Los humanos somos capaces de compartir todo lo que somos, tenemos, sabemos y hasta de arriesgar nuestra propia vida para ayudar a personas necesitadas. Estas maravillas de solidaridad y generosidad las vivimos todos los días, en cada país, región y familia.
Al mismo tiempo, la realidad de nuestra gobernanza y de la gestión de recursos y servicios, en todos los países del planeta, condena a la mayoría de la sociedad a vivir en la inseguridad de alimentos y en la escasez de medios para una vida digna.
Los economistas nos aclaran que existen tres causas muy relevantes que provocan esta situación injusta e inhumana: la gobernanza irresponsable, el sistema económico capitalista injusto y la pasividad de la sociedad en tomar nuestra propia responsabilidad social.
El nuevo Ingreso Mínimo Vital (IMV), es una nueva prestación de la Seguridad Social destinada a dotar de rentas que oscilarán entre los 461 y los 1.100 euros mensuales y que llegará a 850.000 familias, que agrupan a unos 2,3 millones de personas, que sufren pobreza severa en toda España. Este IMV ya existe en otros veinte países europeos.
En España hay actualmente, según la última encuesta de condiciones de vida que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE), cerca de 4,8 millones de personas en situación de pobreza severa, lo que significa que al menos 2,5 millones de pobres quedarán en la miseria.
Las familias que ya reciben la existente Renta Mínima de Inserción (RMI) en las diferentes comunidades autónomas, tendrán acceso a este nuevo IMV, de forma subsidiaria, complementaria y a nivel nacional. En Navarra y País vasco recibirán menos ayuda, con el nuevo IMV, que con el RMI.
Pero aquí estamos hablando de “mínimos” que deberían garantizarse por los gobiernos para todos los pueblos del Planeta. Y esto por tres razones fundamentales:
- porque existen los recursos necesarios para asegurar las necesidades básicas de todos los habitantes, sobre todo si reducimos el escandaloso gasto militar, (Según los PGE 2019, Defensa: 8.087 millones, Sanidad: 4.251 m. y Educación: 2.600 m.),
- porque lo exige la dignidad de cada ser humano y el bien común.
- y porque esa es la primera responsabilidad de todos los gobernantes elegidos.
Habiendo asegurado los mínimos esenciales y vitales de todos los ciudadanos, buscamos, además: una convivencia pacífica en la diversidad y en el respeto de los derechos humanos, un desarrollo sostenible y ecológico para todos los pueblos del Planeta y una solidaridad universal que nos lleve a cuidarnos unos de otros, como miembros de la misma Familia Humana.
Los retos de la vida humana, de la naturaleza, del empleo, del desarrollo y de la convivencia global, no cesan nunca y siempre aparecen nuevos desafíos que deberemos afrontar.
Lo más relevante es siempre el “cómo” afrontamos esos retos y dificultades. Entre los gobernantes mundiales, hace falta más profesionalidad y ética, y menos ideología partidista de poder.
Otro principio fundamental, tanto en la resolución de conflictos y dificultades, como en la promoción de un desarrollo sostenible de los pueblos, es que los primeros y mejores protagonistas de todo progreso, son los propios pueblos de cada región, país y continente.
Respetemos pues, y colaboremos con el potencial, la sabiduría, valores y recursos de todos los pueblos, particularmente de los pueblos africanos y del hemisferio sur, para que ellos mismos puedan construir el presente y futuro de sus propios países.