Elecciones y mundo copto: dilemas
26/05/2012 Le Monde, por Christophe Ayad y Claire Talon

A pesar de que la Iglesia copta ha permanecido oficialmente neutra, sin embargo muchos miembros de la comunidad han tomado partido por Ahmed Chafik, ex-primer ministro de Mubarak, por miedo a los islamistas

¿Los coptos egipcios tienen miedo de los islamistas hasta el punto de ser nostálgicos del antiguo régimen? Es lo que da pié a pensar el apoyo ofrecido por muchos de ellos al candidato Ahmed Chafik, ex-ministro de Mubarak, que encarna hoy la contra-revolución. Jueves, 24 de mayo, un paseo por el barrio popular de Chubra, en el corazón de El Cairo, donde reside una importante comunidad cristiana, deja muy pocas dudas sobre el voto de los electores cristianos: Ahmed Chafik y Amr Musa, también éste, antiguo representante del régimen caído, se disputan sus favores.

Es muy difícil establecer cuál ha sido el papel que ha jugado la Iglesia en esta opción, que muchos la consideran peligrosa para esta comunidad que cuenta entre 5 y 10 millones de personas. Sentada a la sombra de una pequeña iglesia del barrio de Chubra, Mary ha venido para asistir a la misa de las 19 h. Está hojeando las páginas de su libro de oración con la punta de su dedo coloreado de azul, signo que ha votado. “La gente ha pedido la opinión a los sacerdotes sobre los candidatos, pero no han dado consignas de voto. Yo he votado Chafik, pero mi hermano está con Musa”.

Oficialmente, la Iglesia ha optado por la neutralidad y no ha dado consignas de voto “ni en privado ni en público”. Pero he aquí, que tantos años de relaciones incestuosas que el Patriarca Chenuda III, muerto en marzo, ha mantenido con el antiguo régimen, levanta la controversia en el seno mismo de la comunidad. Hoy, con ocasión de la primera elección presidencial libre de la historia de Egipto, se murmura que algunos obispos habrían dado consignas a sus fieles de votar a favor del candidato Chafik.

“La herencia del papa Chenuda III pesa mucho, afirma el Padre William, un famoso jesuita que milita con algunos coptos “revolucionarios”. La policía militara continua hablando a los jefes eclesiásticos y no a la gente, como lo hacían en tiempo de los otomanos”. Con ocasión de las ceremonias de Pascua, en abril, una fotografía de Omar Soleiman, exjefe de los servicios secretos de Mubarak, que era candidato presidencial, aparecía en compañía de Bajom Yoss, reemplazante por interim del papa Chenuda, fue un escándalo en el seno de la comunidad donde fue interpretado como un mensaje de apoyo de la Iglesia al antiguo régimen.

En las ciudades como en los pueblos, el voto copto obedece todavía a dinámicas de grupo. En el Alto Egipto, en particular, las alianzas familiares y tribales se superponen a la pertenencia confesional. Durante la campaña electoral, numerosas comunidades coptas se han reunido en los pueblos para ponerse de acuerdo sobre un candidato.

Sin embargo, desde la revolución, los coptos participan, como el resto de los ciudadanos, a un vasto movimiento de emancipación individual. “Antes, todo Egipto tenía miedo a hacer política, los coptos todavía más que los otros, porque son una minoría, estima el Padre William. Pero desde la revolución, es como un mar de fondo, todo el mundo habla de política. Ha habido una separación muy fuerte. Algunos fieles han participado a la revolución, cuando las Iglesias (católica y ortodoxa) han condenado las manifestaciones hasta el momento de la dimisión de Mubarak.”

Paradójicamente, muchos coptos que optaron por la revolución hoy elijen la “restauración”. Mina Magdi, por ejemplo, se considera una revolucionaria de primera hora: “Hemos manifestado contra Mubarak desde el momento del atentado contra la Catedral de los Dos Santos en Alejandría (21 muertos el 31 de diciembre del 2010)”. Tres semanas más tarde, estallaba la revolución en la Plaza Tahrir. Pero hoy, Mina se prepara a votar con mucha pena por el exgeneral Ahmed Chafik. “Es eso o un estado islámico: Me digo que el antiguo régimen ha aprendido de sus propios errores, mientras que los islamistas se creen todo permitido”.
Este es hoy el último resorte del voto copto: el miedo al islamismo y el imperativo de un Estado “civil”.

Desde la revolución, la situación de los cristianos de Egipto no ha mejorado. En quince meses, son cuatro las iglesias incendiadas (de las cuales dos en El Cairo) y los enfrentamientos comunitarios han estallado en varias localidades y provincias. Y cuando la justicia se mezcla, brilla por su iniquidad. El martes 22 de mayo, el juicio de un tribunal de Beni Sueif, en el Egipto Medio, ha levantado la cólera de los coptos después de que soltaron a ocho musulmanes sospechosos de haber Participado en las violencias interconfesionales en Abu Qurque, en abril 2011. En cambio, los doce cristianos que se hallaban en el mismo tribunal, han sido condenados a 25 años de prisión.

Mientras que los salafistas multiplican las declaraciones provocadoras, los coptos denuncian la negativa de las autoridades de legalizar sus propios partidos y multiplicar los juicios sobre “insulto al islam” hacia los cristianos. Tres condenas de tres a seis años han sido pronunciadas en estas últimas semanas contra coptos que han intervenido en Facebook.

Pero, ¿votar por un antiguo representante del régimen sería verdaderamente una solución? Tanto por el alza del islamismo, los coptos son víctimas del cinismo del régimen y del ejército. Fuertes sospechas pesan sobre el papel de la policía secreta en varios progroms y, el 9 de octubre 2011, fue el ejército que reprimió en sangre una manifestación copta en El Cairo, con un resultado de más de 25 muertos.

Afirmandose opuestos al conservadurismo y escandalizados por el voto de la Iglesia a favor de Ahmed Chafik, una veintena de organizaciones de jóvenes coptos nacidos de la revolución, afirman su apoyo a los candidatos revolucionarios de izquierda, Hamdin Sabahi y Jaled Ali. Militan por la no-ingerencia de la Iglesia en los asuntos de la política y rechazan que el próximo papa se exprese en nombre de los coptos.