El diálogo político y la revisión de la constitución del 11 de diciembre de 1990: ¿juega Benin con fuego? (II)

II- La relevancia de ciertos puntos de las conclusiones del diálogo político.

Una de las ideas sobre las que todos los participantes en el diálogo político parecen estar de acuerdo, una idea adoptada por el Comité de Expertos, es la alineación de los mandatos. Esta proposición peligrosa y seria es sintomática del estado mental de toda la clase política. Después de dar vueltas en círculos durante 30 años, la organización regular de elecciones sería la base de la situación socioeconómica de nuestro país de acuerdo con las conclusiones del diálogo político. Es obvio que no podemos alinear los términos del cargo sin cambiar el mandato de los miembros, es decir, sin revisar la constitución. Es el caballo de Troya en realidad.

Como recordatorio, en junio de 2018, es este mismo argumento el que contuvo la mayoría presidencial que había presentado un proyecto de ley de enmienda constitucional para alargar el mandato de los diputados de cuatro años a cinco ( Sin embargo, si cuestionamos el significado de las cosas, el mandato de cuatro años para los parlamentarios y el mandato de cinco años renovable una vez para otras instituciones, el consenso de la conferencia nacional y aprobado por el pueblo beninés, por referéndum, tiene una base democrática sólida: los diputados son representantes del pueblo, su mandato relativamente corto en comparación con las otras instituciones se ha decidido para permitirles no mantenerse demasiado distantes del pueblo una vez que hayan ganado sus elecciones. , el mandato de cuatro 4 años de los diputados tiene sentido y no plantea ningún problema.

Ahora, si la alineación electoral es la nueva panacea descubierta por la clase política y que garantizaría el desarrollo socioeconómico de Benin, entonces reducir todos los mandatos a cuatro 04 años y renovables solo una vez. Los términos presidenciales y parlamentarios son de cuatro años en Nigeria y Ghana y ningún debate sobre su extensión está a la orden del día en estos dos países. Además, con un mandato de cuatro años, los actores políticos de Nigeria han logrado convertir a su país en la principal potencia económica de África. En cuanto a Ghana, un país que ha organizado, desde 1992, el mismo número de elecciones, casi, como nuestro país, este país ha logrado la mejor tasa de reducción de la pobreza en el África subsahariana desde 1990.

Además, en el régimen presidencial de Benin, el Presidente de la República es el actor político más importante. Es elegido por sufragio universal directo. Concentra mucho poder y todas las relaciones políticas internas están estructuradas en torno a su persona. Las elecciones que se organizan durante su mandato son un barómetro de la efectividad de la acción del gobierno. A través de estas elecciones, el resultado de los partidos políticos que apoyan sus acciones a menudo indica si el pueblo soberano aprueba o desaprueba su gestión. La utilidad de tal sistema es tan fuerte que algunos sistemas democráticos han planeado elecciones de mitad de período. Este es el caso de los Estados Unidos, por ejemplo. Otros sistemas democráticos, como Francia, Alemania y Ghana, tienen el mismo sistema que Benin. Es decir, la elección del Jefe del Ejecutivo o del Presidente de la República es la principal. Posteriormente, las elecciones regionales, comunales y comunitarias (para los países de la Unión Europea) se organizan en el curso de su mandato y sirven como un barómetro de las personas para su gestión. ¿Son realmente las elecciones el problema en Benin o la mediocridad de la clase política?

Para concluir esta reflexión, si nos atenemos a los objetivos de revisión y reorganización de nuestro marco de política anunciado, la cuenta no es buena. El diálogo político es una puesta en escena política cuyo resultado más visible es la proyección en la nada del destino de 11 millones de almas. El colapso de nuestro edificio democrático no puede atribuirse exclusivamente al presidente Patrice Talon. Por otro lado, lamentamos que su filosofía política y su modo de gestión del poder conducen inexorablemente a la desintegración de nuestro Estado.

Un presidente de la República es un prisionero. Es el prisionero de sus ideas, sus dudas, sus asesores, sus oponentes, su poder. Es prisionero de todo. El nuestro ya es «prisionero» de su propio diálogo político y recomendaciones. No olvidemos que una constitución es para todo un pueblo y no para la clase política, y menos aún para el Presidente de la República. Su revisión no puede ser una ambición personal o el proyecto de unos pocos. El diálogo político en sí y sus conclusiones se asemejan a un acuerdo entre socios políticos y no a la búsqueda de la consolidación de nuestro sistema democrático y la realización del interés general. ¿Deberían constituirse los caprichos de algunos actores políticos?

En definitiva, somos los herederos de la conferencia nacional. El presidente Talon es en sí mismo el producto de un fervor democrático sin precedentes e histórico, el resultado del pluralismo político consagrado en la constitución, que hoy es acusado de todos los pecados, burlado y abusado. Todos los estratos sociales de nuestro país estuvieron en la conferencia nacional. Los debates fueron públicos y se transmitieron en vivo en la radio nacional para permitir que el pueblo, el único titular de la soberanía, siguiera lo que se estaba haciendo en su nombre. La constitución resultante de este consenso sobre el advenimiento de un nuevo orden político fue aprobada por referéndum. Hoy, toda esta historia se convertirá en humo debido a la clase política sin que incluso el pueblo soberano tenga su opinión. Tomados por el cuello, los benineses se embarcan en una aventura idéntica al infierno de Guyana. ¿Ha abandonado Dios a Benin?

Djidénou SteveKpoton

Fuente: La Nouvelle Tribune

[Fundación Sur]

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