El pensamiento antimperialista en África : Nkrumah, el socialismo y el gobierno continental para África, por Ernesto Wong Maestre

28/09/2009 | Blog Académico

El pensamiento antimperialista africano, en sus expresiones más integrales, es decir, donde se vincula estrecha y consecuentemente la teoría y la práctica, tiene sus manifestaciones más legítimas en el legado teórico y en los resultados sociales alcanzados por los líderes africanos Gamal Abdel Nasser en Egipto, Patricio Lumumba en el Congo (L), Kwame Nkrumah en Ghana, Amilcar Cabral en Guinea Bissau y Cabo Verde, Sekour Touré en Guinea, Modibo Keita en Mali, Samora Machel en Mozambique, Tomás Sankara en Burkina Faso, Marien Ngouabi en el Congo (B), y Agosthino Neto en Angola, entre otros próceres africanos muertos en el siglo XX.

Con ritmos y alcances diferentes, o con poderes y limitaciones diversas, estos líderes comprendieron el estrecho vínculo e interdependencia entre libertad, independencia y dignidad para lograr el desarrollo de sus naciones, todas ellas multiétnicas e integradas aún al sistema de dominación imperialista que, por su naturaleza, logra su funcionamiento basándose en profundas y amplias desigualdades, enormes injusticias y grandes desequilibrios entre sus opulentas sociedades capitalistas y las sociedades neocolonizadas tanto de África como de Asia y América Latina.

Entre los líderes africanos del sur del Sahara, es en Nkrumah donde pueden observarse con mayor nitidez esos rasgos característicos más generales del pensamiento antimperialista como son la visión histórico-concreta para estudiar y comprender la realidad, la decisión política de la vía socialista para transformar la realidad y la dialéctica entre el desarrollo social, el Estado y las instituciones, y la estructura económica dominante en la sociedad como generadora de las circunstancias que imponen los límites y los alcances de las decisiones políticas.

OSAGYEFO DE LA UNIDAD ANTIMPERIALISTA

Osagyefo Kwame Nkrumah, primer Presidente de la República de Ghana (1957-1966), fue quien preconizó con mayor ahínco desde 1945 la necesidad de la unidad de todos los pueblos de África y ello le hizo ganar la admiración de millones de africanos en todo el continente, e incluso de investigadores y analistas europeos y de otras latitudes. Alguien ha llegado a afirmar que éste podría considerarse como “el Bolívar africano”.

Es probable encontrar en Nkrumah al líder africano de mayor arraigo popular y multiétnico, al más unitario y a uno de los presidentes africanos más estudioso entre los padres de la independencia africana del siglo XX que aplicaron la teoría socialista para resolver los graves problemas sociales heredados del sistema colonial, enfrentándose a las circunstancias de un entorno complejo, a las fórmulas colono-tribales y a los instrumentos neocolonialistas del imperialismo.

