El diferente, por Ruth García Hernández

27/07/2016 | Bitácora africana

En una sociedad donde ha triunfado el discurso del miedo es habitual encontrarse con individuos que tienen pánico a lo distinto. Salir de lo habitual, de la zona de confort que se presenta con un entorno conocido, es solo un síntoma de puro desconocimiento. Eso ha ocurrido en varias ocasiones con la raza. Un concepto capaz de provocar rechazo, prejuicios y el irracional racismo. Tanto Estados Unidos como España están sufriendo casos de absoluta ignorancia ligados a ello. Desigualdades, amenazas, y en ocasiones absolutas violaciones de los derechos fundamentales de las personas. Todo ello obviando la realidad. La raza es tan importante y tan poco definitoria del individuo como su color de ojos, pues la esencia de todo se resume en simplemente SER.

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A Barack Obama le quedan escasos meses al frente de la Casa Blanca. El hito que supuso su llegada a la presidencia de Estados Unidos se ha visto empañado por los sucesos que enfrentan a la policía y a la población negra. La raza ha sido un concepto que nunca ha abandonado la historia de Estados Unidos. Únicamente, lo peculiar de la situación actual, es la fuerza con la que emerge, tras años de aparente concordia. Años de injusticia que dieron paso a una hipócrita indiferencia ante el color de piel, la aún mayor potencia del mundo enfrenta un problema enquistado en sus raíces.

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De la esclavitud, al servicio, a ser ciudadanos de segunda, ese fue durante años el lugar de los afrodescendientes estadounidenses. Sin embargo, llegó un día Rosa Parks y dijo que no se levantaba de su asiento para cederlo a un blanco. Y estos ciudadanos alzaron la voz. Sus derechos civiles fueron reconocidos, pero esta resumida historia no acaba aquí. La igualdad era una apariencia pues seguían y siguen siendo ciudadanos de segunda. A pesar de que un negro haya conseguido llegar a la Casa Blanca. La decepción Obama, entre otras muchas, se halla en que no ha sabido, incluso no ha luchado por acabar con esa desigualdad social.

El balance de esa desigualdad es que, según las investigaciones de Mapping Police Violence, al menos 346 personas de raza negra han muerto a manos de la policía en 2015 en Estados Unidos. Estas cifras suponen el triple si se comparan con las personas de raza blanca que han perdido la vida en las mismas circunstancias. El 30% de las víctimas negras en 2015 estaban desarmadas, en el caso de las personas de raza blanca el porcentaje disminuye al 19%. En lo que llevamos de 2016 la cifra se incrementa con 160 muertes más.

La venganza por estas muertes se ha registrado en los últimos meses, con las muertes de 8 policías a manos de pistoleros estadounidenses de raza negra. La tensión está en las calles, las autoridades lamentan y condenan los hechos y las asociaciones civiles hacen un llamamiento para no acudir a la violencia.

La espiral de acción-reacción, venganza tras venganza puede sumir a la sociedad estadounidense en una importante crisis interna, basada en los prejuicios del color de la piel. Ante ello caben varias reflexiones.

Recientemente el actor Jesse Williams lanzó un discurso durante la gala de entrega de los premios BET en el que señalaba un punto clave: “sabemos que la policía se las apaña para reducir, desarmar y no matar a gente blanca cada día. Así que lo que va a ocurrir es que vamos a conseguir igualdad en derechos y justicia en nuestro país, o reestructuraremos su función y la nuestra”. Lo que algunos han entendido como un discurso incendiario, otros creemos que muestra un punto fundamental del problema de la brutalidad policial contra la población negra: hay que utilizar las mismas técnicas de reducción del sospechoso tanto si es blanco como si es negro. El color de la piel no da un extra de peligrosidad a nadie.

Por otro lado, Chimamanda Ngozi Adichie en su libro ‘Americanah’ ya reflexionaba sobre los conceptos de raza y racismo en este país. “En Estados Unidos existe el racismo pero han desaparecido todos los racistas. Los racistas son cosa del pasado. Los racistas son los blancos malévolos de labios finos que salen en las películas sobre los tiempos de los derechos civiles. He aquí la cuestión: la manifestación del racismo ha cambiado, pero el lenguaje no. Por consiguiente, si no has linchado a alguien, no se te puede tachar de racista. Si no eres un monstruo chupador de sangre, no se te puede tachar de racista. Alguien debe poder decir que los racistas no son monstruos. Son personas con familias que los quieren, gente corriente que paga impuestos. Alguien tiene que encargarse de decidir quién es racista y quién no. O tal vez simplemente ha llegado el momento de descartar la palabra “racista”. Buscar algo nuevo. Como Síndrome del Trastorno Racial. Y podrían definirse distintas categorías para quienes padecen ese síndrome: leve, medio y agudo.”

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El racismo se asocia al pasado, a los años de la esclavitud. Pero la discriminación directa puede dejar paso a la indirecta, que en muchas ocasiones, se vuelve a convertir en directa y así sobrevive el racismo por generaciones.

