Desde hace 48 horas, la ciudad de Bouca (región de Ouham, norte del país) está asediada por los ex combatientes Seleka que llegaron desde la ciudad de Batangafo. Los muertos ya son alrededor de 10, mientras que cientos de civiles huyeron hacia los bosques, luego de que los sacerdotes de la iglesia católica local fueran evacuados por los soldados franceses de la misión Sangaris. La presencia en Bouca de un contingente gabonés de la misión africana MISCA no fue suficiente para detener a los rebeldes.
“De Batangafo a Markounda, hasta la frontera con Chad, el territorio centroafricano es una zona donde los derechos son pisoteados. ¿Cuánto tiempo más vamos a tener que seguir contando a nuestros muertos? ¿Hasta el despliegue de los cascos azules en septiembre?” dijo a la MISNA monseñor Néstor Nongo Aziagbia, obispo de la diócesis de Bossangoa, que se encuentra a 105 kilómetros de Bouca. Monseñor Aziagbia sufrió en persona la inseguridad que se extiende en el norte del país, luego de que la semana pasada fuera secuestrado, junto con algunos sacerdotes, por un grupo de ex rebeldes Seleka, pero fue liberado después de algunas horas de cautiverio.
“El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución que ordena el desarme de todos los combatientes sin ninguna condición, pero estos siguen estando libres y perpetrando ataques con total impunidad” denunció a la MISNA monseñor Aziagbia, quien pidió “la aplicación inmediata de la resolución”, pero sobre todo el “potenciar las misiones africanas y francesas para salvar vidas humanas”.
Con respecto a su secuestro, el obispo de Bossangoa afirmó que fue una “venganza personal” de Salet Zabadi, un coronel chadiano de Seleka que logró escapar de los soldados franceses de Sangaris mientras se llevaba a cabo el acuartelamiento de sus hombres. “Por mi cabeza, los Seleka pusieron una recompensa, y también elaboraron una lista de personas para eliminar. Se me acusó de haber hecho fracasar su plan de ocupación de las ciudades de Bossangoa y Bouca, de proporcionar información a Sangaris y a MISCA, pero sobre todo de ser un general de las milicias de autodefensa Anti-Balaka”, dijo monseñor Aziagbia, quien fue liberado gracias a una fuerte presión sobre el coronel Zabadi que ejercieron el arzobispo de Bangui, varios activistas de los derechos humanos y otros miembros de Seleka.
Monseñor Aziagbia advirtió que “poner a todos en la misma bolsa es muy peligroso, porque tanto entre los Seleka como entre los Anti-Balaka hay individuos peligrosos, pero también hay gente buena”
MISNA