Para su época, el concepto de imperialismo, asumido predominantemente por las fuerzas progresistas del mundo, fue el elaborado por Vladimir Ilich Lenin en su obra “El imperialismo fase superior del capitalismo”, el cual Nkrumah también aplicó en sus obras, documentos partidistas y discursos desde la década de los cuarenta.
Por tales razones, desde la temprana independencia de Ghana en 1957, las fuerzas imperialistas europeas y estadounidenses (agencias de gobierno, medios de comunicación y oligarquías subordinadas a las metrópolis coloniales) desencadenaron contra Nkrumah, un intenso plan para asesinarlo, para desestabilizar los proyectos independentistas, hacer fracasar a su gobierno y volver a dominar al pueblo ghanés hasta que en 1966 cuando en un momento clave de su gestión nacional y previo a establecer acuerdos y convenios estratégicos con la República Popular China, fuerzas contrarrevolucionarias internas con apoyo de una contraofensiva mundial imperial dirigida por Estados Unidos y aprovechando la ausencia física de Nkrumah, le dan un golpe de Estado enmascarados en las mismas fórmulas comunicacionales que aún hoy usan los gobiernos imperialistas.
A Kwame Nkrumah también podría considerársele el Martí Africano pues además de su semejanza en liderar la batalla por la independencia de su país, tener amplia y variada cultura y conocimientos del mundo, y facilidades comunicativas de hondas raíces sociales, desarrolló como Martí la idea de “el partido para dirigir la lucha” y además conoció de muy cerca a los Estados Unidos. Vivió en ese país por una década, desde 1933, cuando tenía 26 años, luego de graduarse de Maestro en su tierra natal, conocer algunos de los pormenores de las condicionantes políticas de “la trata de esclavos” y de la explotación del africano por el europeo en las minas de oro de la costa ghanesa. Ya a los 34 años había logrado dos Masters en universidades norteamericanas, no sin antes pasar por las humillaciones del racismo y la crisis económica de los años treinta en ese país. Fue allí donde también conoció a dos eternos e influyentes amigos afrodescendientes: William Du Bois y George Padmore, con quienes impulsó los Congresos Panafricanos fuera del África colonizada y donde entró en contacto directo, no sólo con otros jóvenes africanos y asiáticos estudiantes en Europa y EEUU, sino también con los militantes comunistas de la III Internacional quienes, desde 1917, fueron los principales impulsores de la lucha anticolonial y antiimperialista en el mundo.

LA VISION HISTORICO-CONCRETA Y EL ANTIMPERIALISMO EN TORNO A UN EJE LIBERADOR CONTINENTAL

Para Nkrumah, quien comenzó a hacer realidad un sueño en África , similar al de Simón Bolívar, para alcanzar los objetivos que desde muy joven guiaron su vida social y sus luchas revolucionarias, promovió, primero con ideas y después con otros recursos, una vez alcanzada la independencia de su país, la unidad africana y la creación de un Gobierno Continental de África como premisa garante de la consolidación de la independencia y del desarrollo, no sólo de su natal Ghana, sino de cada uno de los pueblos africanos. He aquí un eje o una premisa principal para que Nkrumah asumiera al socialismo como alternativa al capitalismo colonialista. “El siglo XX –decía Nkrumah- se ha convertido en el siglo de la emancipación colonial, el siglo de la revolución que continuará hasta presenciar, por último, la liberación total de África del dominio colonial y de la explotación imperialista” (1)

En torno a ese eje estratégico, Nkrumah continuó desarrollando su pensamiento y acción antiimperialista, en la cual, para el caso de Ghana y de otros pueblos de esa región, identificó a tres segmentos que debían integrarse: el tradicional, el occidental y el islámico. Desde estos propios segmentos le exclamaban y nombraban “osagyefo” (el enviado de los dioses, en la religión tradicional), “líder” (en términos occidentales) o “baraka” (bienaventurado en el Islam). Desde esas grandes concentraciones o reuniones partidistas donde Nkrumah impartía educación política, las voces de sus seguidores se fundían en una sola voz: ¡libertad! ¡hedsole! ¡sawaba! ¡uhuru!.(2). Y a los tes segmentos los incluyó en su concepción de pueblo.

Ya desde aquella histórica declaración del V Congreso Panafricano de Manchester en 1945, Nkwame Nkrumah había mostrado su orientación ideológica antiimperialista cuando convocó a todas las colonias a “liberarse del control imperialista extranjero, ya sea político o económico” (3). Tres años después en su libro “Hacia la Libertad de las Colonias” que constituyó el programa mediante el cual comenzó a ampliar sus fuerzas políticas multiétnicas, Nkrumah demuestra su dominio de los conocimientos del materialismo histórico y dialéctico cuando presenta un análisis de las contradicciones existentes en esa región africana y concluye reconociendo que “en los actuales días, el Africa Occidental representa dentro del desarrollo histórico, el foco de todas estas contradicciones del imperialismo” (4) y al desarrollar las bases teóricas de su programa político, al fundar el Convencion People’s Party (CPP), hace una síntesis de la teoría leninista del Imperialismo de manera que a partir de una visión histórico-concreta de la realidad africana y ghanesa las tareas a cumplir por su movimiento político pudieran tener una potente base ideológica para su cumplimiento oportuno. Tres años después, en 1951, el CPP gana las elecciones en el sistema colonial inglés de administración indirecta, incluso en las zonas donde los jefes tribales de la etnia Ashanti disfrutaban de los privilegios colonialistas de dominación.

