¿El principal problema del Primer Mundo? Exceso de bienestar, por Alberto Eisman

20/11/2009 | Bitácora africana

Lo tengo cada vez más claro. Me parece que la mayoría de los males del Primer Mundo se solucionarían si las condiciones de vida se deterioraran un poco, si nos fuera un poquito peor, si las circunstancias de pronto nos obligaran a dirigir nuestra atención a lo que es esencial y dejar de lado tantas banalidades en las que la gente se involucra, consciente o inconscientemente.

No hace falta más que ojear las páginas de la prensa electrónica o de papel para empaparse de los temas tan trascendentales que ocupan a nuestra sociedad occidental, como la ocurrencia de la Junta de Extremadura de invertir 14.000 euros en una campaña para enseñar a jóvenes de 15 a 17 años a masturbarse y otras que parecen sacadas de la antología del disparate.

Desde este observatorio tan privilegiado de un pueblo africano, debo decir que a veces los «progresos» de Occidente me dan más que vértigo. ¿Estamos realmente avanzando? El bienestar material que obviamente se ha conseguido en los últimos años ¿va de verdad acompañado por un sentimiento de bienestar también psicológico y emocional? Para mí que cuanto más avanzamos en ciertos aspectos, más anquilosados parece que nos quedamos en otros. Creo que las personas de Occidente nunca se han visto psicológicamente tan vulnerables como ahora. Cuanta más seguridad hay más insegura se siente la gente.

Alguien me enviaba hace pocos días uno de esos correos electrónicos que medio en broma medio en serio comparan diferentes aspectos de lo que ha cambiado el mundo en los últimos 40 años. Uno de los puntos decía que en el año 1969 una familia de 5 personas venían apretujados en un Seat 600 desde Benidorm, chupándose una caravana de la leche después de un mes de vacaciones en un apartamento cochambroso de la costa. Después de tal paliza, se acababan las vacaciones y al día siguiente, a trabajar y tan frescos. En el año 2009, después de volver de Cancún, con todas las comodidades y atenciones en un viaje todo pagado, la gente sufre trastornos del sueño, depresión y amenorrea. El correo terminaba con una tajante afirmación: «Nos hemos vuelto gilipollas». Cada uno que saque sus conclusiones.

Parece descabellado, pero sí, creo que estas escenas pueden ser algo estrambóticas si queremos pero no están tan lejanas de la realidad. Nunca nos ha ido tan bien (a pesar de la crisis, todo hay que decirlo) pero nunca han hecho los psicólogos tanto el agosto como con esta sociedad que aparentemente rebosa tanto confort, glamur y placer pero que en verdad tiene carencias profundas, falta de ciertos valores humanos y heridas morales que sangran y hacen que nuestra sociedad –tan avanzada y tan ilustrada ella– se convierta en una sociedad enferma.

Pregúntenle si no a las personas que hoy día hacen cola en las oficinas de Cáritas. Cuando la prioridad es el alimento, la vivienda, el futuro inmediato de nuestros hijos y otros factores básicos se nos acaban todas las tonterías; como por arte de birlibirloque desaparecen otros temas mucho más banales y uno se centra en lo que en realidad importa. Quizás para salvar nuestra salud mental nos hará falta pasar por alguna crisis material para así darnos cuenta de que al final en la vida hay cosas mucho más importantes que otras. Solamente cuando uno experimenta lo que significa no tener ciertas comodidades –a las que por desgracia ya nos hemos acostumbrado– es cuando podemos apreciar el valor de las mismas.

Sin ir más lejos, me lo volvía a confirmar esto el pasado fin de semana un grupo de alemanes que visitaba Uganda. Estos visitantes, después de haber estado varios días en diferentes pueblos y haber observado cómo vivía la gente, me dijeron completamente convencidos la siguiente frase: «Tienen menos que cualquier familia en Europa, pero son mucho más felices que nosotros».

Original en

http://blogs.periodistadigital.com/enclavedeafrica.php

Autor

  • Alberto Eisman Torres. Jaén, 1966. Licenciado en Teología (Innsbruck, Austria) y máster universitario en Políticas de Desarrollo (Universidad del País Vasco). Lleva en África desde 1996. Primero estudió árabe clásico en El Cairo y luego árabe dialectal sudanés en Jartúm, capital de Sudán. Trabajó en diferentes regiones del Sudán como Misionero Comboniano hasta el 2002.

    Del 2003 al 2008 ha sido Director de País de Intermón Oxfam para Sudán, donde se ha encargado de la coordinación de proyectos y de la gestión de las oficinas de Intermón Oxfam en Nairobi y Wau (Sur de Sudán). Es un amante de los medios de comunicación social, durante cinco años ha sido colaborador semanal de Radio Exterior de España en su programa "África Hoy" y escribe también artículos de opinión y análisis en revistas españolas (Mundo Negro, Vida Nueva) y de África Oriental. Actualmente es director de Radio-Wa, una radio comunitaria auspiciada por la Iglesia Católica y ubicada en Lira (Norte de Uganda).

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