En el verano de 1911 el envio de una cañonera alemana a Agadir Marruecos) desató una crisis internacional de imprevisibles consecuencias. El trasfondo del asunto era la reclamación alemana de un nuevo reparto colonial de África. Los franceses se sintieron amenazados y, con un clima prebélico, se avinieron a negociar una modificación de las fronteras del África Central. El resultado fue la cesión de enormes territorios del Congo francés y la creación de una nueva colonia alemana: el Neu Kamerun
En los manuales de Historia siempre se cita el imperialismo y el colonialismo como causas fundamentales para entender el estallido de la Gran Guerra en 1914. Cierto es que la carrera imperialista entre potencias europeas pusieron a prueba las alianzas militares y la estabilidad del concierto internacional. En el verano de 1911 tuvo lugar una de las peores crisis diplomáticas en Europa que a punto estuvo de estallar la guerra generalizada y el origen hay que encontrarlo en África. Los alemanes habían enviado una cañonera al puerto de Agadir (Marruecos) como protesta por los acuerdos de 1904-05 que daban la prioridad a Francia y España en Marruecos. El dominio francés no era definitivo ni estable pues las revueltas de los marroquíes eran constantes a lo que había que sumar la inestabilidad del sultanato, dividido por las disputas entre Abd al-Hafid y Abd al-Azid. El ejército francés intervenía, regularmente para sofocar las revueltas y esta política intervencionista fue aprovechada por Alemania para presentar una reclamación.
El origen de esta crisis colonial venía de lejos. El canciller alemán Bismarck (1815- 1898) convocó a las principales potencias europeas en Berlín en 1884 para proceder a un reparto amistoso en distintas zonas de influencia del continente africano. Alemania a pesar de haber sido la anfitriona del evento sólo obtuvo cuatro territorios, dispersos y pequeños. El imperio colonial alemán estaba compuesto por Tanzania (Tanganyka), Togo (Togolandia), Camerún (Kamerun) y Namibia (África del Sudoeste Alemana). Con la llegada al trono del kaiser Guillermo II la política exterior alemana cambió radicalmente. Uno de sus objetivos primordiales fue el obtener más territorios coloniales para Alemania enmarcados en una política de prestigio mundial (Weltpolitik). El objetivo alemán era provocar un nuevo reparto colonial de África y, con especial interés, a que se tratase la cuestión del Congo Belga pues los diplomáticos alemanes consideraban una aberración que un país tan pequeño poseyera una colonia tan extensa y rica (casi 50 veces el tamaño de la metrópoli).
Una vía de penetración en el espacio africano, distinta de la militar, era la llevada a cabo por los comerciantes y las compañías ferroviarias. Por ejemplo el ministerio de Colonias francés instauró para todo el territorio del Congo Central un sistema de concesiones que permitía que un número concreto de sociedades tuvieran el monopolio del comercio en su zona como la “N’GokoSangha.” Los colonialistas alemanes jugaron la carta de la expansión del ferrocarril en África central para copar la soberanía francesa en sus territorios. Desde Berlín se configuró un proyecto de construir un ferrocarril franco-alemán en África Central. La línea proyectada partía de Buea, en el Camerún alemán, penetraba en el Congo francés, atravesaba el río Sangha, para finalizar en el Ubangui. Dada la minuciosidad con que había sido preparado los franceses sospechaban que este proyecto dormía en el cajón de algún despacho oficial desde hacía mucho tiempo.
El Minisro de Finanzas, Caillaux, sospechaba que los alemanes utilizarían la línea de ferrocarril para desviar hacia el Camerún todo el tráfico de la región comprendida entre el Sangha y el Ubangui. De este modo, una parte del Congo francés caería bajo la dependencia económica de Alemania. Así pues lo que no conseguirían los alemanes mediante la diplomacía lo obtendrían mediante la economía. Una serie de colonias centroafricanas dependientes económicamente de Alemania conformarían un imperio unificado sin necesidad de iniciar una guerra . El Secretario de Estado alemán, Wilhelm Solf, presentó el bosquejo de un proyecto muy concreto para África central: la distribución de las colonias africanas de Francia, de Bélgica y de Portugal. Es el proyecto del denominado Mittelafrika que debía comprender Angola, la mitad del norte de Mozambique, el Congo Belga, la Guinea Española, las minas de cobre de Katanga, el África Ecuatorial Francesa hasta la altura del lago Chad, Benin y Níger. La ambición imperialista de Berlín no tenía límites.
