La situación es tan grave a escala global, es tan compleja, que da la impresión de que no es posible reconducir las sombrías situaciones actuales: conflictos bélicos que quedan irresolutos en medio de la pobreza extrema; la inmigración en condiciones intolerables, al tiempo que nos hallamos perplejos por la costosísima preparación de viajes al espacio y otros planetas en lugar de hacerlo para el mejor conocimiento y cuidado de la Tierra. Las propuestas de la década de los 60 del siglo pasado (UNESCO, “El hombre y la biosfera”; Club de Roma, “Los límites del crecimiento”) fueron, al igual que sucedió después con las dos Cumbres de la Tierra (1992, Río de Janeiro, y 2002, Johannesburgo) totalmente desoídas. Los intereses económicos han seguido prevaleciendo y es especialmente lamentable que en las conclusiones de las reuniones COP sobre medio ambiente se anuncien acuerdos generales… pero “no vinculantes”. ¡Qué vergüenza!
Se ha intentado en algunas infrecuentes ocasiones, sustituir la fuerza por la palabra: Wilson en 1919, al crear la Sociedad de Naciones; Roosevelt, en 1945, que establece las Naciones Unidas y promueve la Declaración de los Derechos Humanos; Obama, al finalizar el año 2025, suscribe con visión y coraje los Acuerdos de París sobre Cambio Climático y la Resolución “para transformar el mundo “de la Agenda 2030…
Pero acto seguido, como viene sucediendo desde hace siglos, la fuerza de las armas se ha impuesto sobre la mediación y el alto el fuego. “Si vis pacem para bellum” ha sido la respuesta invariable de los grandes poderes. Ahora ha llegado el momento impostergable de sustituir con presteza y rapidez, dada la situación que enfrentamos, el “bellum” por el “verbum”, las armas de guerra por la palabra, por la diplomacia.
Es imprescindible recordar aquí el valiente discurso del Presidente Eisenhower, cuando, al trasladar la presidencia de los Estados Unidos en enero de 1991 a John Fitzgerald Kennedy, tuvo el coraje de manifestar que en los Estados Unidos el poder no está en manos del presidente, sino en las del “¡complejo bélico industrial! “.
Es por ello muy importante y apremiante trasladar ahora a la ciudadanía, la necesidad, por razones de irreversibilidad potencial de algunos procesos, de actuar sin demora. La palabra “irreversible” debe ser uno de los grandes motivos de reflexión a este respecto.
A todo esto se añade el intolerable riesgo de la posesión de ojivas nucleares, que se redujeron en la reunión de Reikiavik entre Donald Reagan y Mikhail Gorbachev, en el mes de octubre de 1986, pasando de 17.000 cada potencia a 6000. Al alcanzarse este número, el Presidente Reagan adujo “razones de seguridad global” para no seguir, como era deseable, propiciando la eliminación total. Está claro que el complejo bélico- industrial permanecía Y así seguimos. Reagan creó poco después el G6 (G7…) que sigue hoy representando la gobernanza a escala mundial, plutocrática y supremacista.
Junto a tan peligrosas perspectivas quedaba y queda hoy la inmensa capacidad de la ciudadanía consciente para que, con acciones bien fundamentadas científicamente, se logre la transición a una nueva era.
Es imprescindible actuar no sólo con firme voluntad, sino sin ulterior demora, para detener el genocidio de unos y el infanticidio de otros y el terrorismo. Ha llegado el momento de considerar la memoria como un deber y guardar silencio como un acto de irresponsabilidad inadmisible.
Por si fueran pocos los desafíos y problemas enunciados, es necesario ahora añadir el que representa la inteligencia denominada “artificial”, de tal modo que en lugar de favorecer la creatividad humana para que prevalezca y arraigue la invención de un futuro deseable tenga lugar la deshumanización.
Está claro que es ahora apremiante una ciudadanía plenamente consciente de la realidad y de las posibilidades de intervención a escala mundial, dejando de ser espectadores de lo que acontece para convertirnos en actores del nuevo destino.
Ahora, por fin, “Nosotros los pueblos”, para hacer posible la apremiante transición de la presente gobernanza al multilateralismo democrático, sin veto. El diseño de Roosevelt de las Naciones Unidas, aprobado en San Francisco en 1945 es perfecto… pero fue inhabilitado de inmediato por el veto de los cinco vencedores de la Segunda Guerra Mundial. La Unión Europea que abría puertas de esperanza a un sistema democrático, fue colapsada asimismo por la absurda condición de la “unanimidad”.
La Carta de las Naciones Unidas estableció en su primera frase que “Nosotros, los pueblos” vamos a evitar el horror de la guerra a nuestros descendientes… Era un gran desafío y una gran esperanza. Ahora tenemos que reconocer que no se ha podido aplicar por el veto, como ya he indicado, pero también porque los “pueblos“ no existían hasta hace unas pocas décadas. La mayor parte de los seres humanos nacía, vivía y moría en unos kilómetros cuadrados y no podía expresarse. Pero en las últimas décadas, nos hemos reconocido igual dignidad y ya somos capaces de expresarnos libremente.
Hoy, insisto en ello porque es muy importante, “los pueblos” ya existen y pueden participar. Ahora sí, empieza a ser realidad lo que establece el artículo primero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Ahora sí, “Nosotros los pueblos” podemos exigir a escala mundial un modelo de gobernanza democrática, con un nuevo concepto de seguridad (seguridad humana, liderada por el Presidente de la World Academy of Arts, and Science, Garry Jacobs). Son ya numerosas las instituciones (Other News, Roberto Savio; World Peace Forum, José Félix Benz; Impulsa Talentum, Brú Rec;…) que se están uniendo en una gran red global que permita la movilización de la ciudadanía consciente en favor de la nueva era con esclarecidos horizontes.
Junto a las acciones de gobernanza ya mencionadas, es preciso llevar a efecto un inmediato alto el fuego en los conflictos abiertos actualmente, poniendo fin sin dilación al sacrificio de la población civil y en especial de la infancia. Otra de las cuestiones que deben abordarse resueltamente es la eliminación de las ojivas nucleares y el fomento de la fusión nuclear como fuente energética. La regulación de las grandes fortunas y de los migrantes y refugiados es otro de los temas que deben tratarse a escala global sin demora.
A la luz de la gravísima situación social que caracteriza hoy el mundo, de las múltiples inacabables guerras, de la emergencia climática… es imprescindible alcanzar un gran pacto mundial para la adecuada reconducción de las tendencias actuales.
Es necesario fomentar la prevención, tanto de enfermedades como de gravísimas situaciones de justicia social y eliminar aquellos aspectos anacrónicos que hoy todavía subsisten, como la aplicación de la pena de muerte.
Estamos en el 75 aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos. Su aplicación es esencial para la puesta en práctica de los acuerdos que “Nosotros, los pueblos” debemos alcanzar sin aplazamiento. El artículo primero de la Declaración Universal termina diciendo que debemos estar unidos fraternalmente. Sí: sólo la fraternidad podría llevar, en estos momentos a una solución a escala mundial, a una nueva era. Una gran red global de instituciones universitarias, científicas y artísticas podría hacerse oír. Y la fuerza de la razón prevalecería, por fin, sobre la razón de la fuerza.
Federico Mayor Zaragoza