“Sabemos que hay fuerzas que traman en la sombra para desestabilizar al país. Haremos todo lo que podamos y emprenderemos cualquier acción legítima para aplastar esta amenaza”. El primer ministro Hailemariam Desalegn hizo una seria advertencia contra las protestas en la región de Oromia que en los últimos días causaron la muerte de cinco personas.
El descontento de la comunidad local, mayoritariamente musulmana y mantenida al margen de la vida política del país, surgió por un proyecto de expansión de la capital Adís Abeba en perjuicio de los territorios ancestrales de los Oromo.
“Esta gente ha agredido a hombres de las fuerzas del orden y a ciudadanos comunes. No pueden seguir actuando de manera indisturbada”, agregó el primer ministro, que destacó también las intenciones de su gobierno de desbaratar las relaciones existentes entre quienes protestan y las “organizaciones terroristas” que los maniobran.
Las asociaciones de derechos humanos temen que los muertos en las protestas de los últimos días sean en realidad más de 40. Los Oromo, principal grupo étnico de Etiopía con entre 25 y 30 millones de integrantes sobre una población total de unos 74 millones de habitantes, denuncian ser víctimas de persecución en el marco de un proyecto del gobierno que busca integrar parte de la región que habitan a la nueva región metropolitana de Adís Abeba.
MISNA
(Fundación Sur)