El espía marroquí. – El servicio secreto de Marruecos -(I), por Rafael Muñoz Abad

4/02/2015 | Bitácora africana

¿Qué sucede entre las agencias de inteligencia de España, Francia y Marruecos en materia de cooperación antiterrorista? El reino alauí es un aliado vital en cuestión de seguridad y un estrecho colaborador con los servicios españoles y franceses. Rabat sabe que es socio preferencial de Europa y un aliado primordial de Washington. Razón por la que juega sus cartas con maestría y se le permiten algunas licencias. La inteligencia marroquí, la DSGN, dirigida por Mohamed Yassin Mansouir, íntimo de Mohamed VI, está presente con especial interés en España, EE.UU y el resto de Europa occidental. Después de Rusia, Marruecos es el estado que más agentes activos tiene en el viejo continente; pero también es el que más ha “perdido”. El modus operandi de estos puede ser tan discreto como infantil. Ya sea intentando [indiscretamente] escuchar una conversación entre simpatizantes del Frente Polisario en un café en pleno parque Santa Catalina en Las Palmas; viajando en Binter al Aaiún cual discreto pasajero más; o estando perfectamente infiltrados en las comunidades religiosas de la diáspora marroquí. Sí; más allá de la delegación del servicio secreto asignado a la embajada, que oficialmente es comunicada al gobierno de turno, también hay un sin precisar de agentes no oficiales perfectamente disimulados en las numerosas comunidades marroquíes a lo largo y ancho de Europa central.

El DSGN y sus operaciones han quedado al descubierto pues han tenido su propia fuga de información al estilo wikileaks bajo la firma de Twitter @chris_coleman24. Filtraciones que, tras la “misteriosa” cancelación de la cuenta, han quedado recopiladas en el blog “Desde el Atlántico”.

Algunas de las revelaciones relativas al DSGN están relacionadas con la contrainteligencia y la creación de agencias de noticias y el soborno a periodistas y medios para crear una corriente que vincule al Polisario con el yihadismo. Dar mal nombre a la resistencia saharaui y comprar voluntades concentra buena parte de los esfuerzos de la DSGN. Los servicios marroquíes también son muy activos en los pasillos de la ONU; pues su tesis como dueño legítimo del Sahara, parece perder solidez a ojos de la Casa Blanca.

El enfriamiento de las relaciones franco-marroquíes, patentes en la ausencia diplomática en la manifestación por los atentados de Charlie Hebdo, al considerar la casa real marroquí ofensivas las caricaturas del rotativo galo, ha supuesto un relajamiento en la lucha subterránea que se lleva contra el islamismo y su propagación. De cualquier manera, la colaboración entre el CNI y los agentes de Marruecos ha dado como fruto la detención de varios radicales de pasaporte español, no nos olvidemos de eso, que tenían previsto atentar en España.

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Autor

  • Doctor en Marina Civil.

    Cuando por primera vez llegué a Ciudad del Cabo supe que era el sitio y se cerró así el círculo abierto una tarde de los setenta frente a un desgastado atlas de Reader´s Digest. El por qué está de más y todo pasó a un segundo plano. África suele elegir de la misma manera que un gato o los libros nos escogen; no entra en tus cálculos. Con un doctorado en evolución e historia de la navegación me gano la vida como profesor asociado de la Universidad de la Laguna y desde el año 2003 trabajando como controlador. Piloto de la marina mercante, con frecuencia echo de falta la mar y su soledad en sus guardias de inalcanzable horizonte azul. De trabajar para Salvamento Marítimo aprendí a respetar el coraje de los que en un cayuco, dejando atrás semanas de zarandeo en ese otro océano de arena que es el Sahel, ven por primera vez la mar en Dakar o Nuadibú rumbo a El Dorado de los papeles europeos y su incierto destino. Angola, Costa de Marfil, Ghana, Mauritania, Senegal…pero sobre todo Sudáfrica y Namibia, son las que llenan mis acuarelas africanas. En su momento en forma de estudios y trabajo y después por mero vagabundeo, la conexión emocional con África austral es demasiado no mundana para intentar osar explicarla. El africanista nace y no se hace aunque pueda intentarlo y, si bien no sé nada de África, sí que aprendí más sentado en un café de Luanda viendo la gente pasar que bajo las decenas de libros que cogen polvo en mi biblioteca… sé dónde me voy a morir pero también lo saben la brisa de El Cabo de Buena Esperanza o el silencio del Namib.

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