Elogio al valor de la denuncia de una violación policial en Túnez, por Afribuku

5/02/2018 | Bitácora africana

Autor: Olivier Barlet (Africultures)

Estrenada el 18 de octubre de 2017 en las salas franceses, La Belle et la meute (Aala kaf ifrit) es la nueva película de la tunecina Kaouther Ben Hania. Presentada en la selección oficial “Una cierta mirada” del festival de Cannes en mayo de 2017, este largometraje marca por la pertinencia de su enfoque.

Los trabajos del antropólogo Françoise Héritier muestran que si buscamos una universalidad en el comportamiento comparando los sistemas de parentesco entre diferentes culturas, la encontramos en la jerarquía entre los sexos que conducen a la inferiorización de la mujer. Incluso se llega al límite de no ver un escándalo en las violaciones. A partir de esta triste realidad y de la búsqueda de las condiciones en su evolución, Kaouther Ben Hania construye su nueva película. La directora procede del documental (Les Imams vont à l’école, Zaineb n’aime pas la neige) pero también exploró el imaginario de un caso machista en Le Challat de Tunis. Si La Belle et la meute es indiscutiblemente ficción, la película se define y se inspira en una historia real.

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Una mujer, Mariam, se raja el vestido cuando organiza una fiesta y le prestan uno que le parece demasiado atrevido pero que le sienta muy bien. Allí se encuentra a Youssef y dan una vuelta juntos. Hasta que la vemos correr desesperadamente en la calle: acaba de ser violada por varios policías. La películas adopta desde ese momento una división en capítulos que se anuncian en la pantalla, en cada uno de ellos una elipsis conduce a un lugar diferente del recorrido infernal de Mariam en la noche. Youssef, que ha participado en la revolución y la anima a que resista, la persuade para que se haga con un certificado médico que le permitiría denunciar. Pero no es nada sencillo cuando se trata de atacar a la policía, que se protege rápidamente para no ser puesta en causa. El sistema de sanidad privado/público tunecino se ve por cierto bastante mermado. Sea cual fuere la institución, todo es cuestión de papeles y de reglas, en detrimento de la empatía: precisándolo, la ley limita los recursos y al fin y al cabo da el poder a los poderosos.
Frente a la ley y aprovechándose del desconocimiento, los policías desarrollan como una jauría las amenazas y una estrategia del miedo para para evitar el registro de la denuncia. Se pone en marcha un engranaje, seguido de choques que le retumban un poco más a la pobre Mariam, siempre presente en la pantalla e interpretado por Mariam Al Ferjani que en un papel tan físico sabe conciliar la fragilidad y la indocilidad. En el primer plano, la cámara se sitúa en lugar del espejo del baño donde Mariam se cambia y la encontramos más adelante frente a un cristal sin tintar en la comisaría: el problema siempre es el de saber quién mira, qué control permite la democracia para impedir el libre paso a la ley del más fuerte y al machismo ambiental.

Nos acordamos de Ronit Elkabetz en Le Procès de Viviane Amsalem : una verdadera machinación y un dolor de cabeza sobre las palabras que impiden que la mujer acceda a la justicia. Ocurría algo similar en Une separation de AsgharFarhadi. Pero Miriam encuentra poco a poco la astucia necesaria para salir a flote, sabiendo que la aplicación de la ley es su última opción. La periodista, enfermera, forense, la comisaria embarazada, el padre, incluso el amigo Youssef: los recursos no le falta, pero en ese momento, Mariam se encuentra sola frente a la adversidad. No le queda otra suerte que la de someterse o resistir por sí misma. Para Kaouther Ben Hania, frente al machismo y a la violencia, la única vía posible es estar alerta y la astucia. El momento en que Mariam enciente el altavoz del teléfono y desmonta la trampa policial es un punto de inflexión incomparable. En el curso de esa pesadilla de noche, ella se afirma hasta la luz del día, la de la determinación.

Rodado lo más cerca posible de los personajes y en su mayoría en escenas de interior, con un decorado depurado y en gran medida enzarzado por los diálogos, La Belle et la meute no se escapa de una cierta teatralidad pero es claramente intencional. Queda suavizada por la fluidez aportada por una serie de planos secuencia que refuerzan a la vez la tensión y la impresión de lo real y de la cual el tiempo acaba desbordando el relato. Esa pesadilla kafkiana resulta edificante pues se trata en este caso de alertar de algo no resuelto por la revolución: la importancia de la ley y de su aplicación como protección de los ciudadanos, empezando por las mujeres.

Todos ser reconocerán en esta fuerte historia bien escrita, que roza dos géneros cinematográficos, a la vez es una thriller y una película de miedo (¿No se comporta Youssef como un zombi?). El guion ha sido desarrollado durante un taller de la Cinéfondation del festival de Cannes en 2015 y la financiación europea y francófona completó los fondos locales. Se trata de un ejemplo de coproducción norte-sur irreprochable, en la medida en que la directora mantiene sus prerrogativas y la película conserva su pertinencia para el público local alcanzando al resto del planeta.
Pues frente al desprecio de la jauría que generan y protegen las instituciones, la bella se queda bien sola para invertir el orden establecido. Ella debe consolidarse para sobrevivir, pero también para obtener su propia reparación. Más bien que dibujar el retrato de una nueva modelo, Kaouther Ben Hania hace de la bella Mariam una mujer entre las demás que descubre y prueba que la lucha es posible.

LA BELLE ET LA MEUTE Trailer

Traducción : Alejandro de los Santos

Artículo publicado originalmente en Africultures:

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