manica, a 8 km de Zimbabue, nació en 1998 por iniciativa de la Iglesia Católica, la asociación Kuzvipira, palabra ndau que significa “darse”, “entregarse”.
Comenzamos por visitar a los enfermos en sus casas, ayudándoles a lavarse, curar heridas, preparar algo de comida y ocuparnos un poco de los niños. La falta de médico nos hizo ser creativos y solidarios. Al no tener acceso a mucha medicación, decidimos explorar y formarnos en la medicina natural, utilizando lo que teníamos a nuestro alcance. Al final conseguimos montar un herbolario –con jardín para el cultivo de las plantas, fabricación y venta de remedios. En las parroquias se hacían colectas para mantener la actividad del grupo.
Paulatinamente otras Iglesias Cristianas se fueron uniendo al proyecto y un año más tarde, ya eran 6 las que formaban parte de él. Veintitrés voluntarios, ejercen el apostolado en sus zonas de residencia, atendiendo a enfermos y huérfanos de sida. Se ayuda con alimentos, ropa, material higiénico, vivienda, cuidados médicos, material escolar y fondos para gestión de microproyectos. Una especificidad del proyecto de la Asociación es el uso de la medicina verde y elaboración de medicamentos. Inicialmente para afrontar la falta total de medicamentos químicos: Se ha probado su eficacia como remedios paliativos y curativos de las llamadas enfermedades oportunistas”.