Libia está repleta de ruinas antiguas, sitios arqueológicos y lugares de interés cultural. ¿Por qué los lugareños no están interesados?
En el verano de 2023, volví a casa en Bengasi, en el este de Libia. A lo largo de los años, he convertido en una tradición viajar durante las vacaciones a las ciudades y pueblos de mi región oriental. Durante este último viaje, uno de los lugares que visité fue la ciudad portuaria de Susa, conocida en la antigüedad como Apolonia.
Susa está ubicada en la costa de la región de Cirenaica, en el este de Libia, a 195 kilómetros (121 millas) al este de Benghasi. Originalmente fundada por los griegos como parte de la Pentápolis de Cirenaica, más tarde se convertiría en una colonia romana. La ciudad obtiene sus ingresos principalmente de la agricultura. Los residentes de la ciudad cultivan sandías, melones, uvas, almendras, tomates y, lo más famoso, higos.
No había ninguna señalización que condujera al lugar histórico. Me detuve para preguntar a uno de los residentes locales cómo llegar y la persona me respondió: “Siga recto hasta llegar al banco local, después verá muchas piedras”. En ese momento me quedé bastante perplejo, porque esa persona llamaba a ese sitio de gran riqueza cultural “solo piedras”. La palabra piedras sugería que la población local consideraba que el lugar no tenía valor ni importancia para sus vidas.
El valor comunitario de lugares históricos se basa en las tradiciones y creencias de las personas que vivieron allí y los construyeron. Al mejorar el prestigio de los lugares entre las comunidades locales de Libia, se reduce también el riesgo de perder una parte tan esencial de su patrimonio. Además, se fortalece la conexión de los libios modernos que durante mucho tiempo han estado separados de sus raíces y su patrimonio. Pero la pregunta es: ¿cómo podemos garantizar que las comunidades locales valoren esos sitios?
Libia es un país con un rico patrimonio. Hay restos de una muy temprana civilización que datan de hace 150.000 años y, más recientemente, los extensos restos del Imperio griego, en el que había cinco ciudades-estado a lo largo de la costa oriental del Mediterráneo. Más tarde, los romanos ocuparían el este y el oeste del país y dejarían su propia huella. Todavía quedan reliquias del imperio Otomano y sigue habiendo una persistente influencia italiana. En su más reciente encarnación, el país se convirtió en una nación árabe.
Libia está repleta de ruinas antiguas, sitios arqueológicos y monumentos culturales que muestran su histórico pasado y su riqueza cultural. Sin embargo, a pesar de su importancia, la mayoría de estas ruinas están descuidadas y se encuentran en diversos estados de deterioro. ¿Podría la respuesta a su conservación residir en la creación de una sostenible fuente de ingresos para las comunidades locales?
El país cuenta con sitios declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, como la Pentápolis, que comprende las cinco ciudades de Cirene, cerca del moderno pueblo de Shahat, con su puerto de Apolonia (Marsa Susa); Arsinoe o Taucheira (Tocra); Euespérides o Berenice (cerca de la moderna Bengasi); Balagrae (Bayda); y Barce (Marj), cuyo centro era Cirene. Estos lugares sirven como indicadores de la rica historia de Libia, atrayendo turistas internacionales y nacionales, ofreciendo, al mismo tiempo, oportunidades económicas para las comunidades locales.
Más de una década de violento conflicto, la consiguiente falta de financiación estatal, la inadecuada conservación y, lo más crítico, algunos podrían argumentar, el desinterés en estos lugares por parte de las poblaciones locales pueden explicar el descuido de estos sitios. El desinterés local en realidad equivale a un invisible boicot cultural. La consecuencia de este descuido es, muy profundamente, una desconexión cultural e histórica entre la Libia moderna y su patrimonio cultural.
Estas estructuras fueron construidas por primera vez en el año 630 d. C. por los colonos griegos. A lo largo de los años, muchos objetos se han perdido, han sido dañados o robados y expropiados, y han acabado en museos extranjeros en el Viejo Mundo, dejando lugares centenarios en el olvido. Esto no sólo daña la apariencia estética, sino que borra piezas de historia de un valor insustituible, profundizando así la desconexión entre las generaciones futuras y el pasado de Libia. Además, el descuido de los lugares históricos de Libia tiene amplias implicaciones para las comunidades locales, que podrían beneficiarse económicamente del turismo generado por esos lugares. Sin embargo, más que cualquier otra cosa, es el intrínseco valor cultural asociado a las ruinas, que sólo puede crecer una vez que dicho valor sea reconocido y apreciado por la gente del país.
Hay que afrontar varios desafíos para liberar todo el potencial económico del turismo patrimonial en Libia. Para la conservación de los lugares, es imperativo que se obtengan fondos adecuados para los proyectos. Las preocupaciones en materia de seguridad deben reducirse para que sea seguro para todos. Es importante señalar que estos lugares históricos están designados como Patrimonio de la Humanidad, así, si se resuelven los problemas de seguridad, se podría acelerar la llegada de expertos internacionales para ayudar con la conservación.
Implantar en las comunidades locales la idea del valor económico y cultural de los sitios requiere demostrar beneficios tangibles para los medios de vida de los lugareños. Si las comunidades locales que viven en las proximidades de esos sitios pudieran beneficiarse económicamente, esos sitios serían, sin duda, valorados de forma diferente. Esto profundizaría la identificación de las comunidades con los lugares, aumentaría el orgullo colectivo y cambiaría las opiniones y percepciones culturales. En consecuencia, esto brindaría oportunidades para un mayor turismo en la zona.
El turismo aseguraría beneficios económicos a través del aumento del gasto de los visitantes en las áreas locales. Esto crearía muy necesarias oportunidades de empleo y el aumento del espíritu empresarial en forma de hoteles, restaurantes, cafés y sistemas locales de transporte. Un estudio anterior que realicé en 2020 sobre los indicadores de sostenibilidad de Libia concluyó que había un alto nivel de desempleo entre las comunidades locales. Empoderando a las poblaciones para que se apropien de su patrimonio, se crearían puestos de trabajo en turismo.
A pesar de los desafíos, hay esperanza en el horizonte. En la actualidad, la economía de Libia depende exclusivamente de los ingresos derivados del petróleo, que están centralizados por el gobierno en el oeste del país. Si el turismo patrimonial tuviera éxito, podría disminuir la fuerte dependencia del petróleo. El turismo patrimonial ha surgido como una prometedora oportunidad económica para los países con un rico patrimonio cultural, algo de lo que Libia ciertamente no carece.
En conclusión, el descuido del patrimonio histórico en Libia representa la subestimación de dichos sitios, lo que hace que se los denomine “montones de piedras”. Esto representa una oportunidad perdida para el desarrollo cultural y económico sostenible. Priorizar la preservación y promover los sitios patrimoniales en Libia, en particular la Cirenaica en el este del país, puede mejorar su rico patrimonio cultural a través de la participación de la comunidad local y la creación de estratégicas relaciones con socios internacionales como la UNESCO, Smart History y el PNUD. Libia puede abrir la puerta a un completo potencial de desarrollo económico y patrimonio cultural e histórico, garantizando que dichos sitios sean cuidados y valorados por las generaciones actuales y futuras.
Fuente: African Arguments
[Traducción, Jesús Esteibarlanda]
[CIDAF-UCM]