La organización no gubernamental Iniciativa Global contra la Delincuencia Organizada Transnacional ha publicado un estudio reciente sobre el tráfico ilegal de oro en África Austral y Oriental (Sudán del Sur, Uganda, Kenia, Zimbabue, Sudáfrica). El estudio investiga las redes interconectadas de los mercados de oro en los países africanos. La mercancía de estos mercados incluso llega a parar a Dubái. Si bien los Estados han mejorado su maquinaria institucional para prevenir y combatir el tráfico ilegal de oro, reforzando su arsenal jurídico, atajando la corrupción y promoviendo la implicación de actores políticos militares o económicos, el tráfico ilegal de oro continúa aumentando cada año.
Desde los mineros hasta los compradores, pasando por los revendedores, el oro de contrabando transita por redes muy bien establecidas. En África Oriental, Kampala y Entebbe son centros importantes, aunque Johannesburgo y Harare están adquiriendo relevancia en el mercado ilegal. Una de las autoras de este estudio, Marcela Hunter, explicó algunas de las razones por las que se perpetúa el tráfico ilegal:
«Personas poderosas, en particular políticos corruptos, pueden adjudicarse tierras u obtener los derechos de suelo o de minería y llevar a cabo sus propias operaciones en detrimento de las poblaciones locales. También pueden establecer asociaciones con las sociedades más importantes o incluso imponerse como intermediarios locales y después obligar a los pequeños mineros a pagar impuestos o forzarles a vender a determinadas personas de las cuales son cómplices».
El resultado: el mercado legal del oro tiene poco peso en términos de volumen económico en comparación con los millones de dólares que se canalizan mediante transacciones ilegales cada mes. Y este tráfico continuará creciendo junto con el interés por el mineral.
«El precio del oro es muy alto y continúa aumentando. ¡Es muy rentable! Es también el medio de subsistencia de cientos de miles de personas, y si cabe, millones. Y esto aumentará con el cambio climático que, a su vez, incide en otros medios de subsistencia como la agricultura, haciéndolos menos lucrativos».
La autora recomienda poner el foco en los flujos financieros de mayor tráfico y colaborar con los pequeños mineros y compradores para establecer un registro de propiedad seguro y reforzar la cooperación entre los países de la región. Todo en aras de que la explotación de las minas de oro pueda favorecer el desarrollo local en lugar de ofrecer una vía de financiación de los conflictos.
Fuente: Radio France Internationale
[Traducción y edición, Omar Benaamari Hedioued]
[Fundación Sur]
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