EL ANTIMPERIALISMO DE NKRUMAH Y ALGUNOS RASGOS

El pensamiento antimperialista en África surge como necesidad subjetiva de los africanos de enfrentar una realidad objetiva, caracterizada por el dominio colonial de las metrópolis europeas, en función de la explotación imperialista, garantizadora de las materias primas para el desarrollo económico de Europa y de la América anglosajona y del mercado para los productos y excedentes financieros de ese propio desarrollo. Debido a esa imbricación del desarrollo capitalista e imperialista europeo y el subdesarrollo africano, en un consecuente pensador antimperialista como Nkrumah, no puede dejar de surgir en él la idea del instrumento revolucionario que transformara las estructuras deformadas impuestas por el colonizador, y por tanto, de la ininterrumpida y necesaria revolución social. Es a partir de alcanzar la independencia en 1957, consolidar su liderazgo y su incipiente base ideológica de vanguardia y de masas, que comienza la tarea más compleja para Nkrumah: la de construir un nuevo sistema social.

Para Nkrumah, como para muchos otros africanos amantes de la libertad, la independencia verdadera de África estaba estrechamente vinculada a la descolonización, a la revolución social y a la unidad de toda África, tres particularidades del antimperialismo africano, pues bien poco podría lograr un país aislado en medio de un mundo colonizado o neocolonizado. Precisamente, el antinecolonialismo, es un cuarto rasgo del pensamiento antiimperialista africano pues para los países africanos que surgieron como repúblicas independientes, la acción imperialista sobre ellos utilizó nuevos instrumentos de explotación, y de fijación de las deformadas estructuras sociales, los cuales pueden denominarse neocolonialistas, una versión neoliberal de las herramientas imperialistas en los sesenta y los setenta del siglo pasado.

El enfoque antineocolonialista en la acción política de Nkrumah y el reconocimiento de la necesidad de la ininterrumpida revolución social generó una decisión crucial por parte de las fuerzas nacionalistas políticas que en Ghana eligieron a Nkrumah como su Presidente: asumir al socialismo como única alternativa política posible. De manera que el ideal socialista es un quinto rasgo de su pensamiento antiimperialista.

Las razones las proporciona el propio Nkrumah: “Después de la independencia –dice Krumah- cuando me senté junto con mis colegas del partido para estudiar las necesidades más urgentes, esbocé una breve lista: debíamos abolir la pobreza, la ignorancia, el analfabetismo, y mejorar nuestros servicios sanitarios.(…) En nuestras circunstancias, eran tremendos objetivos a largo plazo, que implicaban la supresión de males sociales que han aquejado al mundo desde el comienzo de la historia y que todavía afectan, en diverso grado, a todos los países del globo”(5). “Si queremos cumplir –concluye Nkrumah- el compromiso contraído con el pueblo y llevar a cabo el programa que acabamos e esbozar, el socialismo es nuestra única alternativa, porque este sistema supone la propiedad pública de los medios de producción, la tierra y sus recursos, y la utilización de esos medios para satisfacer las necesidades del pueblo”(6). En el caso de África, como en ninguna otra región del planeta, los supuestos reconocidos por Nkrumah del socialismo se presentan muy coherentemente con las tradiciones étnicas y la profunda identidad cultural del África donde las comunidades interpretaron el pensamiento antiimperialista de Nkrumah como muy apegado a sus costumbres, y por ello, legítimo, válido y útil para el bien de sus pueblos y etnias.

