El Presidente de Ghana rinde tributo a Chinua Achebe

27/05/2013 | Opinión

Desde la muerte de Chinua Achebe, el pasado 21 de marzo, mucho se ha escrito acerca del enorme impacto que su obra ha tenido en la literatura africana contemporánea.

Muchos autores, tanto del continente africano como de la diáspora, incluido yo mismo, nos sentimos huérfanos al haber perdido un mentor, un padrino literario. Los escritores no somos los únicos que le tenemos en tan alta estima. Las obras de Achebe fortalecieron igualmente el talento de innumerables escritores de la era postcolonial africana e inspiraron así mismo a un número considerable de líderes políticos de la era actual.

Achebe ejercía tal influencia en el panorama político que desde hacía tres años celebraba un coloquio anual en la Universidad de Brown, en el que, en calidad de profesor coordinador, hacía intervenir a políticos, artistas y estudiantes conjuntamente para debatir sobre cómo fortalecer la democracia y la paz en África.

Cuando me introduje en la obra de Achebe en los años 70, durante la escuela superior, parecía no haber separación entre política y arte en África. Asistíamos a exposiciones igual que salíamos a bailar. La música que escuchábamos, desde Fela Kuti a James Brown, estaba imbuida de orgullo racial y protesta.

Fue sin embargo la literatura de Achebe, y muy especialmente su gran clásico Todo se desmorona, (Things fall apart), lo que me proporcionó la contextualización de los males que acuciaban el continente. Leyendo este libro parecía que estaba ante un ritual de iniciación. Los libros que yo había leído previamente estaban repletos de extranjeros cuyas vidas y vicisitudes, aunque fascinantes, me aburrían sin dejar huella. Al leer sobre Okonkwo, su historia resonaba en mis adentros porque estaba enraizada en una cultura que me era del todo familiar.

“Contar historias tiene que ver con el poder, decía Achebe. Si no te gustan las historias que escriben otros, escribe la tuya propia tú mismo”.

Después de Todo se derrumba, leí otras novelas de Achebe; también leí otras tantas obras de otros autores africanos, como Wole Soyinka, Ngugi wa Thiong’o y otros autores propios de Ghana, como: Ayi Kwei Armah, Ama Ata Aidoo, y Kofi Awoonor.

Este tipo de literatura me impulsó a mí y a otros muchos a creer en nuestra propia capacidad para crear un cambio global. Nos impelió a ver el valor de nuestra herencia cultural y el potencial de nuestro continente y de sus gentes. Fue ésta la visión que desafió a muchos de nosotros a “pavimentar” el camino para encontrarnos a nosotros mismo caminando. En mi caso, el activismo político fue además un puente natural entre la política y el arte.

Durante un reciente debate acerca de Achebe, un político contemporáneo me preguntó si me sentía como que había formado parte del sistema que tan amargamente rechazábamos durante nuestra juventud. “No”, repliqué sin dudarlo, “Entré en política porque quería formar parte del cambio que cambiaría el propio sistema. Una de las cosas que aprendí de las obras de Achebe es que “el sistema” no es más que un conjunto de personas, con sus valores y sus puntos de vista y creencias. Todos formamos parte de un sistema y todos los sistemas están sujetos al cambio.

El cambio puede ser difícil, incluso para aquéllos que lo reclaman. La nostalgia es una fuerza muy poderosa. Puede dejarnos bloqueados en la situación actual, sin movernos.

África está continuamente cambiando su historia y añadiendo nuevos capítulos. Sí que tenemos gran experiencia en revoluciones, políticas, culturales o digitales. Aquéllos que continúan anclados en la vieja historia del colonialismo, el apartheid y las guerras tribales nunca podrán llegar a conocer que África es también una historia de igualdad, democracia, ciudades cosmopolitas en continúo crecimiento, como cualquier otra ciudad de cualquier otro continente.

De igual modo, aquellos que continúan calificando a los políticos africanos con palabras como dictador, corrupto, déspota, etc. están perdiendo la oportunidad de tomar parte en la construcción de un vocabulario nuevo celebrándolo o criticándolo, para que así los hombres y mujeres que trabajan por todos y cada uno de sus conciudadanos creen un nuevo estilo y un nuevo proceso de liderazgo.

Dejando al margen lo que en verdad nos avergüenza, y dado que todos jugamos un papel importante en lo que significa construir una nación, también debemos jugar un papel importante en escribir nuestras propias historias. Esta es la nueva África, la que todos nosotros estamos creando.

“África es su gente”, es algo que puede parecer muy simple o extremadamente obvio. Pero a lo largo de mis viajes alrededor del mundo he aprendido que las cosas más simples son precisamente las que nos causan más quebraderos de cabeza, incluso a los más brillantes entre nosotros: que es algo que nos atañe particularmente cuando hablamos de África” (Chinua Achebe)

John Dramani Mahama

Presidente de Ghana

(Traducción de Yolanda Gonzalo Balmisa)

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