He trabajado en este proyecto durante cinco años. He estudiado o consultado más de 300 documentos entre libros y artículos, escritos por una amplia gama de intelectuales africanos, principalmente filósofos pero también teólogos, historiadores, sociólogos y personas del mundo de las letras. Para el estudio de la cultura africana me remito/dependo enteramente de los escritores africanos, con excepción de un pequeño número de otros observadores que han dedicado la mayor parte de su vida al estudio de África. También he consultado unos cuantos estudiosos no africanos por su erudición en cuestiones auxiliares como la lingüística, la economía o la historia.
He vivido en África y he puesto mi atención y dedicado mi acción a este continente durante más de treinta años. Me interesa profundamente todo lo que afecta a África y al África negra en particular. Estoy especialmente interesado en la creciente conciencia que está adquiriendo África de su propia identidad. La búsqueda de autocomprensión realizada por los africanos se ha visto intensificada por la crisis radical que ha afectado a este continente en los últimos tiempos. La presente situación crítica de África se ha interpretado y explicado de diferentes formas y de acuerdo con diversos presupuestos.
1) Los escritores africanos, frecuentemente, hacen referencia al modo en que son vistos por los demás. Este es el primer punto digno de tener en cuenta ya que conlleva no solamente la forma en que los demás ven a los africanos, sino también cómo las gentes de África viven esto, el modo en que los escritores africanos perciben las opiniones formuladas por los «otros» y la forma con que reaccionan a dichas opiniones. En estas reacciones se puede incluir la mayoría de la literatura clasificada como «negritud», así como buena parte de la llamada etnofilosofía. A la visión idealizada de África y de los africanos se opone la otra visión, denigrante, que «los otros» expresan cuando aluden a África.
2) Una segunda lectura, en gran parte de autojustificación y que es producto principalmente de las decepciones y frustraciones del período postindependentista, encuentra las causas de todos los problemas de África en influencias externas, sobre todo de Occidente y de Europa principalmente. Todos los malos funcionamientos, desde la corrupción a la tiranía pasando por la rivalidad tribal y las guerras, la ineptitud y el deterioro económico, se explican en términos de influencias externas: el tráfico de esclavos, la colonización, el comercio mundial, etc. Las soluciones que se proponen se centran a menudo en una vuelta a las raíces africanas y al pasado en búsqueda de inspiración y dinamismo. Dejando a un lado la verdad que pudiese encerrar, esta lectura conlleva un riesgo peligroso y obvio: la clara tendencia a proyectar toda la responsabilidad y vergüenza sobre los demás les exime a los africanos de afrontar su responsabilidad así como de la tarea de hacer algo por encontrar una solución, con la consecuencia, obvia, de perpetuar la crisis.
3) En la actualidad los africanos están desarrollando actitudes autocríticas y se está probando una nueva lectura de África. Nadie puede negar que la influencia de Occidente en África ha sido, principalmente, perjudicial, empezando por el comercio de esclavos y el desbaratamiento sociopolítico y económico que causó, continuando con la colonización y los ambiguos efectos que aumentaron dicho desbaratamiento dando lugar a la creación de lazos duraderos de dependencia. A todo esto habría que añadir la injusticia, que sigue en aumento, en los términos de intercambio y, lo peor de todo, la «filosofía» racista que desarrolló Occidente, imponiendo a los africanos un devastador estigma de inferioridad, con el fin de justificar el comercio de esclavos, la colonización y todos los abusos que derivan de ello.
Los intelectuales africanos que potencian la autocrítica no están ciegos a estas influencias externas ni al alcance de sus consecuencias. Sin embargo, desean saber por qué fueron posibles el comercio de esclavos y la colonización. ?Por qué África, cuna de la civilización (como muchos africanos y no africanos afirman con vehemencia en la actualidad) pierde no sólo la iniciativa sino incluso también la dinámica básica del desarrollo cultural? Estos escritores críticos están determinados a considerar el problema como algo suyo y buscan pistas y posibles respuestas en la psique tradicional africana tal y como se desarrolló en las culturas tradicionales africanas. Para ellos no se trata sólo de una cuestión puramente académica. Todo lo contrario, lo ven como lo que podría ser la llave que abra la puerta de un futuro progresivamente más humanitario y digno para los africanos.
