El problema de Kenia con los cosméticos falsos (parte 2/2)

2/07/2019 | Crónicas y reportajes


Los oficiales antifalsificaciones keniatas se enfrentan a una tarea abrumadora vigilando cosméticos falsos pero hay nuevas medidas que podrían ayudar.

mg_0085-copy-2.jpg Hace seis años, Nelly Tuikong vio una apertura en el auge que estaba experimentando el mercado de la belleza en Kenia. Las grandes empresas internacionales vendían productos de primera calidad a precios de gama alta a las crecientes legiones de aficionados a la belleza en Kenia. Así que Tuikong, una enfermera de cuidados críticos se convirtió en empresaria y fundó Pauline Cosmetics, una línea de cosméticos localizada en Kenia con una misión: producir maquillaje de calidad y asequible para las mujeres africanas.

Pero desde el lanzamiento de su marca en 2013, Tuikong ha descubierto que su competidor más importante no son las marcas de gama alta internacionales, sino las falsificaciones que se hacen pasar por ellas. Declaró a Al Jazeera que “mi competidor como fabricante keniata no es la marca Estee Lauder, sino Duboir Road y River Road”.

Las calles Dubois Road y River Road son los centros de falsificaciones baratas de cosméticos en Kenia. Una simple comparación de precios de barras de labios ilustra cómo esas falsificaciones socavan a las marcas locales. Un labial de Pauline Cosmetics cuesta 800 chelines kenianos (6,89€), mientras que un labial de una marca de primera calidad internacional puede costar en una tienda de gama alta unos 2.800 chelines (24€). En comparación, se puede adquirir una falsificación en Dubois Road por apenas 150 chelines (1,29€).

La situación es frustrante para fabricantes como Tuikong: “¿cómo compito contra una barra de labios que cuesta 100 chelines [no llega al euro], o una base de maquillaje que cuesta 200 chelines [1,72€] haciéndose pasar por una marca de lujo? ¿Por qué el gobierno no hace nada con esto? Tienen que investigar por qué estos productos son tan baratos y qué riesgos sanitarios y de seguridad suponen para los ciudadanos”.

Según la Autoridad de Ingresos de Kenia (KRA), el año pasado se importaron aproximadamente 15 millones de kilogramos en cosméticos, casi el doble que en 2010. Identificar los productos falsos no es siempre sencillo. Los falsificadores han encontrado formas de burlar medidas como los códigos de barras en los paquetes, diseñados para ayudar a los consumidores a diferenciar entre lo que es verdadero y lo que es falso.

En un esfuerzo por determinar el peligro potencial para la salud de los consumidores, la Agencia de Lucha contra la Falsificación de Kenia (ACA, por sus siglas en inglés) envió recientemente un lote de cosméticos falsificados para su análisis a la Oficina de Normas de Kenia (KEBS). Johnson Adera, el subdirector de servicios legales y de cumplimiento de la ley de ACA, explicó a Al Jazeera que los resultados de esas pruebas inaugurales aún están pendientes. Mientras tanto, detener la ola de cosméticos falsos que inundan el país es cada vez más difícil para los oficiales.

Falta de personal

La proliferación de cosméticos falsos en Kenia va de la mano con la explosión de todo un rango de productos falsificados provenientes de China. Según Adera, el entramado está compuesto además de productos electrónicos, medicamentos, bienes de lujo, ropa, calzado, piezas de automóviles, comida, tabaco y bebidas alcohólicas: “el comercio de estos productos crece año por año. Casi todos vienen de China”.

ACA es responsable de la lucha contra las falsificaciones inspeccionando y verificando los productos que entran en Kenia desde el extranjero, y de llevar a cabo una vigilancia del mercado para interceptar los productos ilícitos que han llegado al país. Pero al igual que muchas agencias encargas de la aplicación de la ley, la ACA enfrenta una tarea abrumadora. Adera declaró que «la agencia tiene poco personal, con solo 60 inspectores repartidos por los puertos del país y la ciudad [de Nairobi]».

