El silencio es asesino

29/07/2011 | Opinión

Se dice que el silencio es oro, pero yo digo que el silencio es un asesino, especialmente cuando estás oprimido. Toda mi vida me he preguntado las razones por las que mi padre siempre se estaba marchando a luchar alguna guerra en algún lugar del mundo. Un día encontré el coraje para preguntar a mi padre: ¿papá, por qué estás tanto fuera? ¿Es porque ya no nos quieres? Mi padre sacudió la cabeza y me pidió que me acercase y me sentase en su regazo. Me puse muy contenta y corrí hacia él sintiéndome una niña especial. Me acarició suavemente la cabeza y dijo: Os quiero con todo mi corazón y recuerda, mi corazón es grande” y sonrió…

Mi querida hija –dijo- no pasa un día en que yo no me pregunte a mí mismo si estoy haciendo lo correcto. Odio la injusticia, dijo con cara triste. Si puedo tener odio en mi corazón, querida, es injusticia y mi pueblo, el pueblo de la región de Ogaden vive con miedo, injusticia social, opresión y limpieza étnica cada día. No puedo dormir en paz cuando mi propio pueblo está sufriendo. Espero que el sacrificio que estoy haciendo al final merezca la pena.

Yo sólo tenía siete u ocho años y las palabras justicia social, opresión y limpieza étnica eran demasiado grandes para que yo las pudiera asimilar. Todo lo que capté de esa conversación era que alguien necesitaba la ayuda de papá. Cuando me hice adulta, no dejaba de preguntarme si debería ignorar las señales de injusticia social en Etiopía en general, pero especialmente en la región de Ogaden. Cuanto más intentaba ignorarlo más me preocupaba. Era como un picor en un lugar que no podía llegar a rascarme. El sentimiento de culpabilidad y dolor me abrumaban cuando ocupé mi lugar en la vida como mujer joven. ¿Cómo puedo ignorar todo esto? Recordé las palabras de mi padre ¿Cómo puedo dormir tranquila cuando mi pueblo está sufriendo?

Descubrí que el silencio es un asesino y si continúo quedándome callada, pronto me destruirá. Me involucré en el esfuerzo por defender al pueblo y pretender que estoy haciendo lo que mi padre hizo, excepto que yo no estaba luchando una guerra real. Resultó ser un verdadero reto porque no tenía los recursos, el tiempo, el dinero y el poder necesarios para cambiar nada. Todo lo que tenía era la moral muy alta, sobre que podría cambiar el mundo y terminar con este sufrimiento. ¿Estaba equivocada?

Etiopía está gobernada por un tirano llamado Meles Zenawi que tiene los recursos suficientes para intimidar a cualquier persona bajo su gobierno. Está financiado por países occidentales, especialmente Estados Unidos y Canadá. Él dice que está combatiendo a Al Shabaab, un grupo que no tiene base en Etiopía, sino en Somalia. Sólo Estados Unidos le da unos 2.000 millones de dólares en ayuda y ¿dónde va esa ayuda? Por supuesto que a comprar armas para destruir a cualquiera que no haya muerto antes de hambre. Una vez que supe cuánto dinero gasta el gobierno de los Estados Unidos en ayuda a Etiopía, me sentí decepcionada y frustrada. También me sentí culpable de que el dinero de mis impuestos está siendo empleado para matar a mi propio pueblo.

¿Cómo puede Occidente, especialmente Estados Unidos, apoyar a un líder tan horrible? No comprendo cómo funciona la política de Exteriores de este país, pero seguro que pasa desapercibido que mis impuestos están siendo gastados en tortura humana. Meles no sólo oprime a los etíopes, sino que también oprime en gran medida a Somalia y Kenia, sus vecinos más cercanos. Meles es como ese gran niño mezquino que se queda con el dinero para el almuerzo de todos, excepto porque Estados Unidos y Canadá están suministrando ese dinero del almuerzo para él. Termino mi alegato con la afirmación de que el silencio es asesino y todos deberíamos hablar más alto sobre el genocidio de nuestro propio pueblo.

Por Hodan Heelo

Publicado el día 1 de junio de 2011, en Ogaden Online.

Traducido por Rosa Moro, de Fundación Sur.

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