El primer ministro de Somalia y las instituciones de Bretton Woods. Hechos de la historia reciente

6/11/2012 | Opinión

LA REPÚBLICA DE SOMALIA era (hasta hace unos 50 años) una economía pastoril basada en el «trueque» entre pastores nómades y pequeños agricultores. De hecho el 50% de la población estaba conformado por pastores nómades. A mediados de la década de 1970, los programas de reasentamiento poblacional favorecieron el desarrollo de un comercio pastoril considerable. Hasta 1983, la exportación de ganado generó el 80% de las ganancias nacionales y, a pesar de las sequías recurrentes, la República de Somalia continuó funcionando con una autosuficiencia casi plena en cuanto a seguridad alimentaria.

El gobierno somalí fortaleció el desarrollo agrícola y ganadero: la base económica del país. El pueblo consumía, principalmente, los productos locales y Somalia comenzó a exportar tanto ganado como carnes. La comunidad internacional —incluyendo al Banco Mundial y al FMI (Fondo Monetario Internacional)—, ratificó que Somalia contaba con reservas alimentarias suficientes.

Desafortunadamente, con el fin de acelerar el desarrollo de sus programas, la República de Somalia solicitó préstamos tanto al FMI como al Banco Mundial (las Instituciones de Bretton Woods). En un primer momento, los préstamos otorgados al gobierno somalí generaron resultados positivos; sin embargo, en una segunda etapa las Instituciones de Bretton Woods dictaron políticas y establecieron cronogramas sumamente estrictos para el saldo de dichos préstamos, iniciando así un proceso de devastación que afectó a toda la república.

A principios de la década de 1980, las Instituciones de Bretton Woods intervinieron directamente desde el interior del país y exacerbaron la crisis de la agricultura somalí. También impusieron reformas que socavaron las bases de la economía nacional: el comercio basado en el «trueque» entre pastores y agricultores. Estas estrictas reformas fueron diseñadas casi exclusivamente para liberar fondos destinados a saldar la deuda del Estado somalí con el Club de París.

Los nuevos programas obligaron al gobierno a apropiarse de todos los recursos urbanos del país. Durante este período, gran parte de las mejores tierras agrícolas fueron controladas por burócratas, oficiales del ejército y comerciantes relacionados con el régimen militar somalí. Las Instituciones de Bretton Woods no incentivaron la producción local de alimentos para consumo interno, sino que desarrollaron un programa de distribución gratuita de «Ayuda alimentaria». Como esta «ayuda» impedía la manutención de los agricultores, la economía agrícola entró en crisis.

Además, frente a la disponibilidad de dicha ayuda alimentaria, el poder adquisitivo urbano decayó drásticamente. La desregulación del mercado local de granos y la llegada de la «ayuda alimentaria» hicieron colapsar la infraestructura agrícola. Bajo el control del Banco Mundial y el FMI las comunidades agrarias fueron arrastradas hacia un empobrecimiento absoluto y la mayor parte de los habitantes rurales se vio obligada a trasladarse a grandes ciudades, como Mogadiscio, en busca de un empleo estatal.

El régimen militar somalí, dirigido por el difunto Mohamed Siyad Barre, no se encontraba suficientemente preparado a nivel de conocimientos y experiencia para enfrentar los peligros emergentes desde las Instituciones de Bretton Woods. El régimen no tuvo más alternativa que acatar sus dictámenes a expensas de la economía nacional.

En 1974, el manejo de la hambruna que llevó a cabo el régimen despertó la sospecha de que el país podía alcanzar una autosuficiencia alimentaria, lo cual obstaculizaba las Operaciones de Ayuda. A comienzos de la década de 1970, el régimen se mostraba motivado para ayudar a su pueblo y a su república, pero no contaba con los planes ni las regulaciones adecuadas. Entre 1983 y 1991 las Instituciones de Bretton Woods controlaron el sector alimentario.

Los errores cometidos en la aplicación de políticas y el empobrecimiento creciente de la población llevaron al régimen a perder el apoyo popular. Para mantenerse en el poder, el gobierno creó un círculo selecto de jefes tribales que dirigieron al país con mano de hierro. Esta «élite» era corrupta y violó los derechos de las demás tribus de la República de Somalia. Las injusticias cometidas recrudecieron la crisis.

En la actualidad, el 90% de la deuda permanece sin haber sido saldada y las tasas de interés establecidas por el FMI y el Banco Mundial se multiplicaron durante los últimos treinta años. Desde entonces, todos los regímenes políticos de Mogadiscio se ven obligados a elegir entre obedecer a las Instituciones o intentar saldar la deuda mediante fuertes planes de austeridad.

Hoy existen algunas «Naciones donantes» que avalan el financiamiento del presupuesto estipulado por el FMI y el Banco Mundial. Estas naciones aprovechan la injerencia de las Instituciones de Bretton Woods en países pobres como la República de Somalia para reforzar sus propias políticas, y colaboran con las políticas de las Instituciones.

Muchas veces, los medios de comunicación ofrecen imágenes de situaciones extremadamente inhumanas con el fin de conmover a la población y contribuyen así, indirectamente, con las ganancias de los Agentes de ayuda. Especialmente en el Cuerno de África, los medios concentran su atención solo en los sectores no desarrollados del país y omiten las áreas desarrolladas.

En 1983, el nuevo primer ministro de Somalia Abdi Farah Shirdon, más conocido como Saaid, fue uno de los individuos que participó en contra de tales conspiraciones contra la República de Somalia y su economía. Él formó parte de las Instituciones de Bretton Woods durante su período de mayor actividad, cuando la República de Somalia fue transformada de país autosuficiente a país pobre dependiente de la «ayuda alimentaria».

En aquel momento, el nuevo primer ministro creó una empresa llamada «Shirdon International Ltd.», importadora de comida precocida y encargada de distribuirla hacia diversas localidades de la República de Somalia. De hecho, el régimen militar otorgó una licencia a la empresa Shirdon para monopolizar las importaciones de todos los productos alimentarios destinados a las regiones previamente conocidas como del Noroeste de la República Democrática de Somalia (actual Somalilandia). Cualquier anciano de Hargeysa puede identificar fácilmente a la empresa Shirdon, encargada de ingresar el arroz, el azúcar y el trigo desde Yibuti y el Golfo Pérsico.

El Sr. Saaid formó parte del complot que empobreció y llevó a la República de Somalia a la ruina con el fin de beneficiar a los «Donantes de ayuda» y sus secuaces, los «Agentes de ayuda». Debido a las colaboraciones ilegales entre ciudadanos como el Sr. Saaid y las Instituciones, durante los últimos 30 años la República de Somalia se convirtió en sinónimo de hambre e inanición.

Hasta el día de hoy, los somalíes, al igual que tantos otros africanos, mueren de hambre. La comunidad internacional proporciona millones de toneladas de alimentos listos para consumir bajo el nombre de «ayuda alimentaria», pero nadie piensa en enseñar a la población a pescar. La República de Somalia posee una costa marítima tan extensa que le permitiría cubrir sus necesidades alimentarias.

El hambre y la inanición que asolan hoy a Somalia son el resultado de una campaña que comenzó a mediados de la década de 1980, y que continúa hasta la actualidad.

Por Abdulaziz Al-Mutairi

Publicado entre otros, en Somaliland Times, el 26 de octubre de 2012.

Traducido para Fundación Sur por Magdalena Saux.

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