En este texto se realiza una reflexión sobre Franco CFA, una moneda que fue impuesta por Francia a sus colonias africanas, pero que se mantiene en varios países de África Occidental y Central, significando su uso un atropello a la soberanía monetaria de estas naciones. Actualmente esta moneda es objeto de una amplia discusión dentro y fuera de África, por lo que también exploramos las perspectivas y el futuro sobre una reforma monetaria en estas regiones que está próxima a aprobarse.
El dinero, la moneda y la divisa son instrumentos económicos esenciales que se encuentran estrechamente vinculados al bienestar de las personas y las naciones, por lo que el control estas variables adquiere un papel muy estratégico para el crecimiento y desarrollo económico. Por ello, la política monetaria es un pilar básico para el buen funcionamiento de la economía, y cuyo manejo debería estar en sintonía con los ciclos económicos y la situación de la economía mundial, así como en los planes estratégicos de desarrollo que formule cada país acorde a sus características particulares.
Sin embargo, varios países de África Central y Occidental continúan utilizando una moneda que impuesta por Francia desde los tiempos coloniales. Se trata del Franco CFA, que se mantiene vigente pese a las independencias políticas de los países africanos, y que hasta hoy es controlada y manipulada por el Tesoro Francés, imposibilitando a los países africanos que la usan a establecer una auténtica política monetaria y controlar la emisión de dinero.
Debido a esto la sociedad civil africana exige el inmediato abandono del Franco CFA, pues representa una humillación para ellos depender nuevamente de un país europeo, aceptando así la falsa idea de que los africanos son incapaces de conducir su propia economía y necesitan de ayuda extranjera. Después de muchos intentos infructuosos por parte de algunos países que han querido desprenderse de esta moneda, parece ser que ahora sí los gobiernos de ambas regiones están dispuestas a abandonar este “contrato económico neocolonial” y abrir nuevas posibilidades de moneda. Pero para comprender mejor este proceso es necesario remitirnos a los orígenes del franco CFA, su evolución, características y las perspectivas de esta reforma monetaria, así como analizar algunos aspectos relacionados con la conducción de la política monetaria. Todo esto se describe a continuación.
Nos remitimos al año de 1945, cuando Francia es liberada por las tropas aliadas de la ocupación nazi. La situación de la nación gala era crítica, y era urgente implementar un proyecto de reconstrucción. Es en este contexto cuando nace el Franco CFA, que puede enmarcarse dentro de los acuerdos de Bretton Woods, puesto que entró en vigor el 26 de diciembre de ese año. El nombre de la moneda se heredó de la moneda francesa de aquel entonces – el franco -, al que se agregó la abreviatura de “Colonias Francesas Africanas“, que pronto se transformó en las siglas de la Comunidad Financiera Africana (CFA).
Originalmente el Franco CFA surge como parte de un sistema monetario destinado a controlar a las colonias africanas francesas y perfeccionar el drenaje de sus recursos hacia Francia, al tiempo que se garantizaba el acceso de los productos franceses a los mercados africanos y diversas preferencias comerciales. Sin embargo, Francia ya era incapaz de sostener su imperio colonial por mucho tiempo, por lo que comenzaron el proceso de descolonización de sus posesiones en África, no sin antes sofocar algunas revueltas de inspiración panafricanista. Pero ya con el control del sistema monetario era suficiente para seguir perpetuando el dominio francés en tierras africanas, y de este modo el Franco CFA se convirtió en la piedra angular del nuevo periodo neocolonial francés y de la Françafrique.
Con estas bases, el dinero se transformó en dos variables geográficas: uno para ocho países de África Occidental (Benín, Burkina Faso, Costa de Marfil, Guinea-Bissau, Malí, Níger, Senegal y Togo); y otro para siete de África Central (Camerún, República Democrática del Congo, República Centroafricana, República del Congo, Guinea Ecuatorial, Gabón y Chad). Para cada una de estas zonas se creó su Banco Central correspondiente: el Banco de los Estados de África Central (BEAC, con sede en Yaundé); y el Banco Central de los Estados de África del Oeste (BCEAO, con sede en Dakar). Este mismo sistema le fue aplicado a las Comoras, creándose para estas islas el Franco comorense y el Banco Central de las Comoras (BCC). Solamente Mauritania y Madagascar pudieron evitar la implementación de esta moneda, mientras que Guinea Ecuatorial y Guinea-Bissau terminaron por adoptarla, pese a que no fueron colonias francesas.
De forma general, el Franco CFA presenta las siguientes características:
Los países miembros están obligados a colocar el 50% de sus reservas en el Banco Central de Francia.
Actualmente la moneda está vinculada al euro, con un tipo de cambio fijo de 655.96 CFA por euro.
Se garantiza la convertibilidad ilimitada de Francos CFA a euros, facilita las transferencias entre ambas zonas y ayuda a la estabilidad de cambio.
Francia posee el 90% de las existencias de oro.
Bastan con estas características para comprender la enorme dependencia y los efectos que trae el uso del Franco CFA en los países africanos. Ninguna decisión de política monetaria es aprobada sin el visto bueno del Banco Central Francés. No pueden aumentar por sí mismos la emisión de moneda, modificar las tasas de interés, apreciar o devaluar la moneda, y mucho menos hablar de la emisión de bonos. Todo viene dictado desde Francia, acorde a sus intereses, quien puede manejar a su antojo las operaciones relacionadas con la moneda, como ocurrió en 1994, cuando se devaluó en 50%. Esto se traduce en una notoria pérdida de autonomía y libertad.
