El presidente de Burundi, Pierre Nkurunziza, manifestó su apoyo al diálogo político propuesto por el influyente Consejo de Obispos para descartar hoy un retorno a la guerra civil en el país.
La Iglesia Católica pidió esta semana un «diálogo significativo» entre las fuerzas rivales para asegurar que no haya en la nación un regreso a la beligerancia.
El comunicado de esa congregación, leído en la radio católica por el obispo Gervais Bashimiyubusa, así como en las iglesias de todo el país, indica que resulta necesario que los verdaderos actores del conflicto «se sienten de inmediato».
Advierte contra aquellos que pueden estar tentados a «tomar el camino de la guerra».
Según el portavoz presidencial, Willy Nyamitwe, el jefe de Estado dio la bienvenida a esa comunicación que «está en línea con la política del gobierno».
Este es un buen mensaje que llama a un diálogo inclusivo y sin exclusión. Este es un buen mensaje porque está en línea con la política del gobierno de Burundi que en realidad quiere el diálogo nacional e inclusivo, reitera Nyamitwe.
Burundi está sumido en un embarazoso conflicto desde que en abril pasado Nkurunziza anunció que buscaría un tercer mandato, se presentó ante las urnas y ganó.
Después, de manera imprevista, el jefe de Estado tomó posesión de su tercer mandato el 20 de agosto.
Su aspiración y llegada nuevamente al poder es rechazada por la oposición, al argumentar que viola la Constitución y los acuerdos de paz de Arusha que pusieron fin a la guerra civil (1993-2005).
La Comisión Electoral Nacional Independiente de Burundi comunicó el 26 de julio que Nkurunziza, abanderado del gobernante partido Consejo Nacional para la Defensa de la Democracia (CNDD-FDD), obtuvo en las urnas el 69,41 por ciento de los votos.
Al menos tres de los ocho candidatos declinaron presentarse en las presidenciales: los exmandatarios Domitien Ndayizeye y Sylvestre Ntibantunganya, así como el extitular de la Asamblea Nacional Jean Minani, quienes argumentaron que olfatearon fraude en la consulta.
La situación de seguridad sigue deteriorándose en el país, donde los crímenes selectivos corroen el conflicto interno.
El fallido atentado (11 de septiembre) contra el jefe de Estado Mayor del Ejército, general Primer Niyongabo, es el último de una serie de homicidios tras la cuestionada reelección de Nkurunziza.
Su pretensión, revalidada por el Tribunal Constitucional, desató violentas protestas en las calles de Bujumbura y provincias fronterizas que, según organizaciones humanitarias, causaron más de 70 muertes, mientras unas 150 mil personas huyeron a naciones vecinas.
Prensa Latina (Fundación Sur)