“La intervención de Uganda acorraló a los rebeldes” dijo a la MISNA el padre Sebhat Ayele, director en Kampala de la revista “Leadership”, después del acuerdo del alto el fuego entre el gobierno de Juba y el frente vinculado al ex vicepresidente Riek Machar.
Habrá que ver si el acuerdo logra ser aplicado a la realidad. Un portavoz rebelde denunció violaciones que habrían sido cometidas hoy por el ejército en varias regiones. Lo que sí se sabe, sin embargo, es que el acuerdo fue firmado pocos días después de la reconquista de Bor y Malakal, grandes centros urbanos que estaban en manos de los hombres de Machar.
Para el avance del ejército, la intervención ugandesa fue decisiva. “El batallón enviado desde Uganda tiene a su disposición medios de artillería pesada y cuenta con el apoyo de helicópteros de combate, lo que en el contexto de Sudán del Sur marcan una diferencia” dijo el padre Ayele. Según el coronel Felix Kulayigye, un comisario político del ejército de Uganda, los militares de Kampala han “asegurado” el aeropuerto de Juba, pocos días después del presunto intento de golpe que denunció el presidente Salva Kiir, el 15 de diciembre. “En Sudán del Sur nadie hizo lo que ha hecho Uganda” dijo el oficial.
Entonces no es de extrañar que una de las demandas de los rebeldes, sobre la cual el acuerdo de cese del fuego además no dice nada, sea precisamente la retirada del contingente ugandés. “La intervención de Uganda fue justificada en un primer momento por la necesidad de proteger a los ciudadanos ugandeses y fomentar su repatriación, pero con el paso de los días se hizo evidente que las cosas eran diferentes” dijo el padre Ayele. Quien puso las cartas sobre la mesa fue el propio Yoweri Museveni, tras el anuncio de la semana pasada de que los soldados ugandeses habían participado “en una gran batalla” junto al ejército sursudanés. Después, oficiales ugandeses confirmaron su participación en la ofensiva que culminó con la reconquista de Bor, a la que pocos días después siguió la toma de Malakal.
También habló con la MISNA de un “papel decisivo de Uganda a nivel militar” Petrus de Kock, analista de temas estratégicos para varios grupos de expertos del África Subsahariana, incluyendo al Instituto Sudafricano de Asuntos Internacionales (SAIIA). Según su lectura, los rebeldes en realidad no tenían más alternativa que una tregua. La presión sobre ellos era muy fuerte, porque lo que estaba en juego no es sólo el poder político en Juba, sino también el control de los pozos de petróleo, el gran recurso de Sudán del Sur concentrado en las zonas donde los combates fueron más intensos.
Según el director de Leadership, “Uganda necesita un Sudán del Sur estable, debido a los vínculos económicos y comerciales cada vez más intensos”. Los rumores son diferentes, pero la palabra clave es petróleo, un recurso que Sudán del Sur tiene en abundancia como ningún otro país de la región, y del cual Uganda quiere llegar a ser una especie de centro regional a través de la construcción de un oleoducto que llegue hasta el puerto keniano de Lamu, que también podría abrir un corredor estratégico para toda el África Oriental.
De hecho, según el padre Ayele, a pesar de su unilateralidad, la intervención de Kampala conllevó exigencias comunes a otras capitales de la región. El apoyo a Kiir se explicaría por el hecho de que Sudán del Sur tiene demasiados pozos de petróleo “para dejarlo en el caos”. Ahí nacieron las negociaciones promovidas por la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD), organización que representa a siete países del África Oriental. Y fue precisamente esta negociación, después de la intervención de Uganda, la que llevó a un cese del fuego
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