Finalmente tras unas semanas de plagadas de amenazas por las dos partes contendientes se llegó a un acuerdo que publicitó todos los gobiernos europeos. El 4 de noviembre de 1911, a las 16 30, era firmado el tratado francoalemán. Las consecuencias territoriales para África fueron muy importantes y señalaron el desarrollo posterior de los acontecimientos futuros. Francia ofreció a Alemania la cesión de la “parte interior” del Congo francés,entre el Camerún y el Congo belga, un acceso al Atlántico, por una franja de territorio a lo largo de Guinea española, y dos puntas de lanza que llegaban a los ríos Ubangui y Congo. Estamos hablando de una porción de territorio nada despreciable de cerca de 275.000 kilómetros cuadrados. Francia recibió en compensación un pequeño territorio, “el pico de pato”, al norte del Camerún, entre los ríos Charo y Logone. Igualmente el gobierno francés se reservaba ciertos derechos de paso para las tropas francesas, a fin de permitir el abastecimiento del Ubangui y el Tchad a través de los territorios cedidos.
El enorme territorio cedido comprendía una zona de tupidas selvas ecuatoriales salpicada de insalubres pantanos. En los despachos de Europa se dibujaban y borraban las líneas que configuraban los nuevos mapas pero a pie de terreno había que delimitar las nuevas fronteras. Los comisionados franceses y alemanes tuvieron que cooperar juntos para establecer el acuerdo en el corazón salvaje de África. La portada del Petit Journal del 13 de noviembre de 1913 es bastante expresiva de tal situación: un cartógrafo alemán y otro francés, acompañados de los porteadores nativos, dibujan mapas atravesando la selva con el agua hasta las rodillas. Los alemanes emprendieron varias expediciones de exploración de sus nuevos territorios que bautizaron como “Neu Kamerun”en 1909 y 1913. En este último año el Capitán Freiherr Stein exploró los territorios más ignotos del centro y sur de Camerún. El mundo natural que se les presentaba a los científicos alemanes era inconmensurable. El desconocimiento y complicación del terreno era tal que la mitología local hablaba de monstruosas criaturas que habitaban los ríos y lagos. Uno de los mitos más excitantes sobre fauna por descubrir lo representó el llamado “Mokele-Mbembé”, un supuesto animal de gran tamaño y ferocidad comprobada con aspecto de dinosaurio. Hoy en día nos puede parecer una historia fantasiosa pero algunos integrantes de la expedición alemana, como el ornitólogo Leo von Boxberger no se dejó llevar por el entusiasmo sino que recogió los datos más fiables posibles sobre la existencia de la posible criatura. En su informe anota: “ la creencia en un animal de agua gigantesco descrito como un reptil con un cuello largo y delgado, existe entre los nativos en todo el Camerún Meridional. Donde quiera que forman parte de la cuenca del Congo y también al oeste de este área, donde los grandes ríos son amplias y profundas flanqueado por el bosque virgen.
” Los expedicionarios alemanes se encontraban con muchas dificultades al atravesar un entorno hostil. Una de las principales deficiencias era el aprovisionamiento de alimentos, siempre precario. Los porteadores se alimentaban, básicamente,de arroz. Uno de los problemas derivados del transporte de este cereal fue que las bolsas herméticas sufrían mucho por la humedad y especialmente por el gorgojo. Este parásito es capaz de poner de dos a seis huevos por día que coloca en un grano tras perforar un agujero en el mismo gracias a sus fuertes mandíbulas. Los alemanes probaron a usar la mandioca como alimento sustitutivo cocinándola en forma de salchichas. Uno de los oficiales alemanes de la expedición escribía la siguiente petición a sus superiores: “150 cajas de arroz a la décima compañía Ojem, a quien daré las instrucciones necesarias para su transporte. Me gustaría agregar 10 cargas de tabaco (artículos de cambio) herméticamente empacados a este envío”. Igualmente señala las futuras vías de transporte de alimentos en un medio natural tan difícil a la colonización como es la selva ecuatorial: ”Si el transporte por tierra desde Kribi o Edea fuera más barato y el Gobierno Imperial pudiera brindar suficiente apoyo, le pediría al Gobierno que propusiera la ruta terrestre a la Oficina Colonial Imperial. Si el alimento enlatado importado en África Oriental para la compañía es más barato que el arroz, contáctelos.”