El trabajo se divide en cinco capítulos.
CAPÍTULO UNO: Cómo nos ven los demás.
En los procesos de toma de conciencia de la propia identidad, ya sea en el plano individual o social, la opinión que los demás tienen de nosotros influye en nuestra propia opinión sobre nosotros mismos. En el caso de los africanos, las opiniones de los demás han desempeñado un papel de capital importancia en la conciencia de su identidad. La tradición africana era oral casi por completo. La mayor parte de los primeros documentos escritos acerca de África, mediante los que se empezó a objetivizar la cultura africana, fueron realizados por extranjeros que a menudo tenían ideas preconcebidas. En un momento específico la representación de la inferioridad del África (negra) empezó a tomar forma, creció y se le dio un status formal a partir de concepciones racistas motivadas, en gran medida, por intereses políticos y económicos. Se considera la expansión imperialista, en combinación con el capitalismo, las principales causas del comercio transoceánico de esclavos. Se propagó el mito de la inferioridad de la raza negra con el fin de justificar el comercio de esclavos. Éste provocó la desintegración de las estructuras sociopolíticas y económicas en África, así como la degradación real de los propios esclavos. Todo esto aportó aún más motivos para que los occidentales justificasen la representación de la inferioridad de la raza negra. Algo parecido se puede decir acerca de la colonización: el «estado de salvajismo de la población africana» es la idea que se adujo para racionalizar «la misión civilizadora de Europa». Hasta cierto punto, el esfuerzo de la misión cristiana se basaba en presupuestos parecidos. De esta forma se reforzó el concepto de la inferioridad negra. La filosofía y la ciencia racistas constituyeron el punto de apoyo más prestigioso y el vehículo de expresión más pretencioso de la presunta inferioridad negra. A este respecto los escritores africanos mencionan con frecuencia a filósofos como Hegel, Kant, Hume y Lévy-Bruhl. Entre los «científicos» racistas se nombran a R. Virchow y J.A. Gobineau. Se distorsionó la historia de África: a Egipto se le separaba del resto del continente y las grandes unidades políticas que se desarrollaron en África a partir del siglo VII (Ghana, Mali, Songhaï, Kayor, Benin) fueron ignoradas. África no tenía historia o, mejor dicho, su historia era sólo tribal. Se consideraba a los africanos como privados de pensamiento lógico e incluso se afirmaba que en el plano biológico sus cerebros presentaban deficiencias.
Si África no hubiese sido vencida por Occidente esta representación racial de los negros habría muerto nada más nacer. Sin embargo, la derrota fue total durante los últimos cuatro siglos en todos los ámbitos: comercio, tecnología, ciencias políticas, ejército…lo cual condujo a la colonización y a la dependencia postcolonial. Esta derrota se ha interpretado como una clara reafirmación de la presunta inferioridad de los negros.
Mediante el proceso de formación de esclavos y a través del sistema educativo (que durante el período colonial estaba en manos de las autoridades coloniales), se transmitió el mensaje de la superioridad blanca, bien de forma abierta o solapada. Dicho mensaje fue interiorizado por el hombre negro que, como consecuencia, desarrolló un profundo complejo de inferioridad y la inseguridad, rebajamiento y agresividad adyacentes.
El tema objeto del primer capítulo, aunque pueda resultar desagradable, es indispensable para el entendimiento de la subsiguiente reacción del hombre negro. También nos ayuda a comprender la influencia que el factor inferioridad tuvo en la definición de la identidad africana que la raza negra elaboró.