Publicado por Carlos Bajo Erro
No es una propuesta al uso la de África Imprescindible, pero no lo es además ni en el contexto ni en el contenido. El consorcio de ONG pamplonesas ha llevado hasta la capital navarra una curiosa muestra de arte contemporáneo senegalés, Creación contemporánea. Senegal, de la mano de Kalao Panafrican Creations. Así, la Sala de Armas de la Ciudadela de Pamplona está poblada desde el 28 de noviembre y hasta el 26 enero de una selección de obras de seis artistas senegaleses de distintas disciplinas, de diferentes generaciones y con estilos diversos. Aunque no se trate de una exposición minuciosa de todas las posibilidades que ofrece la creación artística actual en el país del África occidental, si que ofrece una variedad que proyecta la idea deseada: que las opciones son diversas y que el arte senegalés goza de buena salud, a pesar de la reducida difusión y de nuestra falta de conocimiento.
Esculturas y pinturas forman esta muestra que se construye mediante el hierro o la terracota, el alambre y el plástico y que se colorea con pastel, acrílico u óleo, para dar forma al universo artístico de seis autores muy diferentes entre sí. La nómina va desde la más veterana Seyni Awa Camara a los benjamines, Cheikhou Ba y “Douts”.
El puente perfecto hacia la producción contemporánea es Seyni Awa Camara una mujer nacida en Casamance y cuyas esculturas muestran la continuidad entre la tradición y la producción artística actual. Siendo la más veterana del grupo de autores, Camara aparece como la representante de la primera generación del arte contemporáneo senegalés. No tiene formación académica pero considerarla autodidacta supondría un menosprecio a la tradición de la que la escultora bebe. Su formación, en realidad, se acerca a la del trabajo del barro tradicional y sus esculturas de terracota recuerdan fielmente a las que se utilizan en los ritos religiosos tradicionales del sur de Senegal, así como en muchos otros lugares de África. Sin embargo, la obra de Seyni Awa Camara responde a la coherencia del propio trabajo del barro, eminentemente femenino. Las figuras de la escultora nos recuerdan la fuerza de las mujeres. Ellas son las protagonistas de esta obra que destaca, además su parte más activa, su iniciativa, su papel de soporte y motor de la sociedad, más allá de la invisibilidad.
Más allá de Camara, nos encontramos, por ejemplo, con la Reunión familiar de Ibrahima Kébé, el representante de la segunda generación de artistas. Kébé es la muestra de una corriente liberada de los corsés de un arte subvencionado y endurecida por la necesidad de buscar nuevos horizontes más allá del ala de un Estado que los protege, pero al mismo tiempo los instrumentaliza. Las obras de Kébé proyectan la ternura que despierta un estilo que puede parecer infantil con colores planos y carentes de matices y trazos gruesos para un dibujo sencillo, casi esquemático. Ese es el primer nivel observación de los cuadros, el que hace que uno se acerque a observarlos más de cerca o, simplemente, que se pare delante. Es entonces cuando se descubre que hay algo debajo de esa capa superficial. La observación lleva a la convicción de que hay algo dentro de las pinturas de este artista, de que dentro de los cuadros está pasando algo y lo que ocurre, en realidad, es que esas figuras simples son terriblemente humanas, tanto que, incluso, se relacionan entre sí. En ocasiones se descubre una mano que roza el hombro de un personaje, en otras las miradas que se cruzan con una enigmática complicidad o, también, que se dirigen al espectador como una sugerente invitación a observar, descubrir y participar.
La exposición Creación contemporánea. Senegal ofrece apenas una degustación de las caras de Ndary Lo, concretamente de dos de ellas, la de la escultura y la de la pintura. Por un lado, Lo, el primer de los representantes de la tercera generación de artistas, transmite una tremenda confianza en el hombre con sus esculturas y su Esperanza, seguramente, es la mejor prueba. Los hombres, sus hombres, crecen, se alargan infinitamente, como si fuesen capaces de cualquier cosa; pero además, en este caso, se unen, entrecruzan sus fuerzas a través de sus manos, para mostrar que esa es la máxima capacidad, la unidad. Por otro lado, las pinturas de Lo, muestran su dimensión más reivindicativa. A través de los retratos, el artista provoca, en un lugar como la Ciudadela de Pamplona, una extraña reunión de algunos de los personajes más grandes de África en el pasado siglo. A veces controvertidos, pero siempre, cuando menos carismáticos y con mucho que ofrecer (mucho más que lo que la mayor parte de los espectadores saben de ellos), Lo nos obliga a mirar a los ojos de personalidades como Sankara o Fela Kuti, en una reclamación clara del protagonismo africano.
Con Camara Guèye nos encontramos con una sabrosa mezcla que hace difícil definir al pintor. Algunas de sus obras nos hacen pensar en collages incompletos, apenas retazos de formas que son más o menos reconocibles y que individualmente aportan contenido al conjunto. Pero también nos encontramos con escenas formadas por personajes contundentes tanto en volumen como en la fuerza que desprenden. Unas y otras nos remiten habitualmente a la vida cotidiana, a través de esos conjuntos de “cosas” con un orden tan relativo como precario. Todas ellas, en cualquiera de sus formatos tienen mucho de imágenes de ensueño en las que las relaciones entre los elementos son bien distintas a las de la vida real, pero en las que también, sin una explicación clara, los elementos forman un conjunto único.
Cheikhou Ba se escapa completamente de las paredes de la Ciudadela. La muestra nos da una imagen de un artista con múltiples caras, pero no tantas como se observan en su obra completa. A modo de cata nos encontramos con el Ba escultor y el Ba pintor. El primero de ellos es de las obras de personajes “poco nobles”, el plástico o el alambre, para construir hombres muy particulares. En unas ocasiones, la estilización es prácticamente exasperación. Los miembros se alargan y se estiran transmitiendo una sensación de cierto sufrimiento agónico. En otros, las figuras aparecen en grupo, se agrupan, para crear un sentimiento de anonimato dentro de la masa, de pérdida de la individualidad, pero también de comunidad. En el Ba pintor, al mismo tiempo, también hay matices diversos, aunque se mantienen los dibujos de trazos simples para definir las figuras y los personas con rostros mundanos, en algunos casos, o incluso tan inexistentes que rozan lo fantasmagórico. Da la impresión de que el artista se mueve entre la soledad más desgarradora e introspectiva y la comunidad que en ocasiones anula y desdibuja, pero que también ofrece el calor de la compañía.
Por último, las obras expuestas de Mohamadou Ndoye “Douts” hacen pensar en un pintor de detalles, básicamente porque son apenas unos pocos elementos los que dan sentido a pinturas que a simple vista pueden parecer vacías de contenido, formadas por lienzos de colores homogéneos salpicados por esos pequeños retazos que dan sentido al conjunto. Sin excesos ni artificios, Douts da sentido a La noche ante el que es necesario pararse para descubrir una escena nocturna y urbana entre destellos y contrastes de color. La mayor parte de los trabajos de Douts muestran una concepción particular de la ciudad en la que los hombres son apenas esbozos de personajes medio perdidos y medio en lucha por preservar su espacio.
En todo caso, Camara, Kébé, Lo, Guèye, Ba y Douts son la muestra de un panorama variado, activo, creativo y dinámico. Los organizadores de Creación Contemporánea. Senegal aseguran que están satisfechos con la acogida y la afluencia de público que está recibiendo la exposición. Los seis artistas han expuesto en distintos lugares de Europa, pero lo cierto es que hasta el momento no se había organizado una muestra que transmitiese esa idea del panorama senegalés.
Original en : Wiriko