Es difícil defender al Franco CFA, aunque sus partidarios ven en él una herramienta de estabilidad de precios y control de la inflación, evitando escenarios como la situación de hiperinflación que atraviesa Zimbabue, pero esta es otra historia muy diferente. Varios gobiernos africanos se aferran a este sistema, maximizando las “ventajas” que se obtienen, pero lo cierto es que la moneda no es popular para la población. En 2017 el activista beninés Kemi Seba fue encarcelado por quemar en público un billete de 500 Francos CFA en una plaza pública de Dakar.
La paridad con el euro es atractiva para el capital internacional, pero no contribuye al desarrollo de los países africanos, ya que las inversiones solo extraen los recursos y repatrían sus beneficios. A pesar del crecimiento económico espectacular, la falta de competitividad de los sectores económicos africanos, la subordinación de las economías a las decisiones del Banco Central Europeo y, sobre todo, las terribles cifras de pobreza, terminan inclinando la balanza hacia el lado negativo para los africanos.
Por otro lado, al mantener una moneda lo suficientemente fuerte para países pobres, las exportaciones son débiles, y derivan en indicadores económicos atípicos, como la importante contribución del consumo interno en el Producto Interno Bruto (PIB) de los países de las zonas del Franco CFA. Otro argumento de defensa es el uso de una misma moneda en una zona donde viven más de 150 millones de personas, lo que facilita las transacciones económicas entre los países de la región, tal como sucede en Europa. Pero nuevamente, la situación de la zona euro es distinta, ya que en este caso cada país europeo (incluyendo la misma Francia) que firmó el Tratado de Maastricht lo hizo voluntariamente, cediendo su soberanía monetaria a un ente que vigila el interés común, que es el Banco central Europeo. En cambio, la zona del Franco CFA fue una situación impuesta de forma unilateral por Francia a sus colonias africanas.
Francia había tenido el aval y respaldo de sus socios de la Unión Europea para seguir manejando lo concerniente al Franco CFA, pero el año pasado el Primer Ministro italiano Matteo Salvini criticó fuertemente algunos aspectos de la actual política francesa hacia África, entre ellos los fundamentos de la Françafrique, la política migratoria y la cuestión del Franco CFA, moneda a la que no tuvo reparo en tachar como neocolonial.
Las declaraciones de los italianos calaron hondo en los franceses y en el resto de la Unión Europea, al grado que el tema del Franco CFA resurgió con fuerza en los círculos económicos y financieros de Europa. La presión ejercida contra Francia y su imagen de país progresista surtió efectos, y en comunicado conjunto, los presidentes de Francia –Emmanuel Macron – y de Costa de Marfil – Alassane Ouattara -, anunciaron el 22 de diciembre el fin del Franco CFA en África Occidental y la implementación de una nueva moneda, el eco, que conservará la paridad fija con el euro.
De concretarse, este cambio de nombre sólo sería cosmético, pero aquí es preciso sacar a colación el proyecto alternativo que presenta la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (ECOWAS, por sus siglas en inglés) que tiene previsto adoptar en 2020 una nueva divisa que ha sido largamente discutida y pospuesta, que también lleva el nombre de eco, como resultado del proceso de integración económica de la región.
El detalle está en que ocho de los quince miembros de este Organismo usan el Franco CFA, y el acuerdo anunciado por Macron no incluye a los miembros restantes que no usan la moneda. Esto crea un escenario complejo sin precedentes. La nueva propuesta francesa incluso puede ser vista como un golpe al proyecto propuesto por ECOWAS. Por supuesto que los países que no usan actualmente el Franco CFA – sobre todo Nigeria – no permitirán ceder parte de sus decisiones monetarias a Francia, por lo cual el ritmo de los acuerdos podría estancarse por mucho tiempo. De esta forma habría dos versiones de ecos distintas.
Sin duda la apuesta de la ECOWAS es mucho más atractiva que el eco francés. No obstante, el abandono total del Franco CFA no estará exento de problemas y desafíos. Los expertos financieros señalan que los cambios podrían ser arriesgados si se abandona repentinamente la vinculación al euro, y hasta hoy, no se ha decidido el modelo de Banca Central ni el régimen de cambio de la moneda.
Mientras África Occidental resuelve este acertijo, de momento, África Central continuará con el esquema vigente del Franco CFA, aunque de igual modo los miembros de la Comunidad Económica y Monetaria de África Central han llamado a una profunda revisión sobre el futuro de la moneda, por lo cual también habría que esperar noticias en esta zona.
Entre tanto, el futuro de los países que mantienen el Franco CFA sigue siendo incierto, pero ya es tiempo de que finalmente se desprendan de uno de los últimos vestigios de la colonización francesa. No es poca cosa la que está en juego: la moneda cumple con una función social y económica trascendental, pero también puede ser utilizada como instrumento de poder, una herramienta de gobierno y de construcción de legitimidad. Hay que decirlo claro y fuerte: el Franco CFA es una vergüenza. Los gobiernos africanos deben reaccionar y actuar pronto para acabar con este instrumento de dominación. Se trata más de una cuestión identitaria que económica. Los países de África Occidental y Central tienen todo el derecho de adoptar el sistema monetario que más se ajuste a sus necesidades, y nadie debe intervenir más en sus decisiones de política monetaria. Tienen la capacidad y los recursos necesarios para llevar a sus pueblos a la prosperidad.
Original : tlilxayac.com Imagen; wikimedia commons