El Presidente de Sudán del Sur ha traicionado a su pueblo y a la nación

15/01/2015 | Opinión

Tras muchas décadas de una destructiva guerra de liberación contra sucesivos regímenes opresivos de Jartum, el pueblo de Sudán del Sur obtuvo su merecida libertad el 9 de julio de 2011.

Se pensó que finalmente la independencia, que se acordó por una aplastante mayoría a favor de la separación del resto de Sudán, en un referéndum controlado internacionalmente, era el principio de su libertad.

Se pensó que se reharían sus vidas con la construcción de un estado nación, puesto que el buen gobierno y un espíritu desinteresado sustituiría al provecho personal. Se pensó que se adoptarían políticas democráticas pacíficas y plurales y se acogerían como requisitos de justicia, estabilidad y prosperidad.

Poco sabían las oprimidas masas que se dirigían a por otro largo ciclo de innecesaria autodestrucción y derramamiento de sangre.

El General Salva Kiir Mayardit, el primer presidente de la República de Sudán del Sur, ha traicionado a su pueblo y a la nación. Ha traicionado la confianza de la gente de Sudán del Sur que se le confirió en agosto de 2005 y abril de 2010.

Kiir tenía un aplastante apoyo de sus colegas y, por supuesto, de las masas sudanesas del sur, sin importar la etnia, que le apoyaron desde el principio cuando sucedió a nuestro anterior líder, Dr. John Garang de Mabior, en agosto de 2005.

También comenzó correctamente cuando de forma audaz decidió reconciliar y reunir a los otros grupos armados, liderados por el General Paulino Matip Nhial, volviendo a reunir a sus seguidores entre la población.

Kiir también tenía un comprometido y habilidoso equipo de colegas en el partido en el poder (SPLM) y en el gobierno. Su equipo, liderado por su anteriormente mano derecha, Dr. Riek Machar Teny, pasó por buenas y malas situaciones, yendo y viniendo entre Juba y Jartum, y negoció con éxito la implementación de un Acuerdo General de Paz.

El equipo también se aseguró de que Kiir fuese elegido en abril de 2010, renovado en su mandato y que continuase con la misión de alcanzar la independencia. A pesar de que había muchas deficiencias en su liderazgo como capitán de la nave, el equipo continuó tolerándolas para que no surgiese ningún conflicto interno que eclipsase la misión principal.

Esto se hizo para evitar que Jartum tuviese oportunidad de aprovecharse de una situación interna desfavorable que pudiese poner en riesgo el tan esperado referéndum sobre el derecho de autodeterminación.

El equipo hizo de la independencia de Sudán del Sur la prioridad número uno por encima de otros temas críticos sobre democracia y gobierno.

Desafortunadamente, el Presidente Kiir no estaba preparado para la construcción de un estado nación tras la independencia. Manifestó una aparente apostasía y se desvió de la visión y objetivos principales del partido. El Presidente de forma desafiante se encaminó desacertadamente hacia un gobierno personalista y continuó con ello incluso en la etapa tras la independencia y tras ocho años en el poder.

El Presidente Kiir frustró las esperanzas y las altas expectativas de la gente cuando su administración fascista continuó consintiendo la corrupción con impunidad. Seguían existiendo el tribalismo, la grave insuficiencia en la prestación de los servicios básicos y la falta de una buena preparación del desarrollo de las infraestructuras socioeconómicas y físicas.

En vez de apreciar y compensar a la gente de Sudán del Sur con libertad ilimitada, estado de derecho y democracia, unidad y desarrollo por su sufrimiento en la lucha de liberación y por su apoyo durante ocho años y hasta ahora, Kiir eligió encaminarse por el camino de la dictadura, de la división y de la falta de desarrollo. Finalmente, él hundió a la joven nación en una guerra civil el 15 de diciembre de 2013 y los consiguientes apuros.

¡Un hombre de estado, un patriota que afirmó haber liberado a su gente no traicionaría a esa misma gente y a la nación de la manera en que lo ha hecho el Presidente Kiir!

