El síndrome de alimentar al gran hombre

26/01/2011 | Opinión

Cuando lo piensas bien, es culpa nuestra, de los ciudadanos de a pié en África, la arrogante forma en la que los que están en el poder, nos pisotean por todas partes, todo petulantes, con un aire de que deberíamos estar complaciéndoles, en lugar de ellos complaciéndonos a nosotros. ¿Cómo puede tener esto sentido? Después de todo, nosotros pagamos sus salarios.

Nunca esperarías ver un gran atasco de tráfico creado porque un líder del estado ha salido a dar una vuelta en el coche en el Reino Unido, agresivamente protegido por excesivamente entusiastas ego-maníacos, disfrazados con uniformes policiales. O tal vez de pomposos cabeza de patata vestidos de civil, que usan sus land rovers de color beige como accesorios de su importancia, mientras son ridículamente groseros mientras surcan la ola de su viaje de poder.

Vemos este tipo de viajes de poder en formas tales como la política de “dispara primero”, tan popular en Kenia. A pesar de ser una sociedad predominantemente cristiana, donde los valores como “no matarás” se supone que son la ley, recientemente unos sospechosos de haber robado fueron asesinados a quemarropa en una transitada carretera, a plena luz del día, por oficiales de policía, después de haberse rendido. A veces, lo que destaca de todo esto es que los policías sabían que tenían el poder de salir impunes.

Tontos sumisos

Y todavía, los tontos sumisos en que nos hemos convertido, aceptamos estas cosas. Y estamos de pié al lado de la calle esperando durante horas sólo para ver el paso del coche del presidente, o el primer ministro o algún otro auto-importante VIP, con sus automóviles relucientes, totalmente ajenos a los estragos que crean y que durará unas buenas horas y el impacto negativo que podría haber tenido en la economía del país.

Después están esos retratos, ya sabéis cuales, en todas las oficinas y tiendas… esos pequeños ojos brillantes que te miran durante todo el día y te observan durante la noche. Es casi un símbolo que adorar, una fotografía de tu presidente posando bien, puesto bien alto para que todos lo recuerden y todos aspiren a ser como él. Tal vez por eso a algunos líderes africanos, que han estado en el poder durante demasiado tiempo, les resulta tan duro dejar que su aspecto cambie con la edad y hacen todo lo que está en su mano para mantener ese aire juvenil capturado en ese marco.

El “Síndrome del hombre grande” existe porque alguien intenta superar la manera en que cree que los demás le ven, creando esta imagen omnipresente de poder, aunque la imagen que presenta en realidad es la de un idiota desmañando que no tiene ninguna consideración por aquellos que le exhiben en sus oficinas.

Una sociedad más verde

Nuestras sociedades necesitan tener poder, o estar asociadas con el poder, es tan importante que se refleja en los líderes que creamos: individuos que no serían pillados yendo en bici a sus oficinas por la mañana, con la esperanza de impulsar una sociedad más verde. Y ciertamente, no individuos que se mezclen libremente con nosotros, los simples mortales.

Por alguna razón, lo hacemos, debemos dejar de alimentar “el poder”. Mantener en el poder a personas que sean responsables de sus acciones; no a los funcionarios que son groseros contigo o los VIP a los que no les importa nada. Y para aquellos que están en el poder, quizá deberían contemplar la idea de hacer como el dignatario que se recorre toda la ciudad y ve la forma en que son tratados los ciudadanos de a pié.

Después de todo, no es la manera en que tratas a tus superiores lo que te define, sino la forma en que tratas a tus inferiores.

Por SAMANTHA SPOONER

(Africa Review, Kenia, 25-01-11)

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