Dicen los habitantes del oeste de Camerún que cuándo el volcán más alto del país llamado también el monte Camerún entra en erupción, es que los ancestros están enfadados. Entonces, se organizan sacrificios y rituales apropiados para aplacar la furia de los dioses y así conseguir su tranquilidad. La erupción y los temblores de la tierra serían las manifestaciones de la cólera de los dioses y los espíritus. Y si hasta entonces, ninguna erupción ha llevado por delante ninguna persona a pesar de su frecuencia, es que la práctica ritual es de una extraordinaria eficacia. Ahora bien, nadie sabe cómo conjurar la erupción socio-política que se avecina.
Estamos a finales de junio y me dispongo a viajar desde Buea, la capital de la parte anglófona del país, hacia Yaundé, la capital central. Me levanto muy temprano para coger el autobús de la compañía Masango reputado por su puntualidad y su comodidad. Todo listo. Al salir de casa, me percato de que la ciudad tiene aspecto del apagón generalizado. Pocos coches circulan. Las tiendas cerradas. Las calles desiertas. En medio de la sorpresa, la persona que me acompaña me dice con toda seguridad: “Hemos olvidado que es lunes. Es el día de ghost town. Así lo han decretado los partidarios de la independencia de Ambazonia”. Luego me explica que “ghost town” significa ciudad fantasma en español o “ville morte” en francés. En otros términos, nada se mueve los lunes en un ciudad generalmente bullicioso.
Ya había oído hablar de Ambazonia por la prensa. Se trata del nombre dado a la parte anglófona de Camerún por los partidarios de la independencia por las buenas o por las malas. Lo que no sabía era que el tema había llegado a tal nivel ni que eran capaces de influir tanto en una ciudad tan grande como Buea.
– ¿Y cómo consiguen que la población siga las consignas de manera tan tajante? Pregunté.
Entonces, me explicó cómo en poco tiempo la ciudad se había vaciado de gente valiosa hacia otras ciudades. Desde el principio del conflicto, las cosas han ido empeorando. Los rebeldes aprovechan la noche para disparar a los policías o militares que se atreven a hacer la patrulla. De hecho, se oyen disparos casi cada noche sin que nadie alcance a distinguir quién aprieta el gatillo. Con la complicidad de una parte importante de la población, los rebeldes consiguen controlar en la sombra la vida de la ciudad. Si alguien decide burlarse de las consignas, puede ver su tienda quemada o su autobús atacado. Así son las cosas. Oficialmente manda el gobierno central pero en la realdad, los rebeldes controlan la ciudad. Obligan a los comerciantes a pagar el impuesto de resistencia y consiguen arrinconar a los funcionarios del gobierno central a golpe de sembrar el miedo. Un día antes de mi llegada a Buea, habían decapitado a un policía con un machetazo cuando se disponía a controlar los viajeros de un coche sobre una barrera.
El tema de la Ambazonia empezó como una sencilla protesta. En octubre 2016, los habitantes de la parte anglófona hicieron saber su descontento contra lo que llaman la marginalización política y económica en comparación con la parte francófona. A la protesta, se unieron los abogados de la ciudad de Bamenda que reclamaban la traducción al inglés de algunos tratados y leyes. Muy espontáneamente, siguieron el movimiento los profesores quienes acusaron al gobierno central de mermar el inglés al enviar los profesores de habla francesa en la zona. El tema pasó muy rápidamente del campo profesional al campo político. Los dirigentes del movimiento empezaron a reclamar la vuelta al régimen federalista abolido en 1972. En octubre 2017, proclamaron de manera simbólica la independencia.
El gobierno central, en lugar de favorecer una solución negociada, optó por una solución policial. Las manifestaciones fueron duramente reprimidas et se decretaron importantes restricciones sociales. Se cortó el internet; se prohibieron las reuniones etc. La crisis se generalizó. Lo que antes era una sencilla protesta se transformó en una rebelión abierta. De hecho, en la actualidad ya no se habla del federalismo, sino más bien de la independencia.
Como suele ocurrir cuando un problema político se resuelve de manera policial, las frustraciones crecen y la causa gana terreno en la masa popular. El sentimiento de injusticia se agudiza ya sea por manipulaciones demagógicas, ya sea por ideología. El problema es que cuando la ideología alcanza las masas, se vuelve muy difícil de arrancar.
La detención en Nigeria de 47 dirigentes del movimiento insurreccional y su posterior deportación a Yaundé en enero 2018 no hizo más que exacerbar la tensión y ahondar aún más el abismo. Resulta que el monstruo decapitado no tenía una sola cabeza.
En este momento, Camerún vive al borde de la implosión. Los muertos se cuentan cada noche. El miedo se ha apoderado de la gente. Los militares prefieren circular vestidos de civil para no caer en manos de los insurgentes mezclados con la población. El deseo del presidente Biya de presentarse a un nuevo mandato con sus 85 años de los cuales 36 en el poder no parece haber calmado los ánimos de los que esperaban otro tipo de gesto en el panorama nacional. Algunos dirán que la sabiduría y la política suelen caminar en paralelo.
Pude hacer mi estancia en Buea con una sensación de estar rodeado de peligro. Los disparos de cada noche me recordaban ciertas experiencias mías en otros lugares, en otros tiempos. Las miradas de la gente también. Un nuevo conflicto está naciendo en un país que llevaba años con estabilidad. El volcán de Camerún está a punto de entrar en erupción. ¿Quién sabrá practicar el ritual conveniente para aplacar los dioses?
Original en : Afroanalisis