¿Emigrar o no emigrar?

17/12/2008 | Opinión

Hay pocas palabras que puedan capturar de manera adecuada el sentimiento de pura desesperanza y desesperación que le entra a uno en el cuerpo –como un veneno tóxico que entra despacio y laboriosamente- cuando uno oye historias de surafricanos preparados para emigrar, y las razones para ello.

La verdad del asunto es que todos podemos reunirnos en foros como este y hablar sin parar sobre patriotismo y mantener una mentalidad optimista, pero ¿quiénes somos nosotros, en realidad, para juzgar a los que han soportado el peso de todas esas horribles razones que se dan para estar esperando a escapar? Al final, uno empieza a comprender a esas almas que, sencillamente, ¡ya no pueden más!

Y ojo, no son pocos los argumentos y opiniones que podría fácilmente hacer considerar la emigración como una posibilidad real, o al menos una probabilidad, incluso al más patriota y leal de los surafricanos –aquel que empieza a resplandecer con tan sólo pensar en el aire surafricano fluyendo por sus pulmones.

Pensando de manera más racional, uno duda si todavía existe semejante surafricano compasivamente patriótico y leal, porque parece ser una especie que se extingue rápidamente.

Una interesante encuesta llevada a cabo a principios de este año destacaba, preocupantemente, que uno de cada cinco surafricanos estaba planeando, o considerando seriamente, emigrar. Alarmantemente, esos resultados sin duda han ido más lejos desde entonces.

Sin sorpresas

Aunque tristemente, las estadísticas de la emigración no deberían sorprender a nadie. Cuando has tenido la experiencia de continuos apagones, has vivido con el hecho de que el crimen violento te amenaza a ti y a tus seres queridos a cada vuelta de la esquina, has visto a tu presidente maltratado y echado a patadas de su cargo por la absurdez, tienes que enfrentarte con tus superiores elegidos para elevados puestos por encima de ti, no en base a sus méritos, y tienes que justificar constantemente la incompetencia política y general hasta la locura, en fin, entonces, la suposición natural es que consideres hacer las maletas.

Para decirlo suavemente, cada vez son más los surafricanos que están despertando a la flagrante realidad de que el clima político y social de este país es turbulento y preocupante, en el mejor de los casos. No importa desde el punto en que lo mires, este resultado no cambia.
El asunto más alarmante de la emigración en masa es la pérdida de gente preparada, que sólo sirve para destacar una ya grave escasez de aptitudes, junto con los futuros ingresos que esa gente preparada hubiese generado. Esto ni siquiera tiene en cuenta el impacto del éxodo emigratorio.

De manera contradictoria, la recesión económica global es la que, inevitablemente, puede ayudar a producir una marea de emigración en Suráfrica, al congelarse los mayores centros de trabajo.
Aún así, la trágica ironía es que incluso el pesimismo patológico tendrá que admitir que a pesar de toda la penumbra latente en nuestra sociedad, el nuestro es un maravilloso y hermoso país: social, geográfica y físicamente.

El mundo ha visto con desesperación cómo últimamente el terrorismo ha perpetuado sus horrores en Mumbai, India. En el estado de California, Estados Unidos, recientemente la furia de las llamas ha arrasado el paisaje, sin escatimar en cólera.

En comparación, nuestros problemas, ni mucho menos son de la clase de estos factores incontrolables. Los nuestros son problemas creados por culpabilidades que están en nuestras manos. Faltas, con el sello de los surafricanos orgullosamente engalanados con su forma de ser. Faltas creadas, por tanto, son faltas que pueden arreglarse.

Rivaan Roopnarain, usuario de News 24

Publicado en la sección “Your Story”, de la Agencia de noticias surafricana “News 24”, el 15 de diciembre de 2008.

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