Desde mediados del siglo XX, Egipto ha desempeñado un papel central y constante como mediador en el conflicto entre Israel y Palestina. Su ubicación geográfica, su influencia política en los países árabes y su experiencia diplomática lo convierten en un actor clave en los intentos de pacificación, particularmente en las distintas crisis de Gaza. A partir de la firma del Tratado de Paz de 1979 con Israel, Egipto se consolidó como un intermediario estratégico entre las partes, asumiendo una función que combina intereses de seguridad nacional, legitimidad regional y cooperación internacional.
El papel de Egipto como mediador ha evolucionado en paralelo con los cambios en su política interna y con las transformaciones del orden regional. Durante la era de Hosni Mubarak, El Cairo ejerció una mediación tradicional y jerárquica, caracterizada por la búsqueda de estabilidad y el mantenimiento del statu quo. Tras la Primavera Árabe y la llegada al poder de Mohamed Morsi, surgieron cambios en el grado de afinidad con las facciones palestinas, especialmente con Hamas. Bajo el liderazgo de Abdel Fattah el-Sisi, la mediación egipcia ha retomado un tono más pragmático y securitizado, aunque condicionado por presiones económicas y por la competencia de nuevos actores como Qatar y Turquía.
Nuria Tian Almena López
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