El obispo de Lichinga, en Mozambique, ha dicho que el enfrentamiento entre el gobierno y la Renamo (Resistencia Nacional Mozambiqueña, partido de la oposición) ha hecho que su país vuelva a vivir un “clima de inseguridad y de muerte”, algo que se oculta a la opinión pública internacional. En una entrevista a la agencia católica portuguesa ECCLESIA, Mons. Elio Greselin subraya que desde el pasado mes de octubre las tropas del Frelimo, el partido en el gobierno, irrumpieron en la base de la Renamo en Gorongosa, en la provincia de Sofala, donde ha habido “muertes, muchas muertes entre los militares”. Una dramática realidad que, según el prelado, contrasta con la información que han dado. “Nunca han dado noticias ciertas, casi todo pasa por el mismo canal”, señala el obispo de Lichinga.
El principal foco del conflicto se encuentra actualmente en la región de Gorongosa, en el centro del país, pero ya se ha extendido al sur de la provincia de Inhambane, a unos 400 kilómetros de la capital, Maputo, donde fuerzas de Renamo intentan restablecer su base.
“La gente quiere avanzar pero ahora se encuentra con ese clima turbulento; han sufrido las inundaciones, y ahora sufren con esta situación”, se lamenta el obispo, alertando de las consecuencias sociales que esta situación está empezando a tener en la población. El prelado mozambiqueño también explica cómo el éxodo de personas para escapar de la violencia hace que las escuelas estén vacías y que, en unos pocos años, “los alumnos, que ya no van, serán niños del bosque”.
Los combates entre Frelimo y Renamo se están extendiendo y eso crea el pánico entre la población, porque, ante la perspectiva de una nueva guerra civil, en Mozambique todavía está presente en la memoria de las personas el conflicto anterior. Un conflicto que duró 15 años, entre 1977 y 1992, y que se cobró la vida de casi un millón de personas, provocando además 6 millones de refugiados y desplazados internos.
OMPress Service