El paciente argelino
12/03/2012 Por Marwane Ben Yahmed, Jeune Afrique

“¿Existe Argelia ? Nosotros la inventaremos “, decía uno de los responsable al alba de la independencia. Cuando el país celebta este año, sin tambores ni trompetas, el cincuenta aniversario de su liberación, son muy raros los argelinos que se preguntan sobre esta nación “inventada”. Los volúmenes o las publicaciones sobre la guerra de Argelia no se ven por ninguna parte en este momento. Sin embargo, no hay ni una sola semana sin una casa de edición o una revista de informaciones publique los trabajos de autores, de historiadores, de ensayistas o periodistas. La mayoría son franceses… Pero nada, o casi, sobre lo que Argelia es en este momento, a fortiori por autores argelinos.

Excepción hecha, notable por cierto, de un excelente ensayo de Abderrahman Hay Nacer, antiguo gobernador del Banco Central de Argelia, «La martingala argelina», que despliega un faz sin maquillaje de esta Argelia desconocida, un diagnóstico preciso, documentado y completo de los males que le impiden avanzar. Y por lo tanto, en vacio, lo que conviene hacer para despertar este gigante adormecido del Magreb…

El pasado doloroso, no explica todo, sino que es un refugio bien cómodo para la generación que sigue en el poder a Argel. Esta generación, la de la independencia, ha sacrificado las siguientes generaciones en el altar de la Historia, de sus sueños perdidos, de la gloria olvidada de los años 1970, cuando Argel suscitaba la admiración, el respeto pero también el miedo. Hoy, Argelia llega al final de su camino.

Y, ¿después? Misterio… El mundo está evolucionando a gran velocidad y, desde 2011, los Árabes con el mundo. Argelia permanece maniatada, como resignada. Da la impresión de estar esperando siempre algo, sin cansarse, sin saber qué. Puede ser que Dios o que un hombre providencial decrete el cambio… Este pueblo rebelde, con fama de colérico, que nunca, en dos mil años de historia, aceptó someterse al invasor, ahora muestra una infinita paciencia. Marcados por las heridas, entre otras por las de la década negra del terrorismo, andando de un lado para otro entre promesas y despilfarros, de horas de gloria y ocasiones perdidas, los Argelinos sufren todas las penas del mundo para hacer saltar los numerosos atavismos, políticos, culturales y sociales – que les llevan a la inercia.

La impericia de las élites, las múltiples diferencias (hombres-mujeres, jóvenes-viejos, Árabes-Bereberes, la nada costera- interior del país, etc.) sistema bloqueado, juventud sin balizas y marginalizada, debilidad del debate público o intelectual, potencial económico amordazado, porvenir incierto… La Argelia con la que sueñan sus “hijos” está en las antípodas de esta oscura fotografía, a penas caricatural. Pero, cincuenta años después, ¡Argelia está por inventar!