Fábula etíope publicada en francés por “Cahiers de la Societé Asiatique”,
Había un hombre al que le faltaba la razón, era un demente. Estaba hambriento, vivía en la miseria; pero no se preguntaba: ”¿Qué me pondré, con qué me cubriré? ¿Qué comeré?” Ni siquiera sabía lo que significaba la palabra “casa”. Se alimentaba de lo que le daba la caridad pública.
El que es pobre es el último de los hombres. Un día, unos ricos, para burlarse de él, le preguntaron:
-¿Oye, pobretón, ayunas tú los miércoles y los viernes?
– Ahora dadme de comer, que el tiempo de ayuno ya me llegará- respondió él humildemente.
Había contestado así porque aquel día no había tenido nada para comer.
Al oír las palabras del pobre, los ricos que se habían burlado de él, le compadecieron y confusos y arrepentidos se dijeron:
-También nosotros seríamos como él si Dios no nos diera todo lo que tenemos.