El Papa negro, por Rafael Muñoz Abad – Centro de estudios africanos de la ULL.

12/03/2013 | Bitácora africana

Dice un tal Nostradamus que si la fumata blanca de la Casa vaticana decide que el nuevo Santo Padre sea un negro, se cumplirá la profecía y será el amanecer del fin de los tiempos. No vamos a entrar aquí en un debate profético, pues para tales divagaciones, ya vamos más que servidos con algunas de las delirantes radios que en las madrugadas anuncian todo tipo de elucubraciones. Soy de los que piensan que la Iglesia hace mucho por Africa y sus miserias. La Iglesia de a pié. La anónima. Aquella cuyos legionarios han decidido entregar su tiempo a los más desfavorecidos. No hay rincón del continente que haya visitado donde no haya visto la huella de la bondad y la generosidad de hermanos y hermanas. Cada 45 días, la misión de Lobito, recibía toda una bodega repleta de prótesis, sillas de ruedas y la más variopinta gama de material médico aún factible de ser reutilizable. Excedentes del sistema sanitario. Me decía una de las hermanas, que aquí, la Iglesia, debía entenderse a nivel de “usuario”. “…Estos huérfanos tienen que comer todos los días; algunos, esperan las piernas de plástico que vosotros traéis; los más desgraciados, ven el mundo desde una tablita con ruedines…” Bajo la cruel herencia de años de guerra civil, las misiones proliferaron en Angola. Una generación de amputados y huérfanos es el vivo recuerdo del averno de minas antipersonales que aún es parte del país. Misioneros de las más diversas nacionalidades, dan veracidad a aquellas palabras de la lagunera Sor Africa: “…aquí una se siente útil; esta es la verdadera Iglesia…” Es paradójico, como la relación de la Iglesia con Africa contrasta entre las miles de historias anónimas y la polémica imagen de magnificencia que [esta] a veces ofrece. Y es que la basílica de San Pedro, empequeñece frente a la pseudo réplica que en Yomoussoukro, Costa de Marfil, se erige. Africa ya ha dado tres pontífices: San Víctor I; San Melquiades y San Gelasio; el cuarto y último, según la lista de San Malaquías, podría ser el ghanés Peter Turkson. Candidato altamente papable. Si me permiten la broma, ¿habrá fumata…negra?

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Autor

  • Doctor en Marina Civil.

    Cuando por primera vez llegué a Ciudad del Cabo supe que era el sitio y se cerró así el círculo abierto una tarde de los setenta frente a un desgastado atlas de Reader´s Digest. El por qué está de más y todo pasó a un segundo plano. África suele elegir de la misma manera que un gato o los libros nos escogen; no entra en tus cálculos. Con un doctorado en evolución e historia de la navegación me gano la vida como profesor asociado de la Universidad de la Laguna y desde el año 2003 trabajando como controlador. Piloto de la marina mercante, con frecuencia echo de falta la mar y su soledad en sus guardias de inalcanzable horizonte azul. De trabajar para Salvamento Marítimo aprendí a respetar el coraje de los que en un cayuco, dejando atrás semanas de zarandeo en ese otro océano de arena que es el Sahel, ven por primera vez la mar en Dakar o Nuadibú rumbo a El Dorado de los papeles europeos y su incierto destino. Angola, Costa de Marfil, Ghana, Mauritania, Senegal…pero sobre todo Sudáfrica y Namibia, son las que llenan mis acuarelas africanas. En su momento en forma de estudios y trabajo y después por mero vagabundeo, la conexión emocional con África austral es demasiado no mundana para intentar osar explicarla. El africanista nace y no se hace aunque pueda intentarlo y, si bien no sé nada de África, sí que aprendí más sentado en un café de Luanda viendo la gente pasar que bajo las decenas de libros que cogen polvo en mi biblioteca… sé dónde me voy a morir pero también lo saben la brisa de El Cabo de Buena Esperanza o el silencio del Namib.

    @Springbok1973

    @CEAULL

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