Este país del cuerno de África ocupa la última posición en la clasificación de la libertad de prensa, por detrás de Corea del Norte.
La invitación al pequeño local de Radio Erena , el único medio independiente de Eritrea, implica de inmediato ser partícipe del secreto. En la puerta del estudio, que da a una estrecha calle en el sur de París, no hay ninguna señal indicativa de la radio, que fue inaugurada en 2009 con el apoyo de Reporteros sin Fronteras. Se trata de una medida de seguridad para los periodistas de Radio Erena, a quienes el régimen eritreo ha amenazado de muerte.
Eritrea es una dictadura brutal dirigida por Isaias Afewerki, que gobierna con mano de hierro este Estado del cuerno de África desde su independencia en 1993. Recientemente, «ese desgraciado país cuyo nombre hemos olvidado» y del que se habló en un artículo de Slate.fr ha ocupado la portada de muchos periódicos debido al gran número de inmigrantes eritreos que cruzan el Mediterráneo en pateras para llegar a Europa.
Véase también: El drama de los inmigrantes del Mediterráneo también es el drama de Eritrea (en francés).
Durante los últimos catorce años, Eritrea ha estado aislada del mundo. Unos días después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, el presidente Isaias Afewerki encarceló en masa a los reformistas de su partido, a intelectuales, periodistas y miembros de la oposición. Desde entonces, Eritrea es uno de los países más herméticos del mundo. Asmara ocupa la última posición en la clasificación de la libertad de prensa de Reporteros sin Fronteras, por detrás de Corea del Norte.
Vista la situación, Radio Enera es un oasis en el desierto. Todos los periodistas que dirigen la radio han huido del país hace algunos años para escapar a las sórdidas prisiones de Asmara, la capital. Entre esos «resistente» se encontraba Simon Biniam. Este antiguo presentador de los informativos del canal estatal de Eritrea ha sido nominado para ocupar un lugar en la lista de «Los 100 héroes de la información 2015» que publica Reporteros sin Fronteras.
El infierno de las prisiones
En el minúsculo estudio, justo encima de la estación, Simon Biniam nos explica el objetivo de Radio Enera. «Nuestra misión es informar a los eritreos sobre lo que ocurre en el país, pero también comunicarles la verdad sobre la tragedia que sufren los inmigrantes eritreos en Libia o Calais. Tenemos que prevenirlos de los peligros antes de que partan. La población está aislada del resto del mundo. A través de un esfuerzo a largo plazo, queremos cambiar poco a poco la mentalidad de la gente para que se rebelen contra el régimen», nos confía Simon Biniam.
Para emitir en Eritrea, Radio Enera tiene que eludir la férrea censura del poder en el gobierno. Para ello, la radio emite sus programas a través del mayor número de medios posibles. Se puede escuchar al equipo de Simon Biniam en directo por Internet, vía satélite y, sobre todo, por ondas cortas en Eritrea, donde Radio Enera emite un programa de media hora cada día. De este modo llegan a un mayor número de eritreos: la mayoría de ellos no tiene acceso a Internet y solo puede conectarse en los cibercafés, donde nada escapa a los filtros de control.
«Nadie comprende el contenido de los mensajes»
Para obtener información fiable sobre la situación en Eritrea, Radio Enera depende de una red de corresponsales en el país: desde periodistas hasta militares o funcionarios de alto rango. «Intercambiamos información con nuestros corresponsales gracias a mensajes encriptados que mandamos por correo electrónico», explica Simon Biniam. «Nadie comprende el contenido de los mensajes, salvo ellos y nosotros».
Se trata de una medida de seguridad indispensable. En el país de Isaias Afewerki, los opositores al régimen son encarcelados en las prisiones del país, donde retienen a decenas de periodistas. «Desde que la comunidad internacional ha descubierto lo que ocurre en Eritrea, el gobierno piensa que las primeras personas que filtran información al exterior son los periodistas», señala Simon Biniam.
Su semblante se vuelve serio, pero continúa hablando: «Cuando un periodista eritreo es encarcelado, el Estado no da información sobre la prisión en la que se encuentra. Nadie lo sabe. Por eso es imposible saber si los periodistas encarcelados están vivos o muertos. En 2011, junto a Reporteros Sin Fronteras visitamos a un periodista que estaba en prisión. Estaba muy enfermo. Quisimos mediatizar su caso, pero cuando le preguntamos si estaría de acuerdo, nos dijo que no lo hiciéramos bajo ninguna circunstancia. Temía que su situación empeorara.».
«El Estado piensa que los periodistas quieren robar información»
Simon Biniam nunca estuvo encarcelado en Eritrea. Sin embargo, cuando trabajaba como periodista televisivo en Asmara, el miedo nunca lo abandonaba. Una palabra de más, el mínimo error técnico, una denuncia, e inmediatamente terminaría en prisión.
«Cuando trabajaba en la televisión eritrea, si cometías un error técnico, ese error se convertía en un problema político. El Estado piensa constantemente que los periodistas quieren robar información. Son muy paranoicos. Por ejemplo, a menudo me pedían la contraseña de mi correo electrónico para comprobar si mantenía contacto con opositores o con periodistas extranjeros.»
Otra medida imperativa es releer varias veces el informe de noticias antes de cualquier intervención en directo en la cadena estatal. «En Eritrea, debes prestar atención a cada palabra que pronuncias. No podemos hablar de “la administración de Afewerki”, por ejemplo, porque lo consideran un insulto. Hay que hablar de “el presidente”», explica Simon Biniam.
Un «presidente» que tiene poder sobre la vida y la muerte de los periodistas de Eritrea.
Camille Belsoeur
Slate Afrique