El rol de Europa en el siglo XXI

19/06/2008 | Opinión

Hace escasos dos años, el autor y pensador británico Mark Leonard, publicó un libro titulado “¿Por qué Europa dirigirá el siglo XXI?”. Hoy, uno se pregunta hasta qué punto Europa siquiera participará en el siglo XXI. No es sólo el golpe mortal propiciado por la negativa de Irlanda a aceptar el Tratado de Lisboa lo que reorganizará la Unión Europea.

He pasado seis de los últimos 8 años en la capital de la Unión Europea, y he notado una progresiva pérdida de autoconfianza en Europa, un ensimismamiento y un aumento del pesimismo en cuanto al futuro. Por todo la atención que se está prestando a los males de la economía americana, pocos europeos piensan que van a heredar el mundo. La economía alemana está funcionando muy bien estos días, pero es excepcional, incluso los alemanes temen que sea temporal.

El placer que les produce a los europeos la debilidad del dólar y lo alto que está el euro es una buena distracción de otros temores más arraigados como el de que los asiáticos les estén adelantando y dejando fuera de la competición a Europa, en la economía internacional.

Los monopolios rusos

El gran vecino de Europa también está causando angustia. Cada día hay algún funcionario europeo que promete una política común energética, para hacer frente a los predadores monopolistas rusos, pero cada día los rusos acaban con un nuevo acuerdo favorecedor para los intereses europeos, a expensas de otros.

Los europeos se preocupan por la inmigración y la identidad cultural mucho más de lo que lo hacían cuando yo llegué allí. La mayoría de las elecciones en Europa estos días, tienen la inmigración y su asimilación como un de los temas de fondo, y la mayoría de la gente con la que hablo duda que Europa pueda integrar a los nuevos inmigrantes.

Incluso los laicos se preocupan porque lo que ellos llaman Europa Cristiana está siendo minada por el interminable flujo de musulmanes en su cultura, de ahí la protesta que tuvo lugar a principios de este año cuando el arzobispo de Canterbury sugirió modestamente que se acomodase la ley de la sharia en Gran Bretaña.

Organización milagrosa

Más sorprendentes, tal vez, sean los continuos cuestionamientos a la Unidad Europea. La UE sigue siendo una organización milagrosa, y nadie debería estar en contra nunca de su continuo progresa. Pero los grandes poderes europeos guardan celosamente sus prerrogativas en materias como política exterior, especial y comprensiblemente cuando se trata de mandar sus tropas a lugares peligrosos.

Para agravar todos estos asuntos, se cree que a Europa le falta un liderazgo fuerte. Gordon Brown es considerado débil. Angela Merkel está encerrada en su gran coalición. A muchos americanos e italianos les gusta Silvio Berlusconi, pero a la mayoría de los europeos, de fuera de Italia, no les gusta nada.

Nicolas Sarkozy es visto como “todo destellos”, y sólo para Francia, no para Europa. El interés propio siempre triunfa sobre el interés común.
A América le interesa que Europa esté unida, sea independiente y capaz, incluso aunque en muchas cosas no estén de acuerdo. Yo prefiero ver cómo Europa dirige el siglo XXI que no ver cómo lo hace Vladimir Putin de Rusia o Hu Jintao, de China.

Robert Kagan

(Business Daily, Kenia, 19-06-08)

Traducido por Rosa Moro, del Departamento Áfirca de la Fundación Sur

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