A medida que el número de personas y comunidades afectadas por el Ébola disminuye, aumenta la presión sobre el Gobierno para reabrir las escuelas. Este paso, sin embargo, plantea muchas cuestiones sobre el modo de ejecutar dicho proyecto.
Muchos sierraleoneses vieron la noticia de la “Reapertura de Escuelas en Liberia” del pasado febrero con cierta envidia, llevando tanto a padres como a estudiantes a plantearse el mismo reto. El Gobierno está bajo presión, para determinar la manera de reanimar la economía una vez más y, aunque ya propusieron una fecha para iniciar el proyecto escolar (14 de abril), los ciudadanos de Sierra Leona no están seguros de que el compromiso se vaya a cumplir y vaya a ser seguro.
El ministro de Educación, Ciencia y Tecnología, Minkailu Bah, anunció: “Nos estamos planificando para que nuestros colegios estén seguros y desinfectados, para que nuestros hijos puedan volver a la escuela”. Fue más allá al decir que “los maestros estarán capacitados para usar termómetros y tomar la temperatura de los alumnos y otros miembros del personal, y cubos de agua clorada estarán disponibles en todos los colegios”.
Mientras tanto, las discusiones técnicas han sido constantes entre los trabajadores del Ministerio de Educación y los directores de las escuelas, que trabajan en los detalles del programa. Por desgracia, el horario real para la re-apertura de los colegios dependerá en gran medida de los resultados de la estricta campaña de prevención y vigilancia conocida como “Zero Ébola”, lo que podría aumentar los desafíos del Gobierno para responder a todas las preguntas formuladas en cuanto al estado sanitario.
En el debate que se está llevando a cabo, se han de resaltar cuatro actores relevantes: padres, estudiantes, escuelas y autoridades gubernamentales. Los padres están más preocupados por la seguridad de sus hijos. Un padre de tres niños de preescolar declaró: “Creo que la reapertura de las escuelas antes de la publicación de un anuncio oficial del fin del Ébola es terrible. Yo no voy a enviar a mis hijos a una escuela hasta estar convencido de que esa amenaza ha desaparecido”. Los estudiantes, por otra parte, parecen estar más preocupados por el tipo de programas académicos que encontrarán, a mitad de un año escolar que ya había comenzado. El Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, por su parte, probablemente se enfrentará al desafío de los “números inflados”, por los pedidos para las escuelas de termómetros, jabón, cloro o cubos.
Es esencial que las autoridades gubernamentales y de educación disipen los temores de padres y estudiantes sobre la enfermedad, a través de una cuidadosa planificación, ejecución, seguimiento y difusión de la información. Tras casi un año de pérdida en los programas educativos, resulta muy peligrosa la extensión de estos retrasos, cuyos efectos podrían incluir un aumento en la tasa de abandono escolar, un incremento de las cifras de embarazo adolescente o la pérdida permanente de profesores ‘no-aprobados’, asignados a la enseñanza de asignaturas básicas. Así que, mientras muchas preguntas siguen sin ser respondidas, los padres realizan una súplica sencilla a las autoridades: “Dadles a cada niño los beneficios de los recursos disponibles del Gobierno para volver a comenzar el colegio, a fin de garantizar un mejor aprendizaje”.
Awoko Newspaper – Fundación Sur