i hay una batalla que a corto plazo veo perdida en África es la de los derechos de los consumidores. Quien compara por ejemplo sociedades tan diferentes como la de Latinoamérica 060y la de África coincide siempre en la observación que el tejido social del subcontinente latinoamericano es mucho más fuerte que el del continente africano, donde a pesar de ciertos éxitos, el avance asociativo es lentísimo, y casi inapreciable. Esto tiene como consecuencia que algunas luchas sociales apenas están en sus estadios iniciales y no se sabe si al final tendrán éxito o no. La defensa de los consumidores es una de estas piedras de toque que siguen siendo una asignatura pendiente y que, como consecuencia, deja a a los ciudadanos en una situación de gran vulnerabilidad.
Un ejemplo descarado es el suministro eléctrico. A pesar de que la compañía eléctrica nacional está llevada por expatriados, el servicio en las ciudades y pueblos es pésimo. Rara es la semana en la que no hay tres o cuatro cortes de electricidad que pueden ir de varios minutos a todo un día. En los últimos meses hemos tenido dos veces apagones que han durado más de dos días e imagínense lo que supone esto para una economía doméstica que no puede conservar lo que tiene en el congelador y menos aún para los supermercados y proveedores que dependen de congelados o de cadenas frías para poder suministrar sus productos. La economía por tanto se sostiene a base de generadores y quien no lo tiene, pues tiene que enfrentarse a la situación completamente a pelo porque no hay mecanismos que defiendan al consumidor.
El apagón de Nueva York en Julio del 2006 – que duró varias horas aunque en algunas zonas se prolongó hasta tres días – forma ya parte de la literatura contemporánea al haberse hecho profundos estudios sociológicos, económicos, sociales, financieros, criminalísticos e incluso demográficos de las consecuencias del apagón. Imagino que entonces, las compañías eléctricas se las verían y desearían para defenderse del acoso de las compañías aseguradoras.
Aquí puede haber un apagón de similares proporciones y nadie, nadie, nadie… moverá un dedo para proteger al ciudadano, el cual vive con resignación los avatares a los que le someten los proveedores de servicios. Saben que nadie podrá vencerlos y piensan que de nada servirá movilizarse. En vez de creer que porque se paga un servicio el consumidor tiene derechos, parece como si este mismo consumidor tuviera que vivir en estado de continuo agradecimiento a los proveedores de (deficientes) servicios, ya que le están haciendo un gran favor.
Si hablamos de electricidad, también podemos mencionar muchos otros sectores. Ni pensar quiero en tantas mercancías chinas que están inundando los mercados africanos… seguro que muchos de estos bienes de consumo tienen materiales prohibidos, tóxicos o simplemente obsoletos, algunos que son copias fraudulentas de productos originales y en general bienes de ínfima calidad, a pesar de la buena apariencia. El estado, aunque tiene oficinas de control de calidad, no abarca a controlar todo el mercado, y el consumidor sigue en su eterna vulnerabilidad porque no habrá quien le defienda.
La idea de una asociación de defensa del consumidor suena como algo extraño y fuera de este mundo. Si hablamos de un grupo o asociación que pueda permitirse el lujo de contratar a un abogado especialista en la materia y que pudiera hacer de grupo de presión para obtener mejores servicios de un proveedor de servicios o incluso una multinacional… entonces ya estaríamos hablando de un escenario que en este contexto social es pura ciencia-ficción. El proceso de concienciación lleva mucho tiempo y es lentísimo… por lo cual todavía tendremos que enfrentarnos por mucho tiempo a una sociedad que es ignorante de sus derechos, que no puede protegerse a sí misma y que sigue dependiendo de las prácticas a veces nocivas de aquellos poderosos actores de los cuales depende la economía. Total, un ejemplo más de que al final las normas no están dictadas pensando en el bien del pueblo, sino siguiendo la batuta de aquellos que siguen teniendo la sartén por el mango.
Original en : En Clave de África