Tshabalala, de 41 años, sale de su “casa” levantada con láminas de metal oxidadas para recibir al periodista. “Este ha sido mi hogar durante los últimos 16 años y he vivido aquí con mi marido hasta su muerte en 2008; ahora vivo con mis cuatro hijos, todavía en esta choza que tiene dos habitaciones”.
Tshabalala vive en Diepkloof, un municipio de Johannesburgo, en Sudáfrica, en un asentamiento informal densamente poblado – un eufemismo para los barrios marginales, donde se estima que habitan unos 15 millones de ciudadanos de los 52 millones de los que consta el país, según ONU-Hábitat. Según Homeless Information, en la vecina Zimbabue son unas 835.000 personas las que viven en asentamientos informales.
“Las autoridades locales de los países africanos deben lograr un equilibrio en el desarrollo de las zonas rurales y urbanas, y crear empleo para que las personas dejen de acudir a las ciudades en masa en busca de trabajo”, dice Shumba, de Harare Residents Trust.
“Los barrios pobres aquí en África se han convertido en algo normal, una tendencia de vida que es difícil de combatir debido a numerosos factores que van desde la corrupción política hasta las desigualdades económicas, dada por la creciente brecha entre ricos y pobres”, cuenta un experto en desarrollo.
De una población estimada de 1,1 mil millones de personas, en África son más de 570 millones los ciudadanos que habitan en tugurios marginales. Las agencias de desarrollo en África reportan que las viviendas marginales siguen siendo una tendencia continental, a pesar de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU. En algunos países como Egipto, Libia o Marruecos sí se han hecho avance significativos en la reducción de estas personas que viven en “tugurios”, y en Túnez se han erradicado por completo. Otros países que han mejorado esta situación han sido Ghana, Senegal y Uganda.
Sin embargo, la tasa más alta se encuentra en África subsahariana, con millones de personas que viven en asentamientos que se caracterizan por combinar estructuras pobres en su construcción y apenas tienen, o carecen completamente, de agua potable e instalaciones de saneamiento.
Hector Murharika, que trabajó en el ex gobierno de Kamuzu Banda en Malawi, culpa a las bajas prestaciones para el desarrollo de la pobreza que aumentan los barrios pobres de toda África. “El creciente número de habitantes en tugurios en África se debe a la deficiente prestación de servicios por las autoridades locales, que a menudo no se preocupan más que por llenar sus bolsillos en lugar de canalizar el dinero hacia las viviendas de los pobres, empujando a las personas sin hogar a la construcción de sus propios asentamientos en cualquier lugar.
Para el activista civil ruandés Otapiya Gundurama, las raíces del problema se remontan mucho más atrás en el tiempo: “Las chabolas en África son el resultado de la infraestructura urbana del continente establecidas durante el dominio colonial, en el que el tiempo en la vivienda y la diversificación económica eran limitados, todo relacionado con un gobierno urbano centralizado, mientras los pueblos y las ciudades se establecían para reforzar el estilo de vida y los intereses de una minoría”.
Algunos políticos de la oposición en África, como Gilbert Dzikiti, presidente de la oposición de Zimbabue en la Asamblea Democrática de Restauración y Fortalecimiento, perciben la tendencia del crecimiento de las barriadas como el resultado del fracaso del gobierno: “El aumento constante de los tugurios en África atestiguan el fracaso persistente de los gobierno para invertir en desarrollo rural y urbano”.
Otros líderes de la sociedad civil culpan al aumento del desempleo y denuncian la indiferencia de las autoridades ante tal proliferación. Su existencia imposibilita avanzar hacia el Objetivo de Desarrollo del Milenio, ya que muchos de estos asentamientos no pueden permitirse la apertura de escuelas. Tampoco hay aseos, ni agua ni clínicas en la mayoría de los barrios marginales, por lo que las enfermedades se propagan rápidamente en estas zonas.
Jeffrey Moyo
All Africa – Fundación Sur