El cambio de fronteras afectó a España puesto que la nueva colonia alemana envolvía más la frontera del territorio guineano (Río Muni). Numerosas sociedades alemanas actuaban en la colonia española e incluso instalaban factorías en zonas no colonizadas. En ocasiones los factores de estas compañías actuaban de forma despótica, expoliando a las poblaciones locales. . Un ejemplo de esta reprobable conducta lo ejemplifica el antropólogo Günter Tessmann quien trabajó como factor en territorio guineano, donde cometió todo tipo de exacciones contra la población. Más tarde se declararía arrepentido de sus acciones y elaboró uno de los estudios más completos que se conocen sobre la cultura de los pamúes (los fang) y los bubis de Fernando Poo. El Tratado francoalemán de 1911 incluía letra pequeña y con especial incidencia en los intereses de España. Así pues Francia cedió al Gobierno imperial de Alemania el derecho de retracto en caso de que España abandonara la Guinea Continental, Corisco o las Elobeys, y estas tierras pasarían a Alemania. Para España el cambio era preocupante. Cocobeach y Cabo Esterías eran transferidos a Alemania, por lo que Río Muni quedaba completamente rodeado por territorios bajo soberanía alemana. Los germanos se lanzaron a la colonización del Neu Kamerun, la zona transferida por Francia, con gran energía y determinación. Los alemanes se pusieron manos a la obra de manera enérgica y eficaz construyendo una buena red viaria, impulsando el cultivo del cacao, estableciendo puestos militares y desarmando a los fang. Y para ganarse a la población recién colonizada, suspendieron provisionalmente el cobro el impuesto de capitación. El gobernador español de los territorios españoles del Golfo de Guinea, Ángel Barrera, admiraba la política colonial de sus vecinos alemanes pero no podía ocultar sus temores.
En Alemania se hacían eco del interés por adquirir las posesiones españolas en África central como detallaba la “Gaceta de Francfort” en su análisis: “ la banda territorial cedida por Francia a lo largo de la frontera de Camerón no tendrá ninguna importancia, si no se diese por supuesto desde ahora que hemos de recibir la comarca del Muni. Confiemos en que se confirmará también que obtendremos la isla de Fernando Poo, y que la indemnización que se ha de pagar a España lo será por Francia y no por nosotros”.
La presencia comercial alemana se hacía notar en los territorios del Muni. La Compañía Woermann, con sede en Hamburgo, tuvo una intensa actividad en el Muni Español como reflejan las estadísticas de productos exportados desde territorio español. Por citar un ejemplo, en el año 1911 (momento de gran empuje colonial de Alemania en África), la Casa Woermann facturó unos 1.000 kgs.de caco, 2.400 kgs.de caucho (barriles); aparte de grandes cantidades de madera procedentes de las selvas y bosques de Río Muni. Este abandono y falta de proyecto en la Guinea Española azuzaba el interés expansionista de los colonialistas alemanes. El órgano de expresión de los claretianos en Guinea, el boletín “La Guinea Española”, una de las mejores fuentes para conocer la historia de la colonia española de Guinea, alertaba sobre las intenciones alemanas en África Central. En su número del 25 de abril de 1914 (muy próximo ya el estallido de la guerra), bajo el título, “El reparto del África Central”, interpretaba lo siguiente: “(Alemania) incapacitada pues en el Extremo Oriente ha concebido el sueño de un vasto imperio africano. En este continente anárquico donde no encuentra la penetración europea más resistencia que la de unos restos de razas diseminadas en tribus, ha creído poder constituir a favor de sucesivas aglomeraciones un África Ecuatorial Alemana”.
Además, las compañías alemanas se expandían por las demás colonias de la zona, (como las francesas). El gobierno alemán se aprovechaba de que españoles y franceses aún no hubiesen ocupado todos los territorios que les correspondían y establecían factorías en las regiones sin colonizar, en las que comerciaban con marfil, caucho y madera.
Carlos Font Gavira – Historiador – Asociación Española de Africanistas (AEA)