Ha caído tan bajo que ha decidido defender su posición con un sangriento puño de hierro contra los procesos democráticos y reformistas de sucesión de liderazgo en el partido y en el gobierno. No ha aprendido nada positivo de la vida política y el liderazgo del icono sudafricano, Nelson Mandela, a cuyo funeral acudió, ni ha leído libros sobre Julius Nyerere en Tanzania.

Kiir, como presidente del SPLM (actualmente en el gobierno), no hizo caso de los mensajes que él, sus colegas y la población leían claramente en las paredes cuando todos las Secretarías de Estado del partido gobernante en 2012 resumieron un informe tras consultas exhaustivas con la gente, que establecía de forma clara que el SPLM había perdido visión y dirección.

Se recordó al presidente del partido y a sus colegas la necesidad de comprobar lo que ha ido mal para esa pérdida de visión y dirección. De este modo, ellos comprendieron que las reformas eran necesarias y que, quizá, un cambio de guardia era necesario para rejuvenecer el liderazgo del partido, revitalizar su visión y redirigir sus políticas.

La constitución del partido requería elegir a un líder cada cinco años y, en este caso, desde mayo de 2008 a mayo de 2013. Así que nunca fue un delito que un líder o miembro del partido decidiese y expresase su deseo de presentarse como candidato a la dirección del partido o a cualquier otra posición antes de una convención nacional.

Machar, como el próximo dirigente, y algunos de sus colegas intentaron salvar al partido y a la nación del colapso. Manifestaron su interés para presentarse constitucionalmente al puesto.

En cambio, el Presidente Kiir decidió de manera inconstitucional dar la vuelta al proceso bloqueando, en primer lugar, las siguientes reuniones del Buró político, el órgano ejecutivo más poderoso del SPLM.

Continuó disolviendo las estructuras del partido inconstitucionalmente con la excepción de su propio despacho, curiosamente.

Finalmente, el presidente falseó un golpe de estado para arrestar, deshumanizar o erradicar a los reformistas y a los opositores. Fue un intento de acallar las voces que criticaban su manera de gobernar el partido.

En primer lugar, nunca hubo un golpe planeado. Esta es la razón por la que el caso se paralizó en su propia corte en Juba. No hubo ninguna prueba. No hubo ningún soldado en los cuarteles que estuviese implicado en participar supuestamente en el intento de golpe de estado.

Los arrestados en la noche del 15 de diciembre y los días siguientes eran todos líderes del partido, a los que levantaron y sorprendieron los sonidos de las AK-47 cuando estaban dormidos y sin conocimiento alguno.

Esto se debe a que en sus reuniones los días anteriores al incidente del 15 de diciembre pedían que el Presidente Kiir convocase un encuentro del Buró político del partido en un intento de reconciliar sus diferencias y diseñar un camino a seguir, en el que se aprobasen documentos básicos.

Este autor asistió y, de hecho, se tomó el tiempo y participó en el diseño de esas resoluciones del último encuentro presidido por Machar con la participación de más de 10 líderes del partido, siendo la mayoría de ellos los detenidos liderados por el ex Secretario general del partido, Pagan Amum Okiech.

La reunión se celebró en la casa de Rebecca Nyandeng de Mabior, días antes del 15 de diciembre. No hubo ningún aspecto combativo en ella. Se trataba únicamente de la reconciliación del partido.

No obstante, cuando Kiir convocó una accidentada reunión en el Centro Cultural de Nyakuran en Juba y se empeñó en aprobar forzosamente los documentos básicos (manifiestos, reglas y normativas, códigos de conducta y la constitución), sin los debates y enmiendas necesarios, ya estaba de mal humor y profirió insultos, amenazando a sus colegas, en vez de reconciliarse con ellos.

Algunas instancias en Sudán del Sur y de países extranjeros contribuyeron, no obstante, a la confusión y ayudaron a endurecer las tendencias dictatoriales que había desarrollado el Presidente Kiir. Malos consejeros, que sólo miraban por su interés, no querían un proceso democrático por el que verían al hombre de la casa (Kiir) salir del trono.

