El reciente reportaje de El País Planeta Futuro (11/05/2025) revela una cruda realidad, al menos un tercio de los africanos -unos 500 millones de personas- literalmente no existen para sus propios gobiernos. No aparecen en censos, no tienen documentos de identidad y, por tanto, son invisibles para los sistemas de salud, educación y protección social.
Lo más valioso del enfoque de El País es cómo humaniza las estadísticas. No se limita a informar «hay un problema con los registros civiles«, sino que muestra sus consecuencias concretas: niños que no pueden ir a la escuela, enfermos que no acceden a tratamiento, familias enteras que no votan ni pueden abrir una cuenta bancaria. El reportaje acierta al mezclar datos duros (como que 20 países africanos no han realizado un censo en la última década) con historias personales que duelen, como la de una mujer nigeriana que perdió su herencia por no estar registrada.
Sin embargo, el medio peca de cierto pesimismo unilateral. Mientras describe magistralmente el problema, dedica poco espacio a iniciativas exitosas como el sistema de identificación digital de Ghana o los avances de Ruanda en registros biométricos. Tampoco explora suficientemente cómo la tecnología móvil está ayudando a saltar etapas, en Kenia, por ejemplo, el M-Pesa permite transacciones sin necesidad de identificación formal.
El artículo de El País funciona como un grito de alerta necesario, pero se queda corto al no mostrar que, precisamente porque el problema es tan grave, están surgiendo soluciones innovadoras desde el propio continente. África no solo tiene el desafío de contar a su gente, también está inventando maneras creativas de hacerlo.
Javier Moisés Rentería
CIDAF-UCM
