Con los precios del petróleo batiendo récords de altura, las arcas de los gobiernos de los ocho países mayores exportadores de crudo se han hinchado hasta niveles sin precedentes. Aún así, la gran mayoría de los 140 millones de habitantes de Nigeria no vive en mejores condiciones que sus vecinos del África Occidental, la región menos desarrollada del continente más pobre del mundo.
Esta es la misma realidad para muchos otros grandes productores de petróleo de África, entre los que se incluye Angola, Sudán, Guinea Ecuatorial y Chad, pero el mero tamaño de Nigeria y dos millones de barriles por día de producción, hace que los contrastes entre riqueza y pobreza sean mucho más sorprendentes.
Nigeria ha ganado el equivalente en términos actuales alrededor de 1.2 trillones de dólares por la producción de petróleo a lo largo de las cuatro últimas décadas, la cantidad de dinero que permite a países productores de crudo del Golfo, como Qatar, desarrollar una de las economías más fuertes del mundo árabe.
Pero sus cuatro refinerías propiedad del Estado, no están operativas al 100 %, en gran medida debido a la mala gestión y el vandalismo, su red de distribución es caótica, y depende fuertemente de las importaciones, que cuestan alrededor de 4.000 millones cada año.
En Lagos, una mega ciudad de más de 10 millones de habitantes, la élite bebe champan a sorbos, en islas exclusivas, a pesar del zumbido incesante de los generadores de diesel, mientras que las masas viven en aglomeraciones de chabolas en el continente, sin agua o electricidad.
La sanidad es prácticamente inexistente, las carreteras están llenas de baches, el desempleo y el crimen aumentan cada día más y Nigeria está sufriendo la espiral del aumento de los precios de los alimentos.
“Nigeria está ganado ahora mucho más dinero con el petróleo, pero mira las carreteras con las que vivimos”, dice Efe Oyingbo, apuntando a una sucia carretera donde los que pasan por ella se balancean entre el agua y el barro y los motoristas intentan navegar por las cavernosas oquedades de los baches.
Una madre de dos niños, con su negocio de comida congelada en el suburbio de Okota se ha arruinado literalmente porque no puede permitirse el coste de la gasolina.
(Angola Press, 21-07-08)