Malí está actualmente enfrentando un periodo de lluvias intensas que ha desencadenado en una grave crisis de inundaciones. Desde junio de este mismo año, ha habido 44 episodios de inundaciones, que unidas a las tormentas eléctricas y los fuertes vientos han dejado hasta la fecha más de 20.500 personas afectadas, 24 muertos, 35 heridos y el colapso de más de 1.200 viviendas en todo el país. Concretamente la región más afectada del país ha sido el suroeste, donde en una sola aldea de la región de Dioïla perdieron sus casas más de 1.200 ciudadanos. Bamako, la capital del país, no se ha librado del colapso de edificios debido tanto a las abundantes lluvias como a la gran cantidad de construcciones precarias.
Ante esta situación, el gobierno de Malí ha puesto en marcha los servicios de emergencia, a los que se suma la ayuda ciudadana para llevar a cabo acciones como proporcionar alimentos y objetos de primera necesidad a las familias afectadas, así como limpiar las aguas estancadas, entre otras cuestiones. No obstante, debido a las constantes catástrofes, las necesidades no hacen más que aumentar. De hecho, actualmente hay familias que se encuentran refugiadas en colegios, y carecen de acceso al agua, al alojamiento o a la atención médica.
El presente desastre medioambiental no se presenta como un caso aislado ya que, a raíz del cambio climático, los desastres naturales son cada vez más frecuentes en la zona occidental de África, así como en otras partes del mundo. Países como Malí, Níger o Burkina Faso sufren especialmente estas situaciones debido a sus pobres infraestructuras de alcantarillado y planeamientos urbanos, así como a la precaria construcción de gran parte de sus viviendas. Los dirigentes de Malí están tratando de desarrollar un mejor sistema de aviso y prevención ante las inundaciones, sin embargo, están encontrando trabas como la difícil coordinación o la falta de financiación.
Fuente: Afrik
[CIDAF-UCM]