« ¿Qué es una democracia?», susurraban en círculos confidenciales. Kiir parecía haber elegido a sus consejeros entre sus mentores extranjeros y personas cercanas de confianza con malas intenciones, de tal manera que pareciese no estar sólo en la ambición colectiva por el poder y la riqueza.

Hay individuos y grupos que ahora intentan culpar a. Riek Machar por desafiar a Salva Kiir en primer lugar, ignorando que la constitución permitía a cualquier miembro del partido a optar expresamente a la presidencia antes de una convención nacional.

De este modo, Machar y dos otros colegas, incluida Rebecca Nyandeng y el Secretario General Pagan Amum, expresaron sus respectivos deseos de presentarse al puesto. Lo hicieron público en febrero de 2013, tres meses antes de la planeada convención del SPLM en mayo, si se seguía la agenda. No había nada malo en ello.

Hay algunos que siguen alegando y preguntando por qué Machar no aspiró al puesto de un deficiente Kiir cuando fueron enemigos durante ocho años, desde 2005 a 2011. Creo que esa misma gente le culparía igualmente si lo hubiese hecho persistentemente antes de la independencia y si Kiir se hubiese resistido y la guerra hubiese estallado. Fue de sabios concentrarse en una única prioridad, la independencia.

Sin embargo, Machar intento aconsejar y mostrar a Kiir sus problemas y le ofreció soluciones que éste, más tarde, rechazó. Aunque delegó algunos de sus poderes ejecutivos, Kiir continuó arruinando los esfuerzos de Machar. Machar sólo continuó a su lado para garantizar la unidad, con la esperanza de que Kiir cambiase con el tiempo, principalmente tras la independencia.

En resumen, el Presidente Kiir debería haber salvado a la nación dejando ir su ardiente deseo de erigirse como presidente vitalicio. No debe mantener a Sudán del Sur como rehén cuando ha perdido su oportunidad durante casi 10 años.

Su liderazgo sin visión se caracteriza por la creciente corrupción, las divisiones tribales, la falta de desarrollo y la violencia mortal. Debería marcharse y permitir que otros pusiesen la casa en orden. Sería una celebrada e inteligente decisión.

Es necesario alcanzar un acuerdo de paz con sentido en la base de un sistema de gobierno federal entre las partes beligerantes y poner fin a la guerra.

El partido SPLM y los líderes, sin Kiir, se reconciliarían, reinstaurarían y reconstituirían su jerarquía de liderazgo anterior al 15 de diciembre para dirigir un periodo interino antes de la próxima convención nacional y elecciones generales.

Es necesario crear un verdadero sistema democrático multipartidista en la política de Sudán del Sur. También deberían potenciarse las fusiones o alianzas entre partidos políticos similares para tener unos pocos, pero fuertes partidos políticos capaces de desafiarse y controlarse unos a otros.

Se deberían introducir e implementar reformas en el partido y en varios sectores del gobierno.

Finalmente, el Presidente Kiir debería ser consciente del buen legado que está destruyendo en general. Debería tener el valor suficiente para despertarse una mañana y decidir que la nación está por encima de lo que parece ser su deseo de una presidencia vitalicia. Diez años en el poder son suficientes para explorar su habilidad y capacidad como líder.

Tiene que dimitir por el bien de la gente que dice haber liberado, pero aún así ha defraudado a su pueblo en un momento crítico en el que necesitan la unidad, la estabilidad y la prosperidad.

James Gatdet Dak*

* El autor es un portavoz de la Oficina de Presidencia, SPLM/SPLA-en la oposición. Los contenidos de opinión en el artículo no son más que sus opiniones personales, y no una declaración oficial. Se le puede contactar en gatdetdak2013@gmail.com

Sudan Tribune

[Traducción, María Alarcón]

Autor

Más artículos de Administrador-Webmaster