Caso español

En España hay racismo. Es una realidad que no se puede pasar por alto. Hay personas tan ignorantes, que creen que la persona negra, latinoamericana, árabe, oriental… de cualquier rincón del mundo que pisa suelo español debería irse, pues vienen a robar nuestro trabajo. Manifestaciones de esta ignorancia se ven en las redes sociales a menudo y una de las más repugnantes ha sido la que recientemente ha sufrido el Presidente de SOS Racismo Madrid, Mohamed Gerehou, quien ha visto cómo subastaban su cabeza por Twitter. Literal.

“Estos mensajes, en los que, entre otras cosas, algunos usuarios simulaban su ‘subasta’ como esclavo, están ya siendo investigados por la Policía por su contenido vejatorio y discriminatorio. Se podría tratar de varios delitos como incitación al odio, injurias y amenazas. SOS Racismo Madrid estudiará tomar en cada momento del eventual proceso las decisiones legales más pertinentes”, señala la organización en un comunicado.

“Los insultos y mensajes agresivos, lamentablemente frecuentes en Twitter y otras redes sociales, tuvieron lugar esta vez como reacción frente a una campaña para visibilizar la diversidad de nuestro país (#Estadoespanolnotanblanco). Una muestra de lo necesarias que son estas campañas y de lo importante que resulta denunciar cualquier agresión o insulto xenófobo o racista”, afirma.

La aparente inmunidad de las redes sociales es el albergue que hace valientes a auténticos cobardes, ignorantes, incapaces de ver más allá. Quizás deberían bucear en sus raíces y sorprenderse como los protagonistas de esta campaña.

No quiero cerrar estas líneas sin recordar que si sufres cualquier caso de discriminación por motivo de origen o raza o cualquier agresión verbal o física de carácter racista o xenófobo, puedes contactar con SOS Racismo a través de su web http://www.sosracismomadrid.es y en Twitter con el hashtag #EsRacismo o en la cuenta @EsRacismoSOS.

SOMOS PERSONAS. CIUDADANOS DEL MUNDO. LO DEMÁS NO IMPORTA. ES ACCESORIO, SIMPLES ADORNOS. ¡VIVA LO DIFERENTE!

Original en : Crónicas olvidadas

Autor

  • García Hernández, Ruth

    Yo respiro y escribo. No sé si al mismo ritmo ni si llevo algún compás. Solo sé que son dos acciones, dos necesidades vitales para mí. ¿Cuándo empecé? A respirar cuando nací, a escribir no tengo recuerdo…

    Mis raíces segovianas brotaron en la primavera de 1985 en Madrid, donde también nació temprano mi vocación por el Periodismo. Soy licenciada en Periodismo, Magíster en Relaciones Internacionales y Comunicación por la Universidad Complutense de Madrid y Master en Periodismo Internacional por la UNED y Agencia EFE. He estado trabajando en diferentes medios offline y on line que me han enseñado mucho sobre esta profesión-pasión.

    Durante los últimos años de licenciatura hice prácticas en el portal PRNoticias y en la revista YO DONA, del grupo Unidad Editorial. En 2009 empecé mi relación con la Fundación Cultural y Comunicación, donde ocupé el cargo de Responsable de Comunicación, al tiempo que escribía para el blog de la fundación Panorámica Social. Fue en este período cuando me inicie en el Tercer Sector, no sólo especializándome en la Comunicación Solidaria, sino conociendo y participando en actividades desarrolladas por pequeñas ONG y organizaciones sin ánimo de lucro.

    En el verano de 2010, tuve la maravillosa oportunidad de conocer Mauritania y sus gentes al participar en el proyecto de cooperación Esperanza para Mauritania. El conocimiento de la injusticia y desigualdad del mundo en el que vivimos pasó a ser una realidad tangible en ese mismo momento. En 2011 me trasladé a Dublin, donde no solo he mejorado con creces mi conocimiento de la lengua de Shakespeare, sino donde también he tenido la oportunidad de conocer a personas maravillosas, provenientes de diferentes continentes, a las que querré y estaré eternamente agradecida por ayudarme a abrir más aún mi mente.

    En febrero de 2014 decidí volver a casa, a Madrid, para encontrar mi sitio en el mundo de la comunicación. Mientras he podido trabajar con la Agencia EFE, en su departamento de Cultura, como voluntaria en el departamento de comunicación de la Fundación ANAR y colaborar en proyectos de compañeras y amigas como son Miradas por el Desarrollo y Planeta Low Cost.

    Como la vida es un continuo aprendizaje, me sigo formando: cursos de fotografía, redes sociales, community management… Pero como no puedo dejar de lado mi sino de lectora y escritora incansable he decidido abrir aquí mi propio espacio, donde denunciar las injusticias que siguen pasando en este loco mundo y que, por desgracia, siguen pasando desapercibidas para muchos.

    @RuthCiru

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