Es precisamente el sentido de pertenencia social y el profundo compromiso de las ideas con el pueblo lo que constituye otro ingrediente ideológico del pensamiento antiimperialista de Nkrumah. Este vínculo presupone tres sujetos sociales que en toda revolución social profunda aparecen en la palestra social para llevarla a cabo: el líder, la vanguardia y el pueblo en su conjunto. En el pensamiento de Nkrumah hay un reconocimiento tajante de ello. “ Es esencial –dice Nkrumah al Parlamento- que el pueblo pueda ejercer libremente su sagrado derecho y obligación de manifestarse a través del voto. Por lo tanto, al propio tiempo que agradezco a la Cámara la fe y la solidaridad expresada en la moción para conferirme la presidencia vitalicia, sugiero humildemente que la forma más concluyente de demostrar este apoyo extraordinario es asegurar mi retorno y el de mi partido, el Partido de la Convención del Pueblo, al poder en las elecciones generales quinquenales” (7).

Una clara concepción de la dialéctica de estos tres sujetos sociales, y de su papel, conlleva a encontrar y definir otro rasgo más general del pensamiento antiimperialista africano: la puesta en práctica, la praxis, desde el poder gubernamental, de todas esas ideas que conforman el sistema teórico antimperialista, y es aquí donde algunas particularidades africanas revelan otros componentes que lo podrían diferenciar del pensamiento y acción del antimperialismo en Asia o en América Latina. Me refiero al asunto del poder de “los jefes” en las etnias africanas. Son estas particularidades en la composición de “la vanguardia”, tradicionalmente agrupada en torno a un Partido, en el caso ghanés, en el CPP, y las incidencias que en ella producen los diversos intereses de los líderes étnicos, con fuerte arraigo en sus pueblos lo que proporcionó al pensamiento y acción antiimperialista africano ciertas contradicciones que muchos líderes “nacionales” no pudieron eliminar, contrarrestar o neutralizar, y que en el largo plazo hicieron sucumbir sus proyectos socialistas ante el permanente y acosante embate imperialista, sobre todo, a fines de los setenta y los ochenta cuando estos proyectos socialistas africanos no pudieron recibir ningún apoyo exterior de carácter antiimperialista, salvo el ofrecido por Cuba a varios procesos africanos.

(*) Profesor del Seminario Africa de la Escuela de Estudios Internacionales de FACES -UCV desde 1996. Graduado de la Universidad de La Habana (1977), del ISRI (1979) y de FLACSO (1984). Invitado a dictar cursos o conferencias en la Universidad Bolivariana de Venezuela, Instituto de Altos Estudios de la Defensa Nacional y del Instituto de Altos Estudios Diplomáticos “Pedro Gual” , Universidad Nacional Experimental Politécnica de la Fuerza Armada Bolivariana de Venezuela y el Centro de Capacitación del SENIAT.

CITAS

(1) Kwame Nkrumah, pag. 11, África debe Unirse, editorial Eudeba, Buenos Aires, 1965. Título de la obra original Africa Must unite, London, 1963p 11 NK).
(2) Idem. pag. 9.
(3) Entralgo, Armando.- Africa Política, tomo 6 de 8 tomos, p 303.
(4) Idem. p 304.
(5) Kwame Nkrumah, pag. 165, África debe Unirse, editorial Eudeba, Buenos Aires, 1965. Título de la obra original Africa Must unite, London, 1963.
(6) Idem. p 167.
(7) Idem. p 91.

Autor

  • El autor es profesor fundador, en 1999, del Seminario de África de la Escuela de Estudios Internacionales de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela. Además, es profesor conferencista del Instituto de Altos Estudios Diplomáticos “Pedro Gual”, del Instituto de Altos Estudios de la Defensa Nacional y de la Universidad Bolivariana de Venezuela.

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