El saqueo de cobalto, coltán y litio en la RDC, causa violencia sexual y crímenes de guerra

7/12/2020 | Editorial

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Denis Mukwege, ginecólogo y Premio Nobel de la Paz 2018, está amenazado de muerte por denunciar la violencia sexual y los crímenes de guerra, dice: «Hemos tratado a más de 50.000 mujeres violadas».

El Hospital de Panzi, donde vive desde 2013, está protegido por agentes de la ONU. «Estas amenazas de muerte no son palabras vacías. Algunos de mis parientes ya han sido asesinados«, dice el ganador del Premio Nobel de la Paz en 2018. «El gran obstáculo viene de aquellos que se benefician de esta guerra, que compran nuestros minerales a las bandas armadas«.

En este saqueo injusto de los recursos de la República Democrática del Congo (RDC) y de otros países africanos, que conlleva crueles consecuencias para la sociedad, todos somos responsables. Todos utilizamos baterías, móviles y ordenadores, etc., cada día, para nuestras relaciones y trabajo, y no podemos vivir sin estos medios tan eficaces de comunicación (TIC).

Lo que si podemos y debemos es exigir a nuestros gobernantes una gestión más responsable y ética de nuestro presupuesto nacional, exigiendo mayor transparencia y justicia en las relaciones comerciales entre las empresas europeas extractivas de minerales y los países africanos donde operan, así como una reducción drástica en el presupuesto militar para promover una educación y sanidad de mayor calidad. Esto exige una nueva y necesaria economía del bien común, de estilo más corporativo.

Sabemos que los que luchan por una gobernanza y economía más ética y equitativa serán perseguidos por los poderosos, por aquellos que buscan vivir en mayor lujo cada día. Es por tanto imperativo que esta lucha por la justicia y la solidaridad con los pueblos africanos ha de ser siempre inclusiva, comunal e internacional. Juntos podemos conseguir lo que nos propongamos, en la perspectiva de los Objetivos del Desarrollo Sostenible. Estos movimientos sociales, existentes por todos los Continentes, no buscan conseguir el poder político, sino monitorear y promover una gobernanza más responsable y una gestión económica más solidaria.

Mukwege lleva más de una década reclamando respeto por los derechos humanos y justicia por los crímenes cometidos en su país, tras casi un cuarto de siglo de crímenes contra la humanidad. Como médico, conoce una brutalidad que no tiene nombre y que lleva denunciando desde «hace veinte años, pero nunca hemos tenido una solución que permitiera a la población local vivir en paz», dice el Premio Nobel.

El ginecólogo exige que se constituya un tribunal internacional que juzgue a los criminales y deje atrás la impunidad. Este año, el Parlamento Europeo ha pedido a los estados miembros del Consejo de Seguridad de la ONU que se establezca dicho tribunal penal, pero lo cierto es que el de RDC es un conflicto perpetuado por los países poderosos. «Durante más de veinte años, hemos tenido la mayor fuerza de la ONU desplegada en varias zonas de enfrentamiento», dice Mukwege, pero las matanzas continúan.

¿Cuál es el motivo de la falta de acción de la ONU, de la indiferencia de la comunidad internacional? «El gran obstáculo viene de aquellos que se benefician de esta guerra, que compran estos minerales a las bandas armadas», opina el ginecólogo. El Primer Mundo se permite un saqueo que «se está produciendo en un caos total». En un contexto de paz, no sería posible. «La RDC es un país muy rico en recursos naturales», sigue. «El desarrollo tecnológico del siglo XXI no será posible sin la RDC. Hoy en día, es imposible hablar de coches eléctricos o equipos electrónicos sin hablar del cobalto, el coltán o el litio».

El africano clama para que se exploten los minerales «sin matar, violar y explotar a los niños». Y apela a todo el que posee un teléfono inteligente o un vehículo eléctrico: «Estos minerales pueden estar limpios, pero hoy en día están manchados con la sangre de los congoleños«. «Creo que todavía es posible conservar nuestros cerebros, crear riqueza en África, para que nuestra juventud no siga vagando por los desiertos y muriendo en los mares», dice el Nobel de la Paz, sobre el continente africano en su conjunto.

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