El gobierno de Nigeria intenta persuadir a las personas en el noreste del país que han huido de los ataque de Boko Haram de que regresen a sus hogares, a pesar de la inseguridad que presentan algunas de las áreas rurales más remotas.
El ejército ha proclamado la insurgencia yihadista «técnicamente derrotada». A finales del mes pasado se anunció la reapertura de las carreteras principales en el estado de Borno, cerradas durante tres años, que unen la capital, Maiduguri, con Damboa al suroeste, Bama y Mafa en el sureste y la ciudad oriental de Gamboru Ngala.
«Los carreteras son seguras y los que huyeron pueden volver», declaró el jefe del estado mayor del ejército, el general Buratai Tukur.
Al menos 1,9 millones de nigerianos han sido desplazados durante estos seis años de violencia. A medida que la marea militar se vuelve a favor del gobierno, las personas están empezando a regresar a sus comunidades, especialmente a las más seguras como es el estado de Adamawa, al sur de Borno.
Sin embargo, tres cuartas partes de todas las personas desplazadas internamente (PDI) están en Maiduguri, después de haber huido de una insurgencia que, en un primer estadio, se llevó a cabo en la mayor parte de los distritos, conocidos como áreas locales del gobierno (LGA).
Más del 90% de los desplazados internos viven con familiares y amigos, un gran esfuerzo para hogares que ya de por sí son pobres. El resto se encuentra en «campamentos». Estos van desde lugares al aire libre con tiendas de campaña, edificios públicos como escuelas, o «centros de transición» a corto plazo. Las condiciones son igualmente horribles.
«La gente va a volver a sus aldeas si el gobierno puede proporcionarles algunas garantías de seguridad», dijo Suleiman Aliyu, director de una escuela privada que acoge a niños de familias de ambos lados del conflicto de Boko Haram y de las fuerzas de seguridad.
Sarah Ndikumana, director del Comité Internacional de Rescate, está preocupado por el afán del gobierno para que los desplazados vuelvan a sus hogares sin medidas de seguridad mínimamente razonables. «Desde el punto de vista de protección, estoy muy preocupado por la posible reubicación forzada de Maiduguri en el resto de Borno», declaró a IRIN.
Ndikumana cuenta como los servicios en los campamentos, pobres en el mejor de los casos, están empeorando. «He visto a la gente recogiendo raciones estropeadas de arroz y frijoles, ni siquiera pude reconocer lo que eran, poniéndolas a secar al sol para que fueran ligeramente más comestibles ya que es la única fuente de alimento que tienen».
Campamentos cerrados
Ndikumana aseguró que algunos de los campamentos montados en escuelas ya están siendo cerrados, las personas se trasladan a campamentos más grandes en Maiduguri como Dolori, quizás sea éste un primer paso para el previsto regreso.
Pero ni siquiera los campamentos más grandes como Dolori son seguros. El mes pasado, un atacante suicida, un niño de siete años de edad, fue capturado antes de que pudiera detonar su explosivo.
«Para mí, todavía no está claro cuándo y qué zonas del gobierno son suficientemente seguras como para enviar a la gente de vuelta», declaró Ndikumana. «La sensación es de como si todo pudiera volver a empezar”.
Los militares van diciendo a la gente en el campo que vuelvan a las zonas seguras para que las operaciones de «limpieza» puedan comenzar. Se ha advertido que «quien quede en esas zonas después de un cierto periodo de tiempo será considerado de Boko Haram o simpatizante de Boko Haram».
Parte de la urgencia del gobierno en hacer que la gente vuelva a sus pueblos es que la temporada de siembra comienza alrededor de mayo.
Prácticamente la totalidad de Borno está clasificado, por la agencia de EE.UU. para el Desarrollo Internacional (USAID), como en «crisis» y por lo tanto en necesidad de ayuda alimentaria.
«Van a empezar a regresar a sus hogares que han sido destruidos, pero la comunidad humanitaria no podrá ir con ellos y proporcionarles asistencia porque no lo consideramos suficientemente seguro», explicó Ndikumana.
irinnews.org
Fundación Sur