Unos 4.500 contenedores de envío de mercancías importadas llegan a los puertos oficiales de Kenia todos los días, según la KRA. Las importaciones también llegan por tierra desde países vecinos. Y los acuerdos comerciales recientes podrían aumentar aún más el volumen de las importaciones.

Adera describió como una falta de recursos ha llevado a un círculo vicioso. A más cantidad de contenedores en los puertos, más propensos son a ser liberados sin haber sido inspeccionados. Y cuando se incauta un contenedor, la noticia llega a los comerciantes oportunistas, que luego organizan una solución alternativa. «Los comerciantes sin escrúpulos han adoptado la tendencia de limpiar su carga ilegal por la noche, cuando nuestros oficiales no están presentes para llevar a cabo las búsquedas, en la estación de carga de contenedores», explicó Adera.

c5ec3c20e0af8838632d8b6571b31855.pngLas autoridades de Kenia han incrementado los esfuerzos para interceptar productos falsificados y de contrabando. Pero el año pasado, la represión provocó protestas de pequeños comerciantes que afirmaron que sus negocios sufrieron mientras esperaban que los productos salieran de las aduanas. Los pequeños comerciantes también denunciaron haber sufrido acoso por parte de los oficiales del KEBS y la ACA, que llevan a cabo redadas en las tiendas en búsqueda de productos ilegales.

La supuesta corrupción dentro de las agencias oficiales plantea un desafío adicional a los esfuerzos de cumplimiento. El año pasado, más de 30 oficiales de alto rango de la KRA y el KEBS fueron arrestados como parte de una investigación sobre importaciones de contrabando y bienes contaminados dentro del país.

Responder a las quejas de los consumidores

Pero hay nuevas medidas que pueden ayudar en la lucha contra los cosméticos falsos. Desde el 1 de julio de 2019, los importadores deberán registrar toda la propiedad intelectual con la ACA para cualquier artículo que traigan al país.

Adera lo explicó de la siguiente manera: “si traes productos de MAC, tienes que mostrar que o bien eres el dueño de la marca o un distribuidor autorizado”. En el pasado, ACA solo podía actuar en respuesta a las quejas de los dueños de las marcas o distribuidores oficiales cuando una tienda era sospechosa de vender falsificaciones. Pero a partir de enero de 2019, ACA también puede actuar en base a las quejas de los consumidores. “Ha habido algunas redadas en tiendas desde el 15 de marzo, y estamos trabajando en cortar los suministros”, añadió Adera.

Mientras que esta puede ser una buena medida a ojos de aquellos que pierden dinero a causa del negocio de las falsificaciones o de quienes son engañados involuntariamente para comprar dichas falsificaciones, esta mayor diligencia no es bienvenida entre los dueños de las tiendas en Dubois y River Roads.

Estos dueños han organizado un grupo informal, la Asociación de Importadores y Pequeños Comerciales de Nairobi, con el objetivo de frenar la creciente presión gubernamental. Al Jazeera tuvo la oportunidad de reunirse con la representante del grupo Nyokabi Gachari, preguntándole sobre si los comerciantes que representa son conscientes del daño que los productos que venden pueden causar a los clientes.

“No sabemos a qué se refiere la ACA cuando dice que vendemos falsificaciones. “No han hecho educación cívica que nos diga qué son las falsificaciones, los productos de calidad inferior [y] los contrabandos. Por lo que a nosotros respecta, no estamos haciendo nada malo”, declaró Gachari. Comerciante también, insistió en que llevan a cabo un servicio público: “estamos atendiendo a un mercado desatendido de kenianos que quieren lucir bien pero que no tienen el poder adquisitivo para entrar en una tienda internacional y pagar por un producto”.

Pero estos argumentos suenan huecos a Nelly Tuikong, que ve las falsificaciones, sin importar lo baratas que sean, como un mal negocio para los consumidores: “los productos se ven bien desde fuera, pero una vez abres la caja puedes ver claramente que sea lo que sea lo que está en esos botes, es material de baja calidad. Algunos tienen bultos, y los colores y la consistencia están a mundos de diferencia”.

Pauline Mpungu

Fuente: Al Jazeera

[Traducción y edición, Ángela Martínez Pradas]

[Fundación Sur]

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